martes, 31 de mayo de 2016

“No tengo hijos”


Salud Hernández está libre. Y haciendo mérito al dicho popular “habla mas que secuestrado recién liberado”, entre lo que expresó vale la pena destacar “no tengo hijos y puedo hacer lo que se me antoje”. Temeraria, audaz, provocadora, desafiante, no hay vincularidad con hijos que ‘impedirían’ esta clase de comportamientos. Los hijos entonces, son una ‘amorosa atadura’ que impiden ciertas conductas en hombres y mujeres. Son una motivación para la vida pero es obvio que también se convierten en obstáculo para que algunos hagan lo que les plazca. Y con mayor énfasis en el mundo de hoy, tan ávido de libertad y evasión de compromisos. ¿Después de lo sucedido, cuántos periodistas no envidiaran “la libertad” de Salud para hacer su trabajo sin la atadura parental? Porque, que “todo” un Estado se “preocupe” por cuidarte puede ser una tentación llamativa para muchos egos periodísticos y mas sin hijos de por medio.

Con un hijo es difícil vivir al día, de impulso. Aun cuando aceptemos que el futuro no existe, que está por construirse, cuando hay niños lo que está por venir puede aparecer como un fantasma que atemoriza. ¿Qué sucederá? ¿Qué les podría pasar a ellos? Por eso tal vez hoy, mas hombres y mujeres deciden vivir juntos pero sin descendencia, sin compromisos que aten a través de los hijos. Como tu pareja no es de tu familia si la relación termina y no hay hijos, compruebas que se acabó el amor y “chao pescao”.  Se acabó el afecto y cada uno toma su camino. Ni ataduras, ni peleas, ni pendientes. ¡Sencillo!

Los hijos amarran, condicionan. Hasta atrapan. Son fuente de inmensa satisfacción pero también pueden ser una pesadilla.  Con las mejores buenas intenciones para educarlos y de pronto ni siquiera sabes (o entiendes) por qué se comportan de tal o cual manera. Cuándo te avergüenzan, cuándo te llenan de satisfacción. La idea religiosa de la Sagrada Familia se pulveriza a pasos agigantados y el molde tradicional de papá, mamá e hijos se difumina mas y mas. Parejas del mismo sexo, abuelos con nietos, parejas dinky  (double-income, no kids, sueldo doble sin hijos) todo evoluciona. Lo que se decanta en este nuevo concepto de vida es que los hijos o las hijas no están ‘encargados’ de la realización personal de nadie. La maternidad no es el único camino de satisfacción para una mujer. Nunca ha sido el ‘único’ camino de un hombre y ahora es la mujer la que también concluye que puede ser feliz y realizada sin tener que ser madre.

La idea romántica (o religiosa) de un niño sonriente mientras te dice papá o mamá es bellísima pero no siempre sucede. Cuántos padres no quisieran “devolver” sus hijos o entregárselos a “alguien” para que los terminen de educar. Hoy, en Psicología se hace  énfasis en el transgeneracional, en el árbol genealógico, donde se explica cómo heredamos los errores de nuestros antepasados. Existe “el alma familiar”, como también existe el alma colombiana que nos cobija con lo bueno y malo que acontece en el país, así no tengamos vínculo directo con los hechos. Los hijos no siempre son “lo mejor” que le ocurre a un hombre y una mujer. En medio de las celebraciones de madre y padre, una reflexión sobre el significado de tener hijos siempre será bienvenida. Para que  la evolución no nos sorprenda.
Gloria H. @revolturas.

miércoles, 25 de mayo de 2016

martes, 24 de mayo de 2016

Debería


En términos psicológicos los “debería” son fatales. Obedecen mas a situaciones ideales y perfectas que a realidades cotidianas y alcanzables. ‘Debería’ es un concepto  fruto de expectativas que pertenecen a un mundo perfecto. Sólo que…la perfección es inhumana, no puede darse en nuestra condición de seres finitos. Ir en pos de ella es una utopía. Trae desilusión, desesperanza, apatía, inconformidad. Hay que encaminar esfuerzos para acercarse al ideal pero este nunca se alcanza, ¡es ideal! Es la fatalidad de la existencia.

