miércoles, 30 de mayo de 2018
martes, 29 de mayo de 2018
¿Obedecer o indignarse?
Como en cualquier acontecimiento humano, está el claroscuro. Luces
y sombras. Elementos muy positivos como la elección tranquila, gracias al
Presidente Santos que le apostó a la paz de este país. Sin importarle su prestigio
y la ingratitud de una nación que todavía no acepta los alcances de sus
actuaciones. Pero, el domingo vivimos la fiesta de la democracia, gracias a su
tesón. Será la historia, mucho mas desapasionada, la que le dará el lugar que
se merece.
Ahora a elegir entre obedecer o indignarse. Entre Uribe o Petro.
Como dicen los jóvenes, tenaz decisión. Hay que escoger entre dos “religiones”,
dos ideologías cargadas de extremismos. Lo que representan esas posiciones son
dos Colombias que no encuentran un lugar de consenso. Un lugar para darse la
mano y no destruir, un lugar donde quepamos todos. Cada una de estas ideologías
asusta por lo que tienen de excluyentes y claro, de semejantes. Son poseedoras
de la verdad y fuera de ellas “no hay salvación”. Es muy claro cómo los
extremos “se tocan” y cada uno, desde su radicalismo, dinamita todo lo que no coincida con su
ideario.
Dos hombres mesiánicos, soberbios y prepotentes. Uribe y Petro.
Para mi todavía no existe Duque, todavía es un fantasma que se infla desde la
brújula de Uribe. Todavía “no es él”. Es la creación de Uribe, el que diga
Uribe, para gobernar en cuerpo ajeno. Duque lo representa, simboliza la
condición de obedecer, sin chistar. En esta “religión” no se cuestiona. Se
requieren niños inmaduros que acaten todo lo que el padre caudillo diga. No hay
condiciones para refutarlo y mucho menos para aceptar posiciones intermedias.
Adherir a este extremo es volver a visibilizar a Ordoñez y su oscurantismo.
¿Qué lugar ocupará en ese eventual gobierno? ¿Y Vivian y su radicalismo
religioso cómo cobraran su adhesión de manera que Colombia se devuelva en
tantísimos avances logrados en inclusión y tolerancia? ¿El fanatismo de José
Obdulio dónde lo padeceremos? ¿Cómo será el instructivo de persecución a los
medios de Comunicación?
Hay muchas maneras de interpretar los hechos pero para mi, la
indignación promovida por Petro no logró los resultados esperados. Fajardo no
lleno plazas, le pisó los talones y para ello no necesitó un discurso
incendiario. Creer que Petro arrasaría por sus “plazas llenas” fue parte del
“incendio” que no se concretó en votos. Pero su deseo de convertir las
elecciones en una lucha de clases sigue vigente. Y allí existe el peligro de
querer destruir como si Colombia fuera un caos. Promover la indignación es
facilísimo y Petro construyó su propuesta dinamitando lo existente. Claro, para
construir él, porque él si se sabe hacerlo. Para empezar tiene la obligación
moral de rectificar si su segundo lugar es un fraude: lo pregonó a voz en
cuello, debe ser coherente y aclararlo. Fajardo no lleno plazas pero propuso
una alternativa. Y es allí donde hay un nuevo país, el del consenso que desafortunadamente
no logró derrotar al extremismo. Ninguno de los dos es una opción confiable,
pero ¿qué sigue?
El voto en blanco es posible pero optar por ello es como dejar la
responsabilidad en manos de otros. Estamos aquí y hay que “untarse” de lo que
hay. No es fácil porque no se elige desde
la abundancia sino desde “lo menos peor”. Es la patria y es la democracia.
Gloria H. @Revolturas
lunes, 28 de mayo de 2018
viernes, 25 de mayo de 2018
jueves, 24 de mayo de 2018
miércoles, 23 de mayo de 2018
martes, 22 de mayo de 2018
¿Cómo es un petrista?
Pero así como hay “religión uribista”, también existe religión
petrista. Es increíble el grado dependencia que estos dos personajes “causan” en
sus huestes. Caudillos mesiánicos, obnubilan con su presencia y sus seguidores
se convierten en fanáticos de una religión. O de un equipo de futbol. O de una
ideología que no acepta, no puede aceptar, otro principio diferente a la
palabra de su dios. A Uribe le nació “competidor” en endiosamiento y mesianismo.
Por algo se parecen tanto. Se alimentan de la rabia –es sorprendente- y es con
resentimiento, con odio, como desearían gobernar. Su espejo retrovisor es tan grande que no
tienen futuro, por mas palabrería que pronuncien. Es mirando para atrás,
“cobrando”, “el que la hace la paga”, como dizque quieren contribuir a crear
porvenir. Cuando se está con tanta carga de rencor y odio, lo único que se
destila es resentimiento. Uribe y Petro pareciera que compiten colocando
“oficinas de cobro” en el corazón de quienes los siguen. Lo único que anhelan
es tener poder para poder enderezar. Que en definitiva es cobrar.
