martes, 24 de mayo de 2016

Reconocimiento

   
Tan chévere que se siente cuando alguien reconoce tu trabajo. O tu generosidad. O tu saber. El reconocimiento, que no debe necesitarse, es un estímulo a tu ego, a tu yo interior y casi nunca cae mal. Algunos, afuera, creen en lo mismo que tu, coinciden contigo y como se dice en términos energéticos, resuenan contigo. Somos seres de energía y por lo tanto, esas energías coinciden y “engrandecen” tu yo. No debe necesitarse porque no se debe vivir para merecer aprobación. Vivir del reconocimiento es peligrosísimo porque es vivir de la aplauso externo, absolutamente volátil.  Tendrías que convertirte en una marioneta, con todas las contradicciones posibles, en una incoherencia absoluta, rozando los límites de la perversión. No hay que olvidar que (en una definición muy amplia), perversión en términos psicoanalíticos es lo que confunde, lo que enreda.

Debió ser muy estimulante para Marisa Uribe, dueña de Críos, recibir reconocimiento por su trabajo de educadora preescolar. ¡Gratificante! Su directora precisa también que cobra matrícula por semestre, 2 veces al año: está claro, es la única que lo hace.  La paradoja radica en que así como Marisa siente y disfruta el reconocimiento público, fue ella quien desconoció el trabajo de los Jardines Infantiles antes de su llegada a Cali. “Taller de Anik”, “Carolina”, “Bam-Bam”, “Párvulos”, “Principito”, “Pulgarcito”, “El Ringlete”, “Michín”, “Jardín de Carla”, por nombrar algunos fueron las instituciones a las que molestó con la entrevista. Ella no tenía por qué conocer el trabajo serio, responsable y actualizado de estos Jardines cuando llegó, pero el que no lo conociera no significa que no existiera. Lo desagradable es que para brillar se desconozca el logro de otros. Destacar el trabajo de Críos no borra la agresión a tantísimas instituciones comprometidas que venían trabajando con iguales y hasta mejores logros a los que ella implementó a su llegada.

La palabra escrita es contundente. La entrevista consigna 4 veces la expresión “la primera” para hablar de realizaciones, lo que es injusto con organizaciones que trabajaban ya en lo que ella “descubrió”. ‘Primero’ significa que no había nada antes, que es el inicio de algo por construir. Y así como ella reclama y disfruta del reconocimiento porque su trabajo es bueno, de igual manera las directoras de instituciones “agredidas” al desconocerlas en sus logros y trayectoria, sintieron el golpe del atropello .  

En definitiva, el asunto no vale la pena, “no va mas”. Lo importante es destacar cómo a veces, en la conducta humana se construye reconocimiento desconociendo a otros. Se brilla  opacando a otros. ¿Qué tan humana es esa conducta? Hay personalidades que necesitan ser “las primeras” cuando, total, no importa. La competencia  estimula este comportamiento. Lo valioso no es ser el primero sino ser un eslabón de la cadena de aportes a la condición humana. El bellísimo video de Ubuntu es una prueba fehaciente de cómo se logra mas colaborando que lanzándose a la idea de llegar antes que otros.  A la larga un trabajo, un logro, un saber se diluye en miles de personas que  logran mejor calidad de vida. Algunos los mejoran, otros los modifican pero lo significativo es la conciencia de que formas parte de un todo y allí está tu sello.

Gloria H. @revolturas.

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