Toda la carreta anterior para referirme al papel del Estado frente a los ciudadanos. No sólo del estado colombiano sino de cualquiera. Los Estados ‘deberían’ velar por sus ciudadanos pero hay que entender también que no pueden actuar como padres de niños o niñas rebeldes o desobedientes. A los individuos nos cabe un mínimo de responsabilidad como miembros de una comunidad. Lavarse las manos para ‘exigir’ que el Estado supla todas nuestras necesidades y caprichos, es definitivamente una actitud infantil. La cédula o mayoría de edad no sólo es un documento necesario para votar sino que, se espera, aporte conciencia sobre nuestro papel dentro de la sociedad en que vivimos.

Si hay una amenaza de erupción en un volcán o un peligro generado por reacciones naturales, por ejemplo, el Estado tiene la obligación de advertir sobre el peligro pero no puede irse detrás de cada ciudadano y ’obligarlo’ a tomar conciencia. En lugares de peligro comunitario, los Estados alertan sobre los riesgos pero si los ciudadanos deciden ‘no moverse’, no evacuar, el Estado no puede evitar las consecuencias de esta decisión. Fue realmente desastroso el episodio de Rosa Cely cuando la abogada acusa a la víctima de responsabilidad en su actuar. Pero, en otros casos, si el individuo ‘busca’ ser víctima, desafía el peligro, reta la cordura, pregunto ¿qué tanta responsabilidad le cabe al Estado en las consecuencias de su actuar?

Salud Hernández se metió a la boca del lobo. Ella lo sabía, era muy consciente de ello. Por una necesidad de realizar una visión ‘objetiva’ de los acontecimientos, o por hacer una crónica, o por desafiar al Presidente (cercana a Pacho Santos, detesta a Juan Manuel), o por todas las anteriores, es posible que esté en manos del ELN. El estado tiene la obligación de intentar liberarla, pero ¿qué tanta responsabilidad le cabe a ella en esta acción? Salud ha sido desafiante, aguerrida, retadora. No se está metiendo con ovejas sino con verdaderos lobos, machistas, sin escrúpulos y sin conciencia. ¿El que el Estado tenga el deber de protegerme y garantizar la vida significa que puedo desafiar los reales peligros de las situaciones? ¿Por qué, entonces, existen circulares rojas que advierten de peligros en determinados lugares del planeta?  ¿El ciudadano que desafía la advertencia es responsable de las consecuencias o el Estado debe actuar como papá que ‘cuida’ al hijo díscolo, cualquiera que sea su actuar?

El proceso de paz está llevando a actuaciones increíbles para probar quién tiene la razón. Alguien decía que es mas fácil la guerra que la paz. Es mejor continuar en la confrontación que empezar un nuevo camino. La resistencia al cambio es descomunal porque lo nuevo, así sea la paz, asusta. ¡Es la condición humana!


Gloria H. @revolturas

Reconocimiento

   
Tan chévere que se siente cuando alguien reconoce tu trabajo. O tu generosidad. O tu saber. El reconocimiento, que no debe necesitarse, es un estímulo a tu ego, a tu yo interior y casi nunca cae mal. Algunos, afuera, creen en lo mismo que tu, coinciden contigo y como se dice en términos energéticos, resuenan contigo. Somos seres de energía y por lo tanto, esas energías coinciden y “engrandecen” tu yo. No debe necesitarse porque no se debe vivir para merecer aprobación. Vivir del reconocimiento es peligrosísimo porque es vivir de la aplauso externo, absolutamente volátil.  Tendrías que convertirte en una marioneta, con todas las contradicciones posibles, en una incoherencia absoluta, rozando los límites de la perversión. No hay que olvidar que (en una definición muy amplia), perversión en términos psicoanalíticos es lo que confunde, lo que enreda.

Debió ser muy estimulante para Marisa Uribe, dueña de Críos, recibir reconocimiento por su trabajo de educadora preescolar. ¡Gratificante! Su directora precisa también que cobra matrícula por semestre, 2 veces al año: está claro, es la única que lo hace.  La paradoja radica en que así como Marisa siente y disfruta el reconocimiento público, fue ella quien desconoció el trabajo de los Jardines Infantiles antes de su llegada a Cali. “Taller de Anik”, “Carolina”, “Bam-Bam”, “Párvulos”, “Principito”, “Pulgarcito”, “El Ringlete”, “Michín”, “Jardín de Carla”, por nombrar algunos fueron las instituciones a las que molestó con la entrevista. Ella no tenía por qué conocer el trabajo serio, responsable y actualizado de estos Jardines cuando llegó, pero el que no lo conociera no significa que no existiera. Lo desagradable es que para brillar se desconozca el logro de otros. Destacar el trabajo de Críos no borra la agresión a tantísimas instituciones comprometidas que venían trabajando con iguales y hasta mejores logros a los que ella implementó a su llegada.

