viernes, 28 de septiembre de 2018

miércoles, 26 de septiembre de 2018

martes, 25 de septiembre de 2018

¡Quítese la careta!



¡Qué paradoja! Los adultos construimos el mundo de hoy pero estamos paniquiados con las consecuencias. A cada momento nos extrañamos del alcance que toman las cosas como si fuéramos unos totales ignorantes, ingenuos o idiotas que nunca previmos los resultados. Parecemos extraterrestres aterrizando en un mundo desconocido. ¿A qué horas llegamos a estos extremos? ¿En qué momento esto se salió de madre? ¿Cuándo perdimos el norte? Claro, las nuevas generaciones viven en el mundo que fabricamos para ellos, pero no, así no era. Ellos son huéspedes de nuestras tecnologías, de nuestras creencias, de nuestra mentalidad, de nuestras ilusiones y frustraciones. Pero, bien hipócritas, taimados o cínicos, no resistimos ver lo que las nuevas generaciones están haciendo con lo que les entregamos. ¿Cómo así? ¡Así no era!

¿Sexo virtual, juego de la botellita, desenfreno sexual, páginas pornográficas? ¿A qué horas pasó? ¿Sexo a los 12 años? ¿Quién les dio permiso? ¿Celular 24 horas? ¿Tecnología de avanzada, comunicación virtual instantánea? ¿Cómo se les ocurrió? Alcohol o droga ilimitados ¿dónde lo aprendieron? Nos desgarramos las vestiduras por lo que se vive, cómo si estuviéramos en una pesadilla, sin reconocer la responsabilidad que nos cabe. Pero claro, lo único que se nos ocurre hacer es prohibir. No existe mejor elemento mas que la prohibición, la censura, lo punitivo. La única determinación válida e inmediata es prohibir como si no supiéramos (¿otra vez ingenuos?) que lo prohibido es lo que mas atrae. Y luego nos sorprende la doble vida que tienen (¿ese es mi hijo?, mi hija no es capaz de hacer eso) cómo si no los obligáramos a ser morrongos precisamente por las actitudes que asumen los mayores.

Se dijo que el sexo era lo máximo pero no para ellos. Ellos no tienen permiso hasta los 18 y con novia o novio formales o, (peor aún), cuando papá y mamá lo “autoricen”. ¿Adulto, en qué mundo vive? Hay escándalo porque lo hacen en un salón de clase cuando los mayores lo hicimos en carros, en parques, al lado del mar, en el consultorio  médico. Nos sorprendemos por la erotización de sus mundos cuando los mayores creamos ese mundo erotizado. ¿Vender una llanta con una vieja en bikini no es vender sexo a toda hora? Pero si el muchachito con hormonas calientes o la muchachita queriendo ser vista, hacen “algo” es que son depravados, no manejan límites, están desbordados. ¡Por Dios! Mas hipócritas no podemos ser.

No podemos seguir quejándonos y prohibiendo Hay que enfrentar, ayudar, guiar.  El plástico, la explotación de la naturaleza y de los animales, sexo a cualquier edad, el abuso y maltrato infantiles, son construcciones adultas que padecen las nuevas generaciones pero que escandalizan por lo que hacen. Claro, aprendieron y “superaron al maestro”. Ahora, entonces, es cómo, de la manera mas madura, conseguimos lo mejor de lo que se vive. En especial sobre el sexo hay tanto, pero tanto que revisar. ¿Hasta cuando se prohíbe? Informar, dar elementos de manejo, desmitificar las relaciones, hablar de condones y pastilla del día siguiente, ¿qué tan preparado está para aceptarlo? Si no lo hace es que es un taimado… Y debe estar preparado para las consecuencias, no de los que ellos hacen, sino de su doble moral. Adulto, llegó la hora de quitarse la careta.

Gloria H. @Revolturas

miércoles, 19 de septiembre de 2018

martes, 18 de septiembre de 2018

¿Usted ha chuzado?


¿Usted ha chuzado?

¿Ha querido “chuzar”? ¿Alguna vez se le paso por su cabeza (o por su corazón) la idea de pagarle a alguien para enterarse de los secretos de “otro” corazón? ¿Chuzar para obtener una información financiera es diferente de mandar a chuzar el teléfono de una esposa? ¿Chuzar a un periodista es diferente a chuzar un socio? ¿Y si el “merecedor” de la chuzada es un guerrillero, la acción se vuelve buena a diferencia de si se chuzara un político, que si es “mala” ¿Cuánta gente “común y corriente” no ha contratado una chuzada para conocer intimidades de su pareja? ¿Ha activado el celular de su hijo con un dispositivo de seguimiento? ¿Ya contrató a detectives, o “expertos”, o hackers, para conocer el mundo personal de quien le interesa?