Porque Uribe y Petro sí saben como hacerlo. Promoviendo la
indignación, extraen lo “peor” de quienes los siguen. Rabia, rencor, miedo,
prevención. Prometen “gobernar” pasando facturas. Tienen una mirada hacia el
pasado. O como muy bien escribe Adolfo Zableh, alimentan a “paramilitares del
teclado” u hordas de indignados. Es increíble lo fácil que es despertar el odio
en la esencia de los colombianos. Sí, definitivamente algo existe en los genes
de Colombia para resonar “tan fácil” con tanta indignación. “¿Cómo hacen para
vivir así? Es como si sólo tuviéramos dos velocidades: amor desmedido y odio extremo.
Es misma energía que hace que nos matemos entre nosotros si nuestro equipo de
futbol gana, o pierde, es la misma que nos hace combatir la violencia con mas
violencia. Es una fuerza vital, un motor de odio que tenemos adentro y aflora
con cualquier estímulo. Con muy poco en realidad”.
Los petristas se subieron al carro de la indignación. Para un
indignado no existe nada, absolutamente nada bueno. Hay que destruir para poder
construir (a su manera, claro). Ellos si saben hacerlo, ellos si son capaces.
Un “tibio” por el contrario no despierta “esa pasión” de odio, ni de rabia, ni
de rencor. Es neutro y para esta comunidad de indignación, esa pasividad no
genera ninguna clase de adhesión. No, el buen candidato es aquel que torea los
fantasmas interiores, aquel capaz de sintonizar con lo mas primario e
instintivo del ser humano. Puro cerebro límbico, reptiliano. Ningún filtro,
nada de educación y menos de mesura. ¿Quiere vomitar? Súbase al carro de los
indignados, Uribe o Petro y estará en su salsa. “Son de los suyos”, así es como
debe ser. El mundo está compuesto de buenos y malos, usted es de los buenos y
todos los demás son malos.
Puede que usted crea que una golondrina no hace verano y que su
voto “ni suma, ni quita”. Pero ojalá captáramos que estas votaciones no son
entre candidatos de uno u otra idea. Son elecciones entre el odio y la cordura.
Que le aportan o que revuelcan. Que destruyen o que construyen. Quienes le
apuestan a un país donde todos cabemos (todos) y quienes marcan la línea
divisoria (claro católica y cristiana) entre hijos de Dios o hijos del diablo.
Decida.
Gloria H. @Revolturas
lunes, 21 de mayo de 2018
viernes, 18 de mayo de 2018
jueves, 17 de mayo de 2018
miércoles, 16 de mayo de 2018
martes, 15 de mayo de 2018
¿Cómo es un uribista?
Cada vez que me encuentro con un uribista de mediana o fuerte
intensidad, me pregunto por la esencia de su personalidad. Amigo o desconocido
me impacta su manera casi servil de referirse a él, de hablarle, de
preguntarle, de dirigirse, como si fuera un ser divino, perfecto, intocable. ¿Qué hay en su interior, cómo logra admirar y
creer en un hombre tan controlador, perverso, dominante, contradictorio? ¿Qué
hay en una individualidad para creer (y necesitar) un caudillo, un dios, un
gurú? ¿Por qué nos enceguecemos ante el embrujo de alguien que decida por
nosotros? ¿Hasta que grado de servilismo se puede llegar? Hitler embrujó a un
todo un pueblo ¿Cómo? ¿Podría justificarse esta “adicción” en personas a las
que les quedó faltando papa? O desde el mundo espiritual, de evolución, la
pregunta sería ¿en qué nivel de conciencia se encuentran? Se cuestiona siempre la actitud de un drogadicto,
su adicción a aquello que lo domina, pero en el mundo existen muchísimas clases
de adicciones como los fanatismos o los sometimientos a algo o a alguien que
anula la propia individualidad. Uribe llega a ser para muchos, su droga, sin la
cual ni viven ni respiran. Igual sucede con las religiones, o los equipos de
futbol, o ciertas ideologías. Siempre existirán esta clase de “poderes”. ¿Cómo es la esencia de aquellos que caen en
estas “redes”?
