¡Qué paradoja! Los adultos construimos el mundo de hoy pero estamos
paniquiados con las consecuencias. A cada momento nos extrañamos del alcance
que toman las cosas como si fuéramos unos totales ignorantes, ingenuos o
idiotas que nunca previmos los resultados. Parecemos extraterrestres
aterrizando en un mundo desconocido. ¿A qué horas llegamos a estos extremos?
¿En qué momento esto se salió de madre? ¿Cuándo perdimos el norte? Claro, las
nuevas generaciones viven en el mundo que fabricamos para ellos, pero no, así
no era. Ellos son huéspedes de nuestras tecnologías, de nuestras creencias, de
nuestra mentalidad, de nuestras ilusiones y frustraciones. Pero, bien
hipócritas, taimados o cínicos, no resistimos ver lo que las nuevas
generaciones están haciendo con lo que les entregamos. ¿Cómo así? ¡Así no era!
¿Sexo virtual, juego de la botellita, desenfreno sexual, páginas
pornográficas? ¿A qué horas pasó? ¿Sexo a los 12 años? ¿Quién les dio permiso?
¿Celular 24 horas? ¿Tecnología de avanzada, comunicación virtual instantánea?
¿Cómo se les ocurrió? Alcohol o droga ilimitados ¿dónde lo aprendieron? Nos
desgarramos las vestiduras por lo que se vive, cómo si estuviéramos en una
pesadilla, sin reconocer la responsabilidad que nos cabe. Pero claro, lo único
que se nos ocurre hacer es prohibir. No existe mejor elemento mas que la
prohibición, la censura, lo punitivo. La única determinación válida e inmediata
es prohibir como si no supiéramos (¿otra vez ingenuos?) que lo prohibido es lo
que mas atrae. Y luego nos sorprende la doble vida que tienen (¿ese es mi
hijo?, mi hija no es capaz de hacer eso) cómo si no los obligáramos a ser
morrongos precisamente por las actitudes que asumen los mayores.
Se dijo que el sexo era lo máximo pero no para ellos. Ellos no tienen
permiso hasta los 18 y con novia o novio formales o, (peor aún), cuando papá y
mamá lo “autoricen”. ¿Adulto, en qué mundo vive? Hay escándalo porque lo hacen
en un salón de clase cuando los mayores lo hicimos en carros, en parques, al
lado del mar, en el consultorio médico.
Nos sorprendemos por la erotización de sus mundos cuando los mayores creamos
ese mundo erotizado. ¿Vender una llanta con una vieja en bikini no es vender
sexo a toda hora? Pero si el muchachito con hormonas calientes o la muchachita
queriendo ser vista, hacen “algo” es que son depravados, no manejan límites,
están desbordados. ¡Por Dios! Mas hipócritas no podemos ser.
No podemos seguir quejándonos y prohibiendo Hay que enfrentar,
ayudar, guiar. El plástico, la
explotación de la naturaleza y de los animales, sexo a cualquier edad, el abuso
y maltrato infantiles, son construcciones adultas que padecen las nuevas
generaciones pero que escandalizan por lo que hacen. Claro, aprendieron y
“superaron al maestro”. Ahora, entonces, es cómo, de la manera mas madura,
conseguimos lo mejor de lo que se vive. En especial sobre el sexo hay tanto,
pero tanto que revisar. ¿Hasta cuando se prohíbe? Informar, dar elementos de
manejo, desmitificar las relaciones, hablar de condones y pastilla del día
siguiente, ¿qué tan preparado está para aceptarlo? Si no lo hace es que es un
taimado… Y debe estar preparado para las consecuencias, no de los que ellos
hacen, sino de su doble moral. Adulto, llegó la hora de quitarse la careta.
Gloria H. @Revolturas

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