¿Usted ha chuzado?
¿Ha querido
“chuzar”? ¿Alguna vez se le paso por su cabeza (o por su corazón) la idea de
pagarle a alguien para enterarse de los secretos de “otro” corazón? ¿Chuzar para obtener una información financiera es diferente de
mandar a chuzar el teléfono de una esposa? ¿Chuzar a un periodista es diferente
a chuzar un socio? ¿Y si el “merecedor” de la chuzada es un guerrillero, la
acción se vuelve buena a diferencia de si se chuzara un político, que si es
“mala” ¿Cuánta gente “común y corriente” no ha contratado una chuzada para
conocer intimidades de su pareja? ¿Ha activado el celular de su hijo con un
dispositivo de seguimiento? ¿Ya contrató a detectives, o “expertos”, o hackers,
para conocer el mundo personal de quien le interesa?
“Chuzar” es una
de las tentaciones mas comunes en la condición humana. ¿Quién no ha deseado
conocer lo que otros piensan? O lo que esconden, o lo que traman. Mas aún, chuzar
es ilusionarse con tener poder sobre otros, desear manejar los hilos de sus
vidas. Pero no solo se chuzan teléfonos. También se
interceptan cartas, correos, whatsapp. El deseo de dominar es tan grande que
los límites de la moralidad fácilmente se sobrepasan. La fantasía de la
transparencia es una utopía que no se da. Apoderarse del otro como elemento de
poder es una atracción llamativa. Coletazos de la cultura patriarcal.
Las chuzadas tienen una larga historia en Colombia. Hay gente en
la cárcel por cuenta de esta práctica, María del Pilar Hurtado una de ellas.
Muy seguramente “obedeció” pero no quiere hablar. Por lo mismo, se puede
concluir que existen dos modalidades en el trabajo de las chuzadas. El que
ordena el acto y el que lo ejecuta. ¿Cuál es mas responsable? Porque las
chuzadas se mueven a todo nivel. Político, económico, amoroso, social, familiar
y para todas las “modalidades” existe la “empresa” lista a prestar el servicio.
Las empresas “chuzadoras” se parecen un poco a los carteles de la droga o de la
delincuencia. Suprimidas unas, ipso facto surge el reemplazo: mientras exista
demanda siempre existirá oferta. Atrapar, controlar, manejar, son expresiones
muy unidas al deseo de conocer los secretos o intimidades de lo que interesa. Y los expertos que logran
hacer el trabajo siempre serán buscados. En cualquier parte del planeta tierra.
Pero ¿cuál es el responsable el que contrata o el que ejecuta? ¿Ambos? ¿Cuál es
la función del detective privado? ¿Su oficio “autoriza” la chuzada?
El mundo de las chuzadas es un mundo doble: por un lado se pregona
su ilegalidad pero por otro su “necesidad”. Todo lo que salga de su boca es
susceptible de ser escuchado. Lo que haga es susceptible de ser observado. Tenga
cuidado, ahora lo puede estar grabando y se utilizara ese registro como
material en su contra. Los abogados y psicólogos sabemos de la “urgente” necesidad
que alienta a muchos para buscar
“especialistas” en chuzadas. Alguien que oiga lo que no nos dicen y quisiéramos
saber. Alguien que ausculte el corazón de quien nos acompaña y sentimos lejano
o infiel. Alguien que sea capaz de “certificar” los fantasmas que nos rondan. Grabar,
chuzar, espiar, palabras con un objetivo común: controlar la vida de los otros.
Aun que parezca increíble, es un deseo reprimido de muchos “sanos” que rodean
nuestras vidas. ¿Pertenece a esta logia?
Gloria H. @Revolturas

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