lunes, 30 de abril de 2018

martes, 24 de abril de 2018

Guardé silencio



Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas guardé silencio porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío. Cuando finalmente vinieron a buscarme a mí, no había nadie más que pudiera protestar.”

Este poema del pastor alemán Martin Niemöller, adjudicado equivocadamente a Bertolt Brecht es muy pertinente ahora para referirnos a la crisis con Ecuador. Creo que nuestro país es muy claro en no evadir la responsabilidad de su conflicto, lo ha padecido, lo ha sufrido, se ha doblegado ante el, pero no puede asumir la responsabilidad de todo lo que sucede en los países vecinos. La dualidad de acción, quedar bien con Dios y con el diablo, es una conducta repetida tanto a nivel individual como social y claro, las consecuencias no se hacen esperar. El gobierno de Rafael Correa (Lenin Moreno vicepresidente) tendría mucho que decir sobre esta ambivalencia. El actual Presidente Moreno podría refrescar su memoria para explicar la “cierta” complicidad de ese momento y cómo esas actuaciones se convirtieron en los antecedentes de lo de hoy.  ¿Es solo “culpa” de Colombia lo que se está viviendo en la frontera con Ecuador? ¿Por qué se tuvo que llegar a la “invasión” del territorio ecuatoriano en el campamento de Raúl Reyes? Colombia sabía que si “avisaba” el gobierno de Rafael Correa (vicepresidente Lenin Moreno) éste advertiría (¿a quien?) de lo que iba a suceder y entonces… ¿Cómo explicar que hoy en Ecuador exista una persecución al general Naranjo y a otros militares por los resultados del ataque al campamento de las Farc con Reyes incluído? Al fin que, cooperamos, pero jugamos a que “no tenemos nada que ver”, nos hacemos los de la “vista gorda”, les damos refugio y protección pero sin que nos hagan daño. ¿Cómo son las políticas?

La idea no es lavarse la manos sino asumir la responsabilidad que claro, es compartida. Los hechos son contundentes. Tampoco sirve hacer una “competencia” de culpas. Señalar a uno solo de los actores no es la solución. En política existen nuevas expresiones que hay que aprender a practicar. Solidaridad, cooperación, apoyo. Hay que eliminar la fatal competencia. La historia no puede continuar siendo una feroz guerra de egos, poderes, economías o políticas. Para aquellos que creen en la competitividad, ojalá puedan bajarse de esa nube para empezar a visualizar cooperación. Si todos aunamos esfuerzos ganamos todos. Ni siquiera la educación puede ser competitiva.  Premiar al primero en notas es estimular la competencia. No se estudia para ganar se estudia para aprender.

Entonces, no son las fronteras de uno u otro lado las únicas responsables de lo que se está viviendo. Aún mas, si hay un país le va bien y a otros no, “padecerá” las consecuencias de su bienestar atrayendo a los que les va mal. Imposible sustraerse del sentido de globalización. O sea que, o miramos para el lado o no podremos alcanzar tranquilidad en ningún lugar del planeta. Aquí no hay “buenos” o “malos” países. Aquí hay un mundo de diferentes soñando con vivir en paz. ¿Cómo lo hacemos?

Gloria H. @Revolturas

viernes, 20 de abril de 2018

jueves, 19 de abril de 2018

miércoles, 18 de abril de 2018

martes, 17 de abril de 2018

¡Se los advirtieron!



A veces hay que escribir artículos hartos, de aquellos que (como decía Jorge Gómez, ser maravilloso experto en duelo) conducen al desprestigio. Cuando no motivan el aplauso o los likes de aprobación se asume el riesgo con la tranquilidad que produce ser fiel a tus convicciones.  Entonces el de hoy es un artículo harto, nada popular. Es mucho mas fácil conmover que hacer reír. El dolor y el victimismo producen muchísimos adeptos. La tragedia nos mueve mas que la risa.

Los periodistas de Ecuador fueron vilmente asesinados, no se puede negar. Iban detrás de la noticia en un terreno peligroso donde las mismas autoridades ecuatorianas advirtieron que de allí en adelante viajaban sin que les pudieran garantizar sus vidas. Asumían un grave peligro. Al igual que sucedió con Ingrid Betancur, a la que le avisan del peligro que corría si continuaba su ruta, los Estados (para bien o para mal) advierten de su incapacidad, su flojera, su debilidad (o el adjetivo que quiera dar) para proteger la vida de sus conciudadanos. Marcan el límite donde son conscientes de su impotencia. Algunos se arriesgan, desafían el peligro.  ¿Ego?, ¿protagonismo? ¿deseos de servir?  La respuesta puede ser múltiple. Pero nadie puede desconocer que es una osadía donde ponen en riesgos sus vidas y (muy delicado) colocan en situaciones muy complejas a sus países. Ecuador “negociaba” ya con el terrorista Guacho para salvar sus vidas, comenzando un camino complejísimo de chantaje y sometimiento. Colombia “conoce” esta clase de coacciones y negociaciones donde los Estados casi deben arrodillarse por la osadía de algunos que se creen intocables. ¿Se justifica este riesgo y  consecuencias por la información?