O de pronto, como lo describen los niveles de conciencia, en esta
o en otras vidas, se debe transitar por ese estado de encantamiento. Por esa
“idiotez” donde no se tiene capacidad de
análisis y se secunda al pie de la letra a aquel o aquello que creemos tiene
“la verdad revelada”. Entonces, cuál niños de pecho, se acepta “todo” aquello que
el padre-Dios diga. Pero a medida que se crece se cuestiona el mensaje de los
mayores. Es la madurez. No crecer, no desprenderse, es seguir repitiendo la
enseñanza “inyectada”, como si el mundo se hubiera paralizado. La amenaza mas
grave a nivel de pensamiento es considerar que el mundo es estático, que nada
cambia. Pero el que no se crea en la evolución no significa que no se dé. El
mundo no está congelado.
El padre y la madre tienen un significado espacial desde la mirada
psicoanalítica. Cada uno desempeña una función que al final se traduce en el
desarrollo equilibrado de la personalidad del hijo. El padre es la ley, la
norma y la madre la satisfacción, el placer. ¿Qué le pasa a un uribista? ¿Le
quedó faltando papá? ¿No ha crecido? ¿Padece el síndrome de Estocolmo,
(identificación y necesidad de un padre-autoritario-ausente)? ¿El mundo materno
de la seducción (corrupción) lo obnubila y no logra aceptar determinaciones
jurídicas?
Colombia se ahoga en normas que no cumple. Somos hijos de la madre
“que complace” y protege pero huérfanos del padre-ley que organiza. Por eso es
tan sencillo violar la norma (el padre no significa, está ausente) y fácil
“convencer” (seducir) de la trampa. Corrupción ventiada. Un uribista necesita
al dios-padre dominante autoritario que lo lleve de su mano. Pero como es
infantil no lo cuestiona, ni siquiera puede interpretar sus twitters. ¿Quién
increpa a Uribe? El uribismo no es de iguales, es una religión con un dios y
súbditos. O un mundo materno omnipotente
(todo lo merezco) sin padre. Uribe entonces es “perfecto” para el huérfano
simbólico…
Gloria H. @Revolturas
viernes, 11 de mayo de 2018
jueves, 10 de mayo de 2018
martes, 8 de mayo de 2018
¿Mamá estas criando un Edipo?
Está sucediendo. El siglo XXI “resucitó” la tragedia de Sófocles y
la ha vuelto “pan de cada día”. Los Edipos se multiplican y para celebrar –otra
vez- el día de la madre, es pertinente revisar las relaciones madre-hijo (hombre)
y adentrarse en la construcción moderna del varón, donde la ausencia de padre
(autoritario, patriarcal y abusivo) desapareció para dejar otra clase de
problema. ¿Dónde está mi papá? Las roles
familiares han cambiado y seguir mirando con espejo retrovisor a la familia
“ideal”, la de las creencias religiosas, es un despropósito. Una nueva mujer,
dueña de su cuerpo (con la píldora anticonceptiva), capaz de ganar dinero, no
baja la cabeza ante el compañero. Tiene la opción de la independencia. No “necesita”
al hombre para sobrevivir económica y socialmente. Pero entonces su vacío
afectivo, (que si lo tiene) lo suple con su hijo varón. Se “apodera” de él para
no dejarlo ir. Le pertenece, la acompaña, la secunda y lo que es peor, fantasea
con que es su dueña. El hijo se convierte en su motor, su orgullo, su “obra
maestra”. Es su pareja, hace de pareja, lo usa como pareja y se gesta entonces la
“instalación” del Edipo. Ambos quedan atrapados, madre e hijo. Una nueva
modalidad de familia donde este hombre no logra desprenderse de su madre. La
sentencia patológica “primero conociste máma que esposa” en todo su apogeo.
Entonces mamá, en vísperas de su fiesta y antes de panegíricos
endulzados (o mentirosos) vale la pena revisar si está “criando” un Edipo en su
propia casa y con su total complacencia. Porque esta actitud es dañina.
Perjudica a su “retoño” y a todas las relaciones posteriores que este
construya. Si él se siente abocado a “escoger” entre su madre y su esposa (como
si estuviera ante 2 novias) significa que la madre está desempeñando un rol que
no le corresponde. Por lo general va camino de convertirlo en un pelele, en un
“bueno para nada” cuyo amor por la madre (afecto simbiótico) le impide crecer. E
irse. Es importante, mamá, caer en la cuenta que ese niño o adolescente no es
reemplazo de nadie y no puedo “utilizarlo” para compensar vacíos emocionales. A
los hijos e hijas hay que dejarlos ir.