“Chuzar” es una de las tentaciones mas comunes en la condición humana. ¿Quién no ha deseado conocer lo que otros piensan? O lo que esconden, o lo que traman. Mas aún, chuzar es ilusionarse con tener poder sobre otros, desear manejar los hilos de sus vidas. Pero no solo se chuzan teléfonos. También se interceptan cartas, correos, whatsapp. El deseo de dominar es tan grande que los límites de la moralidad fácilmente se sobrepasan. La fantasía de la transparencia es una utopía que no se da. Apoderarse del otro como elemento de poder es una atracción llamativa. Coletazos de la cultura patriarcal.

Las chuzadas tienen una larga historia en Colombia. Hay gente en la cárcel por cuenta de esta práctica, María del Pilar Hurtado una de ellas. Muy seguramente “obedeció” pero no quiere hablar. Por lo mismo, se puede concluir que existen dos modalidades en el trabajo de las chuzadas. El que ordena el acto y el que lo ejecuta. ¿Cuál es mas responsable? Porque las chuzadas se mueven a todo nivel. Político, económico, amoroso, social, familiar y para todas las “modalidades” existe la “empresa” lista a prestar el servicio. Las empresas “chuzadoras” se parecen un poco a los carteles de la droga o de la delincuencia. Suprimidas unas, ipso facto surge el reemplazo: mientras exista demanda siempre existirá oferta. Atrapar, controlar, manejar, son expresiones muy unidas al deseo de conocer los secretos o intimidades  de lo que interesa. Y los expertos que logran hacer el trabajo siempre serán buscados. En cualquier parte del planeta tierra. Pero ¿cuál es el responsable el que contrata o el que ejecuta? ¿Ambos? ¿Cuál es la función del detective privado? ¿Su oficio “autoriza” la chuzada?

El mundo de las chuzadas es un mundo doble: por un lado se pregona su ilegalidad pero por otro su “necesidad”. Todo lo que salga de su boca es susceptible de ser escuchado. Lo que haga es susceptible de ser observado. Tenga cuidado, ahora lo puede estar grabando y se utilizara ese registro como material en su contra. Los abogados y psicólogos sabemos de la “urgente” necesidad que alienta a muchos para  buscar “especialistas” en chuzadas. Alguien que oiga lo que no nos dicen y quisiéramos saber. Alguien que ausculte el corazón de quien nos acompaña y sentimos lejano o infiel. Alguien que sea capaz de “certificar” los fantasmas que nos rondan. Grabar, chuzar, espiar, palabras con un objetivo común: controlar la vida de los otros. Aun que parezca increíble, es un deseo reprimido de muchos “sanos” que rodean nuestras vidas. ¿Pertenece a esta logia?

Gloria H. @Revolturas

lunes, 17 de septiembre de 2018

viernes, 14 de septiembre de 2018

jueves, 13 de septiembre de 2018

miércoles, 12 de septiembre de 2018

martes, 11 de septiembre de 2018

Y las monjas ¿qué?



La pregunta me la hizo MAO en su Corrillo de los viernes, al que semanalmente asisto, y debo confesar que aunque me sorprendió, es absolutamente pertinente. Claro,  ¿por qué no hay escándalos en el mundo de las religiosas que llegan a vivenciar los mismos obstáculos, tentaciones, deseos o represiones de los sacerdotes?  ¿Son mas “sanas”, por naturaleza, las mujeres que los hombres? ¿La energía femenina es mas respetuosa que la masculina? ¿Las monjas también abusan de niños y niñas? ¿Llegan a acosar sexualmente? ¿Cómo manifiestan su frustración sexual?

