Y se llegó el día del padre! El próximo domingo se conmemora la
celebración y es entonces cuando las cosas se ponen color de hormiga. Social,
culturalmente, no significan lo mismo el día del padre y el de la madre.
Pareciera como si la celebración del progenitor fuera como "por no
dejar", como premio de consolación, como por remediar el entuerto. La mamá
se merece todos los honores, los aplausos, las antologías cursis o sensatas,
todo es para mamá, la reina del hogar. Al pobre papá, si acaso un detallito, un
abrazo, y pare de contar. De alguna manera es tan grande la diferencia que no
existe "mentada de padre", sino de madre. Como si por igual ambos no pudieran
hacer lo mismo. Qué es lo que sucede
entonces con papá?
Lo que es obvio hoy en día es que
en el cuestionamiento que vivimos, donde todo se pone en duda, el papel del
padre es uno de los mas controvertidos. Qué tanto se necesita un papá? O mejor,
qué significa ser papá? Teorías modernas han puesto sobre el tapete el temor y
la envidia masculinos ante las mujeres. "En vez de contemplr a la mujer
como un "hombre castrado", se ha considerado al hombre como
psicosexualmente mas frágil que la mujer. Esta fragilidad se observa sobre todo
en el paso de un muchacho a la madurez y en la vulnerabilidad sexual de un
hombre. Eso quizás explique la necesidad de los hombres de someter a las
mujeres. Una consecuencia de la maternidad femenina parece ser que para las
muchachas es mas fácil hacerse mujeres que para los muchachos hacerse hombres.
(...)Los hombres se hacen hombres llevando a cabo empresas, haciendo mas que
siendo."
El final del siglo ha abierto las puertas a las preguntas. Podemos
interrogarnos!Y el primero que debe sentir el cuesionamiento es el papá, mejor
dicho el hombre. La cultura entera se resquebraja se atreve a dudar de lo que
siempre ha creído.Y el hombre está inmerso en la duda, en la ausencia de
certezas. Puede atreverse a ser humano, es decir, a ser frágil, a equivocarse,
a no sabérselas todas. El hombre está en el banquillo, pero no porque la mujer
lo ubique allí, sino porque de tanto creerse el cuento de que era el rey del
mundo, empezó a encontrarse con la verdad de su mundo. Ser hombre no es ni un
privilegio, ni un poder, ni un don. Es una circunstancia, al igual que lo es
ser mujer, y desde ese lugar, desde la finitud y complejidad de ser humano, se
construyen la sexualidad, la vida y el amor.
El hombre merece un
reconocimiento como papá, como un ser complejo, con capacidad para la lucha,
con temores, con grandes dosis de ternura, con la claridad que para ser él, no
necesita someter a nadie, ni hacer alardes de privilegios, ni vanagloriarse de
su dureza. Ser hombre también implica poder tener un corazón, una sensibilidad,
una intuición, la creatividad, ganas de llorar, estar asustado. Además, en
honor a la verdad, ser padre es un acto de fé. Por lo mismo ser papá no es
fácil, porque no es fácil ser hombre y sentir que no se tiene el poder del
mundo. Pero las nuevas generaciones necesitan hombres y mujeres, papas y mamas
humanos, sin actitudes prepotentes o soberbias, sin necesidad de transmitir
miedo para merecer autoridad y respeto. Para todos aquellos papas que hoy se
están atreviendo a cuestionar su papel como hombres, va un reconocimiento y un
sincero abrazo. En definitiva ningún rol u oficio puede desempeñarse a
cabalidad si antes no nos hemos quebrado el alma a punto de interrogantes,
reflexiones, dudas y sorpresas.
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