Nueva década, nuevos conocimientos y… ¿nueva ciencia? Sería pretencioso hablar de una ciencia nueva pero lo que sí es obvio que a la ciencia también le llegó su reingienería. Los avances producidos a través de la física cuántica han producido un revolcón. Todavía algunos se resisten a aceptarlo pero los científicos –de varias especialidades- que ya no repiten en forma tan elemental (¡) que los conocimientos están aislados y carecen de conexión con un todo, o que divulgan el paradigma de que sólo existe lo que materialmente se pueda medir, o que las coincidencias no existen, crece en forma significativa. El descubrimiento del quanta por Max Planck demuestra “que la materia existe como probabilidades y tendencias en vez de cómo cosas absolutas, sugiriendo que la “realidad” podría no ser tan real ni tan sólida después de todo”.
Y si la realidad no es como la hemos creído ver, si el investigador está cargado con su propia historia e interpretación cuando investiga y “escoge” lo que investiga, significa que la ciencia no es tan objetiva, tan precisa y tan “fría” como parece. ¿Qué es la realidad en definitiva? ¿La que creamos o la que está allá, “afuera de nosotros”, imperturbable, esperando ser descubierta? ¿De qué está hecha la realidad? El espacio que existe entre los objetos ¿de qué está compuesto? ¿Es vacío? El físico Konrad Finagle formuló la pregunta: “considere lo que ocurriría si quitáramos el espacio entre la materia. Todo en el universo se arrumaría en un volumen no más grande de una mota de polvo… El espacio es lo que impide que todas las cosas ocurran en el mismo lugar”. Y queda entonces la pregunta: ¿qué hay en el espacio, entre los objetos materiales? ¿Sólo existe el vacío? Porque si fuera vacío, sin nada, sino hubiese “algo” ¿cómo pueden viajar de un lugar a otro las ondas de energía que transmiten desde nuestras llamadas por celular hasta la luz que se refleja para poder leer? No habría manera de que las ondas se propagaran y estaríamos abocados a ser estáticos e imperturbables. Repito ¿qué hay en el vacío?
Uno de los descubrimientos más sorprendentes de los científicos, que tiene relación con las preguntas sobre el vacío, es el de los campos mórficos, el espacio que se crea y que se “carga” de información sin que medien palabras: sólo la información “llega” y es capaz de transformar lo que llamamos realidad sin ser muy conscientes de lo que allí sucede. El concepto surgió cuando Rupert Sheldrake investigaba sobre cómo se forman los organismos, es decir de qué manera un pino se estructura como pino tanto aquí como en China y ¡es igual! De esa manera la teoría de Darwin sobre la selección natural queda cuestionada puesto que con tantas combinaciones posibles los organismos “escogen” la misma en cualquier parte. Es como si existiera una “memoria” colectiva que se “capta” en cualquier espacio y en cualquier tiempo. ¿Qué explicación puede darse? Sorprende comprobar cómo la información puede viajar más rápido que la misma luz. Aun mas, “en algunos experimentos los datos han llegado a su destino antes de salir de su lugar de origen”. Estamos hablando de memoria universal, que “guarda” y transmite información sin importar el tiempo y el lugar, a través de los átomos y del resultado que se crea a través de lo que se repite. Esta información repetida crea un campo mórfico donde se produce la resonancia.
¿Qué es resonancia?
Tal vez sea una de las palabras claves en la nueva ciencia. Resonancia. Significa que creado un campo mórfico, provisto de una información, los seres pueden resonar en él de acuerdo a sus características individuales. Aun cuando los seres tenemos mucho en común, desde la esencia de seres humanos, resonar significa “encajar” dentro de esa información, sintonizarse con ella y producir un resultado. Igual a tantos otros que pudieron resonar con lo mismo y crean y perpetúan el campo mórfico. Hay quienes entran en resonancia con el dolor, por ejemplo, y pasan de dolor en dolor como si estuvieran “salados”. Su memoria personal está cargada de sufrimiento y sólo se encuentran “a gusto” resonando en un campo mórfico donde exista dolor. El viejo adagio popular que dice por ejemplo, “que la plata atrae más plata”, no es otra cosa que la confirmación de una resonancia dentro de un campo mórfico. Pero claro, en la medida en que caemos en cuenta de esta clase de fenómenos, tenemos la capacidad de “NO RESONAR” en aquel campo mórfico provisto de información negativa. Desde procesos de conciencia se contrarresta el campo mórfico negativo para “crear” un campo mórfico positivo. Sería interesante preguntarse si comunidades como Haití están programadas para “resonar” siempre en el dolor, en el sufrimiento y requieran una toma de conciencia como un terremoto para modificar su futuro.
Muchas cosas están cambiando en nuestro mundo y en la ciencia. Sólo hay que tener la mente abierta para “resonar” en una nueva mirada que construya un nuevo mundo. Max Planck lo dijo: “Como hombre que he dedicado la vida entera a la ciencia más lúcida, al estudio de la materia, puedo decirles lo siguiente como resultado de mis investigaciones referentes a los átomos: ¡no existe la materia como tal! Toda la materia se origina y existe solamente en virtud de una fuerza que hace vibrar las partículas de un átomo y mantiene unido a este minúsculo sistema solar del átomo…debemos asumir tras esta fuerza, la existencia de una mente consciente e inteligente. Esta mente es la matriz de toda la materia”. Allí está toda la información que recibimos y que cada vez resuena más en nuestras vidas.
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