En un convento pueden suceder muchas cosas. A puerta cerrada. Como sucede en cualquier casa de familia. O inquilinato. El interior del lugar en que habitamos (o al menos dormimos) puede ser muy diferente a lo que se percibe de la puerta hacia afuera. Un convento de sacerdotes o religiosas puede guardar muchos secretos, silencios, abusos, guerras de poder, injusticias. Además no podemos desconocer que el sólo hecho de hablar de convento, despierta un sinnúmero de imaginarios y fantasmas porque su asocia con encierro, puertas cerradas, oscuridad, silencios, celdas y largos corredores. Los sacerdotes están el ojo del huracán por los continuos casos de pederastia, estimulados posiblemente por la represión sexual que conlleva un celibato, pero las religiosas también pueden sentir los mismos deseos que ellos porque también enfrentan el celibato. ¿Existe diferencia? Aunque las religiosas no tienen pene (que puede ser un “arma” contundente de violencia) poseen otros elementos con los que se podría abusar de niños y niñas. ¿Qué sucede? No existen casos o no se denuncian. ¿O será que la biología femenina, marcada por sus órganos sexuales escondidos, hace que el mundo femenino sea menos agresivo, mas morrongo, mas reprimido? Muchas inquietudes. Las diferentes maneras de enfrentar la sexualidad en hombres y mujeres puede dar pie a esta diferencia. Que no podría calificar ni positiva ni negativa, solo distinta.

¿Una mujer puede violar? ¿Una mujer puede convertirse en una abusadora sexual? Sin lugar a dudas. Puede que no posea la fuerza de un órgano sexual, pero el acoso y la violencia no necesitan falo para agredir. Miradas, toques, chantajes, cobros, manoseos, autoritarismo, pueden ser herramientas de abuso y agresión sexuales y marcar a niños o niñas con la misma intensidad (o dureza) de las que marcaría un abuso físico. La violencia sexual tiene muchas caras. Seres humanos cobijados por la represión o la prohibición buscan los caminos mas soterrados para descargar esa ansiedad. Y el daño es ineludible en quienes “reciben” la descarga de su tensión.  La Iglesia Católica impone el celibato a hombres y mujeres que posiblemente viven los mismos traumas pero la expresión de su problemática puede ser diferente. A los conventos de las religiosas los ronda el fantasma del lesbianismo y las guerras de poder.  Puede que se guarden historias fuertes de competencia, rivalidad, envidia o abuso de poder entre las integrantes de la comunidad. Pero ¿qué tanto estas situaciones afectan a las personas “externas” que tienen contacto con ellas?

Hombres y mujeres diferentes en expresión, iguales en deseos. El celibato, la represión sexual, no parecen ser elementos que ayuden en la construcción de salud mental.

Gloria H. @Revolturas

Dispensadoras de leche.



Nuestra cultura es muy dada a posiciones extremas. El mundo o es bueno o es malo, pero difícilmente juega en el medio. Al educarnos dentro de una sociedad patriarcal  quedan muchísimos residuos de paradigmas machistas que terminan generando múltiples conflictos. Ejemplos de conceptos “mandados a recoger”: la maternidad es el mejor estado de la mujer. Todas las madres quieren a sus hijos. Existe el instinto maternal. A todos los hijos se los quiere por igual. La maternidad es una foto donde todos salen plácidos y sonrientes. Sí, paradigmas que se deben revisar no para borrarlos pero si en busca de un sano equilibrio.

Durante siglos, la cultura considero que los niños eran seres irracionales. “Solo” tenían uso de razón a los 7 años, “desperdiciando” en educación un período fundamental para su desarrollo. Pero entra en vigencia la ley del péndulo, el otro extremo. Ahora, son lo mas importante, por encima de cualquier otro estamento familiar. Casi, casi, que es obligación de papá y mamá estar “a su servicio”. “Vivo para mis hijos”, trabajo para ellos, son lo mas importante del hogar. Papá y mamá, con la mejor intención y deseos, (pero psicológicamente causando daño) los sobreprotegen, viven de la seca a la meca para darles gusto y todos los deseos paternos van en segundo plano. Los niños primero. Los niños no pueden sufrir. Ni siquiera pueden asumir una pequeña responsabilidad de “trabajo” porque se frustran. Desde que nacen, entonces, la madre debe estar a su servicio. Su primera tarea es convertirse en “dispensadora” de leche. Para muchos pediatras y nutricionistas esa es la tarea primordial de la mujer-madre.  Al igual que existen dispensadores de gaseosa, mecato o café, la misión de la madre es proveer al bebe de leche cada que él quiere. Ni un mínimo (escribí mínimo) sentido de disciplina para organizar su mundo. Pero es obvio que el niño lentamente pero generando orden, debe entrar dentro de una organización que le permitirá no desbordarse en una tiranía nefasta.