La palabra escrita es contundente. La entrevista consigna 4 veces la expresión “la primera” para hablar de realizaciones, lo que es injusto con organizaciones que trabajaban ya en lo que ella “descubrió”. ‘Primero’ significa que no había nada antes, que es el inicio de algo por construir. Y así como ella reclama y disfruta del reconocimiento porque su trabajo es bueno, de igual manera las directoras de instituciones “agredidas” al desconocerlas en sus logros y trayectoria, sintieron el golpe del atropello .  

En definitiva, el asunto no vale la pena, “no va mas”. Lo importante es destacar cómo a veces, en la conducta humana se construye reconocimiento desconociendo a otros. Se brilla  opacando a otros. ¿Qué tan humana es esa conducta? Hay personalidades que necesitan ser “las primeras” cuando, total, no importa. La competencia  estimula este comportamiento. Lo valioso no es ser el primero sino ser un eslabón de la cadena de aportes a la condición humana. El bellísimo video de Ubuntu es una prueba fehaciente de cómo se logra mas colaborando que lanzándose a la idea de llegar antes que otros.  A la larga un trabajo, un logro, un saber se diluye en miles de personas que  logran mejor calidad de vida. Algunos los mejoran, otros los modifican pero lo significativo es la conciencia de que formas parte de un todo y allí está tu sello.

Gloria H. @revolturas.

lunes, 23 de mayo de 2016

viernes, 20 de mayo de 2016

miércoles, 18 de mayo de 2016

martes, 17 de mayo de 2016

¿Educadora confundida?


En un reportaje el periodista transcribe lo que el entrevistado dice. No es un trabajo de investigación. Y si el entrevistado afirma que ‘él es Dios’, el periodista puede inquietarse, dudar, preguntar, pero en definitiva consigna lo que le dijo el entrevistado.

Traigo a colación esta introducción para referirme a la entrevista que el viernes la revista Gente le hizo a la educadora Maritza Uribe de Bonilla, dueña del jardín Infantil Críos. Sus declaraciones han causado inmenso malestar porque no hay actitud mas desagradable que creerse “únicos e insustituibles”. En provincia decimos que a veces los bogotanos tienen unos aires de superioridad atropelladores puesto que actúan como si “colonizaran” al resto del país. Se consideran “los mas” puesto que creen que están rodeados de personas ignorantes, provincianas y pueblerinas. Qué hartera. Alguien lo explicaría como “la culera bogotana”. Pues bien, en la entrevista Maritza cuenta cómo ella, llegó a Cali desde Bogotá hace 27 años, después de estudiar en Toronto. Aquí, descubrió e implementó cosas que “nadie había realizado en Cali”. “Al principio muchos la miraron con extrañeza porque su jardín infantil fue el primero que … ”

El reportaje es descrestante: ella fue “la primera” que consideró importante que un médico, un psicólogo y una fonaudióloga estuvieran de planta en un Jardín Infantil. Fue la primera que aprendió “hechos que nadie mas conocía” en Cali. Supo de conexiones cerebrales en el mundo de los niños y trabajó por áreas “como nadie mas lo había hecho en nuestra tierra”. Sus respuestas son molestas y chocantes por presuntuosas y equivocadas. Para un grupo de educadoras y directoras de jardines Infantiles, mucho mas antiguos que Críos de 27 años, Maritza está faltando a la verdad desconociendo lo que había antes de que ella “nos alfabetizara”: instituciones educativas de trayectoria, con trabajos serios de investigación en educación infantil. Pero Maritza, se cree “la primera”. Nadie como ella había logrado ver y aprender lo que le aportó a la “ignorante Cali”. Ella “sorprendió”  (¿a quienes?) con su saber…  En lo que si fue pionera fue en cobrar matrícula 2 veces por año. ¡Nadie lo hace como ella!