Sí, la madre puede hacer daño. Los afectos maternos no siempre
están enfocados al bienestar de los hijos por mas que la cultura se empecine en
decir de que “todas las madres” quieren lo mejor. Una madre, desde su egoísmo o
patología, puede dar al traste con el futuro de sus hijos llenándolos de culpa
“por abandonarla”, es decir por crecer e independizarse. La madre (convertida
en suegra) puede convertirse en la peor enemiga de su nuera porque no acepta
ser reemplazada. Ese hijo (Edipo) empieza una verdadera tragedia (al puro
estilo griego) porque carece de argumentos racionales para encontrar un camino
independiente. La culpa obnubila cualquier razonamiento. No hay que olvidar que
no existe poder mas intenso que una madre manipuladora. ¡Y si que las hay!
Edipo se multiplica por cambios en la familia. Mujeres solas,
fuertes y guerreras, la sacan adelante: la hija “copia” su empuje pero el hijo
queda atrapado como soporte “masculino” de mamá. Las consecuencias están a la
vista. Es una “nueva” familia diferente a la conocida. ¿Mamá, estas criando un
Edipo? Mas datos en libro “Donde está mi papá”, le sorprenderá.
Gloria H. @Revolturas
viernes, 4 de mayo de 2018
jueves, 3 de mayo de 2018
miércoles, 2 de mayo de 2018
martes, 1 de mayo de 2018
La familia de Claudia
…o de cualquiera está sujeta a esas diferencias. A que un hijo
piense de una manera y otro de forma contraria. A que la hija sea uribista
furibunda y su mamá resulte petrista consumada. Lo doloroso (que huele a
traición) es que la madre recalque su petrismo aduciendo que es mamá de quien
se ha caracterizado por un uribismo desbordado y excluyente hasta el punto que
contaminó su labor periodística con un sello que terminó perjudicando a su
medio de información. Recalcar que es la madre de Claudia, qué pena, es una
forma de venganza sutil contra los planteamientos de la hija. Claro, como lo
dice extraordinariamente la caricatura de Mheo, “si a mamá no le gusta el
trabajo que hago debió habérmelo dicho directamente”. Al hacerlo público, “destapó” un problema
familiar, que “huele” a retaliación. “Para que sepan, soy la mamá de Claudia
Gurisatti”. Claro, su declaración importa por ser precisamente su relación
familiar la que hace mas impactante su adicción a Petro. Pero, ¿contra quien iba? ¿A quién quería
lastimar?
Conocí al abuelo de Claudia, Antonio Gurisatti hace muchos años,
al lado de su esposa Lucía (a quien Claudia tildó alguna vez de loca). El dr.
Gurisatti arquitecto, profesor de la U. del Valle, pintaba bellísimos paisajes
vallecaucanos. Vivían en el tradicional barrio El Lido de Cali y recuerdo que a
la entrada del garaje el dr. Antonio “acumulaba” un armatoste enorme, un primer
modelo de computador, que ya no se usaba pero del que no sabía como “desprenderse”.
Era un hombre cálido, especial, sencillo, sin ínfulas de ninguna clase. En esa
época, sus nietas Claudia e Isabela, vivían en Buga, en medio de un conflicto
familiar entre sus padres. “A
mi hermana y a mí, nos secuestró mi abuela paterna y nos llevó a una finca en
los Farallones. Nos tuvo allá tres meses.
Mi abuela, la italiano-rumana, era más loca que una cabra. Ella no era
normal. Era brillante, inteligente, pero de impulsos. Y llegó a la casa,
mientras mi mamá estaba en la universidad y nos cogió y se perdió con nosotras
en una finca prestada. La pelea familiar fue horrible. El desespero de mi mamá
buscándonos, pensando que nos habían sacado del país. Mi papá y mi abuelo no decían
nada. Al final, una vecina contó que nos había visto salir, los agentes dieron
con quién había prestado la finca y nos rescataron. Mi abuela los recibió
escopetada y todo. La detuvieron, pero mi mamá no le quiso poner el denuncio
porque le dio pesar y la cosa quedó así. (…) Mi abuela después pidió perdón. Y
cuando se enfermó, mi mamá estuvo con ella y la cuidó”. (Bocas, El Tiempo).
¿Qué queda en la familia de Claudia de este asunto? Lo
que es claro es que ningún clan es perfecto. Desidealizarlo es parte del proceso
de crecer. Pero eso no evita que heredemos los problemas de nuestros antepasados,
de nuestros padres y abuelos. ¿Qué tiene
Claudia de esta historia? A quién le es leal con su actitud desafiante ¿a la
abuela “loca”, a la madre “traicionera”?
Si, hay formas de “sanar” el alma familia a través de herramientas
psicológicas como Constelaciones Familiares. Pero es obvio que en la familia de
Claudia todavía existen pendientes que al ser ella tan pública y agresiva se los
están cobrando. Empezando por su madre…
Claudia pide respeto para ella y su mamá. No es un momento fácil.
Gloria H. @Revolturas
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