Actitudes individuales o pertenecientes a un grupo reducido que doblegan a los países. He creído que el protagonismo (o narcisismo) de algunas profesiones (políticos y periodistas por ejemplo) los catapulta a creer que “su verdad” o “su intención” prima sobre el bien común. Sí, el mundo es de valientes y osados, pero también medir las consecuencias de ciertas osadías puede ser signo de consideración y humildad. Hay llanto por los periodistas del Ecuador. ¿Se hubiera podido evitar? ¿La información que buscaban justifica el sacrificio de sus vidas?

¿Un periodista, un político o cualquier profesional tienen derecho y autonomía para “arrinconar” un país a nombre de su profesión o actividad pública? ¿Existen consecuencias para acciones individuales que desafían normas vigentes? ¿Y si no hubieran sido periodistas los secuestrados, habría generado el mismo movimiento, la misma indignación, la misma reacción? A los comunicadores en mas de una ocasión se les “notan” las preferencias y parcialidades por gente de su oficio. A cuáles “cuidan”, a cuáles critican, a cuáles despedazan. Lo que tiene que ver con actitudes de periodistas (recordar Yamid Amad) se maneja con un guante diferente y eso hace que la opinión pública tome distancia. Y claro, cuestione la mínima objetividad que debe existir para el manejo de la información. ¿Los Estados son responsables de las audacias de sus comunicadores? Sí, estados débiles y fallidos no pueden responder. Pero paradójicamente sino lo han sido, ¿de un día para otro no pueden “ser fuertes” “sólo” por proteger famosos?  Hay mucho por analizar.

Gloria H. @Revolturas

viernes, 13 de abril de 2018

jueves, 12 de abril de 2018

miércoles, 11 de abril de 2018

martes, 10 de abril de 2018

¿De quién son los nietos?



Pregunta absurda porque es obvio que estos niños, antes que nietos son hijos y los hijos pertenecen a los padres. Los abuelos jamás deberían olvidar ese orden y pasar por encima de la jerarquía familiar, asumiendo que “tienen derecho” porque son hijos de sus hijos y esta circunstancia les da potestad de transgredir principios elementales de organización. El amor no da ningún poder para atropellar y desordenar la estructura familiar.  La disputa de las reinas, Sofía y Letizia, es una buena oportunidad para ventilar hechos cotidianos que suceden a diario pero que ocultos bajo el manto de la idealización de la familia pareciera que fuera muy difícil cuestionar. Vale la pena tocar el tema para hablar de jerarquías, autoridad, clanes e interferencias que suceden en casi todas las familias. El impase entre Sofía y Letizia pone sobre el tapete una situación cotidiana que pertenece al terreno de lo que “debería ser” frente a lo que es.  Y ni qué decir del conflicto suegra-nuera (no-era). Lo importante entonces es “abrir la mente” o en lenguaje mas sencillo, revisar creencias, asumir que el mundo evoluciona y la familia como organización, también merece revisión.

Porque el problema no es sólo de “quien manda” o quien tiene la autoridad sino también de situaciones colaterales propias de la evolución del mundo moderno como rivalidades entre hermanos (a todos los hijos no se los quiere por igual), celos entre familias, preferencias, jubilación de personas con salud y futuro pero “desocupadas”, “descaro” de hijos frente a la crianza de sus retoños, cuentas ancestrales “por cobrar”, mujeres cuya vida estuvo al servicio de sus hijos y ahora que estos crecieron afrontan “desempleo” emocional, etc, etc.  La institución familia merece una reingeniería, empezando por revisar la creencia de que es “perfecta”, de que es “lo máximo” que puede vivir un ser humano, que no existe amor superior al que ella entrega y tantas otras creencias que “atrapan” en lealtades enfermizas que impiden un sano desarrollo.