Lo que impacta es que sea una educadora con conocimiento, experiencia y conciencia la que pueda expresar (y creerse) esas “verdades” totalmente contrarias a la realidad.  ¿Por qué la mentira y la distorsión se están convirtiendo en algo habitual en el diario vivir? ¿Así educamos y transmitimos valores? ¿Por qué mi fantasía la propago como verdad universal? Existen tantos hechos y datos que “tumban” la teoría de la directora de Críos. Las Escuelas Maternales en Cali y la Asociación de Preescolar del Valle desde esa época eran pioneras en Colombia en trabajos interdisciplinarios  de avanzada en el campo de la educación infantil. Si Maritza lo desconocía no significaba que no existieran. Si no encontró Jardín para su hija, no significó que no los hubiera y de excelente calidad y conocimiento.

¡Qué coincidencia! Me pregunto si esta idea de creerse su propio cuento tiene algo que ver con el apellido cualquiera que sea su región. ¿Será que el “Uribe” tiene incluído un gen de distorsión de la realidad? Sobre el tapete la harta sensación de una mentira descomunal de una educadora confundida.

Gloria H. @revolturas

lunes, 16 de mayo de 2016

viernes, 13 de mayo de 2016

jueves, 12 de mayo de 2016

miércoles, 11 de mayo de 2016

martes, 10 de mayo de 2016

Los hijos de la rabia

No son tantos como se cree pero están por todo lado. Hacen bulla, gritan, vociferan. Se notan donde quiera que se ubiquen precisamente por su escandalera. Nunca pasan desapercibidos. ¿Cómo no va a ser mas notorio un individuo vociferante que uno pacífico? ¿Cómo no va ser mas llamativo el que vomita que el que sonríe? No me imagino cómo se despiertan, ni siquiera con lo que sueñan. Aun en el descanso las imágenes del desastre, de la venganza, de la rabia, los tienen que invadir. ¿Desde que universo paralelo contienen tanta rabia?  Siempre están de mal genio, mal encarados. Son expertos en buscar defectos, hurgan en las alcantarillas, se regodean con el mal. Pareciera que sus rostros no “resisten” una sonrisa (¿creerán que se ‘desfiguran’?).

Claro, se nutren encontrando errores, falencias, defectos. Es su especialidad. Como el vampiro que necesita sangre para sobrevivir, los hijos e hijas de la rabia necesitan defectos. Urgen la dificultad, el mal momento, las equivocaciones. ¡Son su alimento! Si existiera la perfección, ellos se suicidarían. ¿Cómo vivir en un mundo en que las cosas no estén mal si ellos necesitan los problemas como forma de vida? Son expertos en notar lo que falta, lo que no se ha terminado, el bombillo apagado en medio de 30 prendidos, el punto negro en el telón blanco. No miran el panorama general porque se enredan en el detalle, en la coma mal puesta, son milimétricos, austeros, cizañosos. Vivir con ellos, compartir día a día pone a prueba toda la salud mental de quienes lo soportan. Porque por ningún lado están bien. Nada les satisface, siempre quedó faltando. Si lo conseguiste azul, era rojo. Si era de punticos, ellos anhelaban las rayas… Siempre están marcando, reclamando, esperando que las cosas sean diferentes. Ellos o ellas lo habrían hecho ‘bien’, pero tu no… Las fallas están en los demás. Ellos advirtieron, ellos enseñaron, ellos aclararon.

Muchas veces me he preguntado que ‘fabrica’ esta clase de personajes. ¿Su frustración es propia, es hija de sus padres, de sus ancestros o todas las anteriores? Porque la rabia ancestral es demoledora: se vive en el presente pero no se halla la causa para sentirla en proporciones tan desmesuradas. Pero está allí, en las entrañas. Parecen poseídos, como si la ira fuera una adherencia que se pegó a sus vísceras y entonces lo único que pueden producir es mas rabia. Sus voces son chillonas, graves, alteradas. No importa ni sexo, ni raza, ni religión. Siempre están vomitando, siempre.  Parecen seres desamparados, huérfanos de una palabra de afecto, que le cobran a los demás su ‘desgracia’ de existir. El mundo no es perfecto y ellos se lamentan de ese ‘defecto’. Ni imaginar cómo les duele un acierto, un logro, que alguien consiga la meta. No soportan que a otros les vaya bien, no resisten el bien de los demás.

