Uno de los efectos
más nefastos que nos han legado la razón y la mente es el desprecio por la
magia, por la alquimia, por lo no visible y comprobable. Para la razón, la
magia es hija de la ignorancia y de creencias ilusas o infantiles. La magia es
tratada con desprecio y quienes creen en ella o la practican son ridiculizados
y despreciados, como parias de la inteligencia. La frontera entre lo correcto,
aceptado y lógico, por un lado y las coincidencias, los milagros y la intuición
del otro, es tan pero tan contundente que parece que pertenecieran a seres de
mundos diferentes. Olvidando precisamente, que la alquimia es la madre de la
magia y que en su momento fue la “ciencia” de la historia. La alquimia o la
magia es el arte de la transformación. Los alquimistas eran los seres que
lograban transformar la realidad.
¡Y pensar que todos tenemos la capacidad de ser magos! Que todos los
humanos estamos conectados con dimensiones donde la lógica no existe y donde el
poder de cambiar lo visible
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