¿Quién piensa en la madre mujer? ¿Por qué se la culpa cuando no puede (o no quiere) dar de lactar a un hijo? Conozco de historias de mujeres que salen de los consultorios de algunos pediatras sintiéndose monstruosas, llenas de culpa, malas e indignas. El regaño médico todavía retumba en sus oídos: el niño es lo mas importante, lo que sienta o pase con ella es intrascendente. Debe alimentarlo cada que él quiera, donde quiera y hasta que él quiera. ¿Destete? ¿La nueva mentalidad sobre los niños conoce esta palabra? Sin lugar a dudas la leche materna es un nutriente importante pero las emociones y el estado de la madre también son alimento para la criatura. Y la mujer tiene derecho a armonizar su mundo. No solo alimentamos cuerpos. Los estados emocionales se nutren de un entorno donde el equilibrio es fundamental. Observar el apego de un niño de 2 años que en cualquier lugar coge la teta de la mama como si le perteneciera es lamentable. No se que da mas grima si el sometimiento de la madre o la tiranía de la “criatura”. La lactancia debe durar máximo un año. El destete es vital. Hay que recuperar el entorno de pareja, ubicar al hijo en su lugar y retomar la identidad e idiosincrasia de mujer, todas las anteriores variables del mismo tema. ¿Sabe equilibrarlas? No sólo alimentamos cuerpos.

Gloria H. @Revolturas

lunes, 10 de septiembre de 2018

viernes, 7 de septiembre de 2018

miércoles, 5 de septiembre de 2018

martes, 4 de septiembre de 2018

Sucedió en un colegio…



Perfecto no existe nada en la condición humana. Venimos a aprender y los errores forman parte del día día. Eso no significa no hacer ningún esfuerzo por superarlos o no aceptar que las fallas deben tener consecuencias que se deben afrontar. En mas de una ocasión el problema mayor no radica en los errores sino en la manera de enfrentarlos. Es usual, y mas en nuestra cultura, evadir la responsabilidad ocultando el hecho o adjudicándole a otros lo sucedido.

Pues bien, en un prestante colegio de Cali a finales del año escolar pasado 4 niños de Kinder se encontraron en el mismo vestier con 8 alumnos de Décimo. Los grandes asustaron a los niños y uno de ellos se bajó los pantalones y les mostró sus órganos genitales. Hubo burla, maltrato y humillación. El colegio en ese momento no dijo nada a pesar de que los chiquitos se lo contaron al profesor de Judo. Primer error: vestier compartido entre niños de kínder y muchachos a punto de graduarse. No hubo  profesor o adulto acompañando a los niños. Segundo error: el silencio del colegio (posible interpretación “aquí no pasó nada”) durante quince días. Algo tan elemental como creer que lo que no se nombra no existe. Tercer error garrafal: en una reunión de los padres de los niños con los implicados y sus papas, se “premió” el silencio o complicidad de los muchachos puesto que ninguno dijo cuál había sido el que se bajó los pantalones. Aún mas se insinuó “dejarlo entre nosotros” para no dañar el buen nombre del colegio. Pregunto, ¿estaremos ad-portas de convocar  con urgencia a una consulta anticorrupción doméstica? Cuarto error: no se habló para nada de reparación y consecuencias de lo acontecido. Entonces, ¿de qué manera se aprende si no hay consecuencias? No tienen que ser castigos necesariamente pero si deben existir efectos reparadores sobre los hechos. No los hubo. Quinto error (también garrafal): reunión (¿confrontación?) de alumnos acusados con los niños de Kinder. ¿En qué cabeza cabe?  Edades, diferencias, miedos y sin contar (al menos) con la presencia de sus padres. ¡Por Dios!  

La idea no es estigmatizar el colegio creyendo que es en el único que pueden suceder hechos así. Pero lo que si se debe corregir es la manera de afrontar lo sucedido.  Hoy en día las instituciones educativas están agobiadas por tutelas, derechos de petición y todo lo que la justicia tiene a mano cuando se presume un atropello o injusticia y los papas (que creen tener hijos “perfectos”) hacen uso indiscriminado de estas. “Todo” lo que va en contra de un hijo, por principio, pareciera que fuera persecución. Los padres miden fuerzas con el colegio y no se dejan ganar de “un profesorcito”. En mas de una ocasión “amarran” a las instituciones que no les queda otro camino que aceptar el poder paterno. Pero aquí, en el manejo de los padres frente a los colegios, existe un aprendizaje “pulpito” de corrupción doméstica que podría ser un buen inicio de cambio de mentalidad. Acatar las disposiciones después de la investigación respectiva es enseñar que papá y mamá no somos cómplices y que acatamos la ley. Clase elemental de anticorrupción doméstica. En definitiva, el hecho puede suceder en cualquier parte pero el manejo de los acontecimientos si  fue nefasto y es aquí donde cabe una inmensa responsabilidad del plantel.

Gloria H. @Revolturas