Cuando hay tanta rabia está la sensación de que ‘el mundo nos debe’. Como si mereciéramos mas, como si nos hubieran robado. Alguien nos falló ¿quién? Afuera se percibe el vómito visceral de la ira. Adentro un infierno desesperante: la peor desgracia, soportarse a si mismos, vivir en la amargura. Ser verdugo y víctima de la propia rabia. No poder romper las cadenas y tener que aguantarse a ese inquilino interior todos los días. Desesperante vida. ¿Conoce a alguien?

Gloria H. @revolturas 

viernes, 6 de mayo de 2016

jueves, 5 de mayo de 2016

miércoles, 4 de mayo de 2016

martes, 3 de mayo de 2016

La madre como suegra


¿No se ha preguntado por qué la misma mujer que genera tantos amores como madre, produce tantos rechazos como suegra? El “empaque” es el mismo. Como mover un swiche y  pasar de positivo a negativo. Como si manejáramos doble personalidad y el panegírico que se le hace a la madre se convirtiera en diatriba cuando se habla de suegra. En definitiva es la misma mujer, oficiando en lugares diferentes… “Adorable” con sus hijos y monstruosa con la “nueva” parentela. ¿Qué la hace “cambiar” de manera tan abrupta?

Lo que sucede es que “nunca” es otra. Siempre es la misma persona, sólo que al idealizarla como madre, inconscientemente se necesita construir un contrapeso a “tanta” perfección con el fantasma de la suegra y  su exageración. En letra clara, entre mas se idealice a la madre, mas se denigra de la suegra. La perfección de la una alimenta la monstruosidad de la otra. Lógico, ambos extremos son errados. La celebración del día de la madre es una buena excusa para intentar revisar esta “malformación” cultural. Aceptando que toda idealización conlleva rabia guardada. Si revisamos a la madre, revisamos a la suegra. La madre puede ser a la vez gestora de vida,  educadora, manipuladora, suegra y castradora: ningún otro rol humano “ocupa” tantas sillas, de tan diversas formas, tamaños y consecuencias. Dada su importancia, también puede ser la dimensión de su daño. No, no se encrespe. La madre también hace daño cualquiera que sea su lugar cuando abusa de su importancia y poder. ¿De dónde sacamos la idea de que la maternidad gradúa? ¿Fue acaso la religión la que santificó a la mujer-madre, para atraparla en ese rol, “amarrarla” a los hijos y asegurarse de que la tenía “controlada”? Quien lo creyera, para los hombres el “poder” de la mujer como madre ha sido amenazante puesto que hasta que no surgió la genética, el varón nunca sabía con certeza cuáles eran sus hijos, ni qué tan fiel era su compañera. “Dependía” de la versión femenina y ese acto de “humillación” ha sido muy denigrante para la cultura patriarcal.


Pero la mujer, entre mas “perfecta”(un imposible) se crea como madre, entre mas proteja a sus retoños, no permite que ellos crezcan y nadie se les puede acercar porque nadie le da la talla. Ella es la primera, la única, la mejor, ¿acaso no vive para sus hijos? Desde su poder afectivo valida una sentencia lapidaria: “primero conociste máma que esposa”. Todo lo nuevo que llegue tiene que ir “después”, porque la cuenta de cobro por el sacrificio de su vida está sobre la mesa. La perfección maternal agria el futuro de los hijos. Los atrapa en un amor tóxico que impide el crecimiento personal, la autonomía y el intercambio con otras opciones de vida. La madre “perfecta” lo puede todo, lo colma todo. La madre perfecta es la principal gestora de la suegra horrorosa. Y lo que es peor aún, daña el futuro de sus hijos al invadirlos de  culpas, deudas emocionales, apegos y dependencias lo que impide un crecimiento con autonomía y seguridad. La culpa que genera la madre cuando reclama a sus hijos “irse” con otros “extraños” para hacer vida propia, es demoledora. Puede llegar a destruir sus vidas. Qué paradoja la madre castradora da  vida biológica pero castra  vida emocional. ¡Y la cultura añorando perpetuar esta idealización! ¿Usted también? 

Gloria H. @revolturas

lunes, 2 de mayo de 2016