Tan chévere que se siente cuando alguien reconoce tu trabajo. O tu
generosidad. O tu saber. El reconocimiento, que no debe necesitarse, es un
estímulo a tu ego, a tu yo interior y casi nunca cae mal. Algunos, afuera,
creen en lo mismo que tu, coinciden contigo y como se dice en términos
energéticos, resuenan contigo. Somos seres de energía y por lo tanto, esas
energías coinciden y “engrandecen” tu yo. No debe necesitarse porque no se debe
vivir para merecer aprobación. Vivir del reconocimiento es peligrosísimo porque
es vivir de la aplauso externo, absolutamente volátil. Tendrías que convertirte en una marioneta,
con todas las contradicciones posibles, en una incoherencia absoluta, rozando
los límites de la perversión. No hay que olvidar que (en una definición muy
amplia), perversión en términos psicoanalíticos es lo que confunde, lo que
enreda.
Debió ser muy estimulante para Marisa Uribe, dueña de Críos, recibir
reconocimiento por su trabajo de educadora preescolar. ¡Gratificante! Su
directora precisa también que cobra matrícula por semestre, 2 veces al año:
está claro, es la única que lo hace. La
paradoja radica en que así como Marisa siente y disfruta el reconocimiento
público, fue ella quien desconoció el trabajo de los Jardines Infantiles antes
de su llegada a Cali. “Taller de Anik”, “Carolina”, “Bam-Bam”, “Párvulos”, “Principito”,
“Pulgarcito”, “El Ringlete”, “Michín”, “Jardín de Carla”, por nombrar algunos
fueron las instituciones a las que molestó con la entrevista. Ella no tenía por
qué conocer el trabajo serio, responsable y actualizado de estos Jardines cuando
llegó, pero el que no lo conociera no significa que no existiera. Lo
desagradable es que para brillar se desconozca el logro de otros. Destacar el
trabajo de Críos no borra la agresión a tantísimas instituciones comprometidas
que venían trabajando con iguales y hasta mejores logros a los que ella
implementó a su llegada.
La palabra escrita es contundente. La entrevista consigna 4 veces
la expresión “la primera” para hablar de realizaciones, lo que es injusto con
organizaciones que trabajaban ya en lo que ella “descubrió”. ‘Primero’
significa que no había nada antes, que es el inicio de algo por construir. Y
así como ella reclama y disfruta del reconocimiento porque su trabajo es bueno,
de igual manera las directoras de instituciones “agredidas” al desconocerlas en
sus logros y trayectoria, sintieron el golpe del atropello .
En definitiva, el asunto no vale la pena, “no va mas”. Lo
importante es destacar cómo a veces, en la conducta humana se construye
reconocimiento desconociendo a otros. Se brilla opacando a otros. ¿Qué tan humana es esa
conducta? Hay personalidades que necesitan ser “las primeras” cuando, total, no
importa. La competencia estimula este
comportamiento. Lo valioso no es ser el primero sino ser un eslabón de la
cadena de aportes a la condición humana. El bellísimo video de Ubuntu es una
prueba fehaciente de cómo se logra mas colaborando que lanzándose a la idea de
llegar antes que otros. A la larga un
trabajo, un logro, un saber se diluye en miles de personas que logran mejor calidad de vida. Algunos los
mejoran, otros los modifican pero lo significativo es la conciencia de que
formas parte de un todo y allí está tu sello.
Gloria H. @revolturas.

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