Si hay rivalidad entre Sofía y Letizia, qué pena, pero  mamá va primero que abuela. ¿Por qué existen esta clase de encontrones? ¿Qué quiere hacer Sofía que Letizia no permite?  ¿Qué tan “metida” resulta una suegra frente a la nuera? El que una mujer sienta “amenazada” su maternidad por otra que desea hacerlo “a su manera” no es fácil de vivir.  Claro, el “arbitro” del partido es  el hijo-esposo, que debe tomar una decisión compleja pero su actitud organiza a la familia y la estructura en su desarrollo. El tema de los apegos y dependencias puede carcomer las nuevas relaciones pretendiendo que “nadie te va a querer como nosotros”, o la fatídica “primero conociste mama que esposa” que tanto daño ha hecho. La familia es una organización y como tal una estructura con jerarquías. Colaboración y apoyo no es lo mismo que propiedad e imposición. Sofía y Letizia quedaron en entredicho porque las cámaras filmaron el incidente. No hay cámaras en todas las familias pero si es repetitiva la disputa por los afectos o por “imponer mi ley”, o “así hemos actuado en esta familia”. Ya no somos ni clanes ni  tribus. El respeto por la familia nuclear, por el lugar de cada quien, es un principio elemental de organización. Primero que abuelos van papá y mamá  así duela y no nos guste.

Gloria H. @Revolturas

lunes, 9 de abril de 2018

miércoles, 4 de abril de 2018

martes, 3 de abril de 2018

Las caras de la muerte



Se ha creído que la muerte viene asociada con dolor, tristeza y sufrimiento. El concepto y vivencia que tenemos de ella ha sido transmitido de generación en generación como un desgarramiento, como un final que nos precipita en la desesperanza. ¿Qué hay después de la muerte física? Las respuestas pueden ser tantas como creencias existan. La muerte aparece teñida de color negro, lágrimas, miedo y desapegos. En vida, nos asusta pensar en la muerte, aquel acontecimiento humano que sucede minuto tras minuto, todos los días, a todas las horas y en todos partes. ¿Para dónde vamos?

Pero la muerte está allí y tiene varias caras. O dicho en otras palabras, no siempre causa dolor y angustia. No siempre nos debe doblegar y sumirnos en la desesperanza.  De acuerdo a conceptos mas “sanos”, la muerte puede asumirse como un descanso, puede ser sinónimo de alivio. De una paz tranquila en el corazón de quien se muere y en el corazón de los que aún permanecen. La paradoja de nuestra educación es que aquello seguro que debemos vivir no tiene “manual de instrucciones”, no se enseña, no hay cátedra sobre “morir” ni para nosotros ni para los que nos rodean. A la muerte se llega (o nos llega) como una bofetada que puede llevar a renegar de Dios, o de las Iglesias y creencias, que instala odio, resentimiento en el corazón por lo “injusta” que aparece. Se pierde la confianza en la vida porque suena a traición, “en los mejores momentos”, o desde nuestros cálculos humanos todavía “faltaba” mucho por hacer. ¿Por qué ahora?

Como si nos tomara por sorpresa, como si nos cayera de improviso y la consideráramos un castigo, algo que no merecemos, que “todavía no era”.  ¿Por qué a mi? ¿Por qué ahora? ¿Por qué con los míos? Ni siquiera hoy existe el término “paciente terminal” porque todos somos “terminales”, todos estamos a un paso de la muerte, en cualquier momento puede suceder pero… paradójicamente, ¡nos toma de improviso! Como niños de Jardín, jugamos a las escondites, sabiendo que convive con nosotros y en cualquier momento sólo aparece, se hace visible, sale de su cueva y dice “aquí estoy”.

Hay tanto por aprender sobre la muerte, tanto. Las distintas religiones tienen conceptos bellísimos que bien podrían transmitirse para generar paz. Detalles  importantes: no hay que precipitar la cremación. El espíritu, la energía o el alma, se van “desprendiendo” lentamente y el tránsito entre la vida y la muerte, así sea sorpresivo, requiere tiempo de soltura. Salud Pública, en Cali, no permite cremación sino han transcurrido 24 horas de la muerte de la persona. No se si por creencias o por precaución, es una medida sana energéticamente hablando. A su vez, de acuerdo a las creencias budistas, se debe rodear la cabeza del que está partiendo, no sus pies, puesto que es la forma de facilitar el proceso de desprendimiento de manera mas equilibrada. Interesante escuchar música suave, donde los sonidos contribuyan a la armonía del momento. No hay que olvidar que somos seres de energía y la resonancia amorosa facilita el tránsito.
Tanto por aprender. Nos lo enseñan (a las buenas o con dolor) los que parten primero. Valdría la pena ayudar en una nueva mirada hacia la muerte. Tiene muchas caras y también puede generar paz y tranquilidad. Así lo sentimos. Gracias mamá por enseñarnos.


Gloria H. @Revolturas