lunes, 30 de abril de 2018
viernes, 27 de abril de 2018
jueves, 26 de abril de 2018
miércoles, 25 de abril de 2018
martes, 24 de abril de 2018
Guardé silencio
“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas guardé silencio porque
yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé
silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los
sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a
buscar a los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío. Cuando
finalmente vinieron a buscarme a mí, no había nadie más que pudiera protestar.”
Este poema del pastor alemán Martin Niemöller, adjudicado equivocadamente a Bertolt Brecht es
muy pertinente ahora para referirnos a la crisis con Ecuador. Creo que nuestro
país es muy claro en no evadir la responsabilidad de su conflicto, lo ha padecido,
lo ha sufrido, se ha doblegado ante el, pero no puede asumir la responsabilidad
de todo lo que sucede en los países vecinos. La dualidad de acción, quedar bien
con Dios y con el diablo, es una conducta repetida tanto a nivel individual
como social y claro, las consecuencias no se hacen esperar. El gobierno de
Rafael Correa (Lenin Moreno vicepresidente) tendría mucho que decir sobre esta
ambivalencia. El actual Presidente Moreno podría refrescar su memoria para explicar
la “cierta” complicidad de ese momento y cómo esas actuaciones se convirtieron
en los antecedentes de lo de hoy. ¿Es
solo “culpa” de Colombia lo que se está viviendo en la frontera con Ecuador?
¿Por qué se tuvo que llegar a la “invasión” del territorio ecuatoriano en el
campamento de Raúl Reyes? Colombia sabía que si “avisaba” el gobierno de Rafael
Correa (vicepresidente Lenin Moreno) éste advertiría (¿a quien?) de lo que iba
a suceder y entonces… ¿Cómo explicar que hoy en Ecuador exista una persecución
al general Naranjo y a otros militares por los resultados del ataque al
campamento de las Farc con Reyes incluído? Al fin que, cooperamos, pero jugamos
a que “no tenemos nada que ver”, nos hacemos los de la “vista gorda”, les damos
refugio y protección pero sin que nos hagan daño. ¿Cómo son las políticas?
La idea no es lavarse la manos sino asumir la responsabilidad que claro,
es compartida. Los hechos son contundentes. Tampoco sirve hacer una
“competencia” de culpas. Señalar a uno solo de los actores no es la solución.
En política existen nuevas expresiones que hay que aprender a practicar. Solidaridad,
cooperación, apoyo. Hay que eliminar la fatal competencia. La historia no puede
continuar siendo una feroz guerra de egos, poderes, economías o políticas. Para
aquellos que creen en la competitividad, ojalá puedan bajarse de esa nube para
empezar a visualizar cooperación. Si todos aunamos esfuerzos ganamos todos. Ni
siquiera la educación puede ser competitiva. Premiar al primero en notas es estimular la
competencia. No se estudia para ganar se estudia para aprender.
Entonces, no son las fronteras de uno u otro lado las únicas
responsables de lo que se está viviendo. Aún mas, si hay un país le va bien y a
otros no, “padecerá” las consecuencias de su bienestar atrayendo a los que les
va mal. Imposible sustraerse del sentido de globalización. O sea que, o miramos
para el lado o no podremos alcanzar tranquilidad en ningún lugar del planeta.
Aquí no hay “buenos” o “malos” países. Aquí hay un mundo de diferentes soñando
con vivir en paz. ¿Cómo lo hacemos?
Gloria H. @Revolturas
lunes, 23 de abril de 2018
viernes, 20 de abril de 2018
jueves, 19 de abril de 2018
miércoles, 18 de abril de 2018
martes, 17 de abril de 2018
¡Se los advirtieron!
A veces hay que escribir artículos hartos, de aquellos que (como
decía Jorge Gómez, ser maravilloso experto en duelo) conducen al desprestigio.
Cuando no motivan el aplauso o los likes de aprobación se asume el riesgo con la
tranquilidad que produce ser fiel a tus convicciones. Entonces el de hoy es un artículo harto, nada
popular. Es mucho mas fácil conmover que hacer reír. El dolor y el victimismo
producen muchísimos adeptos. La tragedia nos mueve mas que la risa.
Los periodistas de Ecuador fueron vilmente asesinados, no se puede
negar. Iban detrás de la noticia en un terreno peligroso donde las mismas
autoridades ecuatorianas advirtieron que de allí en adelante viajaban sin que
les pudieran garantizar sus vidas. Asumían un grave peligro. Al igual que
sucedió con Ingrid Betancur, a la que le avisan del peligro que corría si
continuaba su ruta, los Estados (para bien o para mal) advierten de su
incapacidad, su flojera, su debilidad (o el adjetivo que quiera dar) para
proteger la vida de sus conciudadanos. Marcan el límite donde son conscientes
de su impotencia. Algunos se arriesgan, desafían el peligro. ¿Ego?, ¿protagonismo? ¿deseos de servir? La respuesta puede ser múltiple. Pero nadie
puede desconocer que es una osadía donde ponen en riesgos sus vidas y (muy
delicado) colocan en situaciones muy complejas a sus países. Ecuador
“negociaba” ya con el terrorista Guacho para salvar sus vidas, comenzando un
camino complejísimo de chantaje y sometimiento. Colombia “conoce” esta clase de
coacciones y negociaciones donde los Estados casi deben arrodillarse por la
osadía de algunos que se creen intocables. ¿Se justifica este riesgo y consecuencias por la información?
Actitudes individuales o pertenecientes a un grupo reducido que
doblegan a los países. He creído que el protagonismo (o narcisismo) de algunas
profesiones (políticos y periodistas por ejemplo) los catapulta a creer que “su
verdad” o “su intención” prima sobre el bien común. Sí, el mundo es de
valientes y osados, pero también medir las consecuencias de ciertas osadías
puede ser signo de consideración y humildad. Hay llanto por los periodistas del
Ecuador. ¿Se hubiera podido evitar? ¿La información que buscaban justifica el
sacrificio de sus vidas?
¿Un periodista, un político o cualquier profesional tienen derecho
y autonomía para “arrinconar” un país a nombre de su profesión o actividad
pública? ¿Existen consecuencias para acciones individuales que desafían normas
vigentes? ¿Y si no hubieran sido periodistas los secuestrados, habría generado
el mismo movimiento, la misma indignación, la misma reacción? A los
comunicadores en mas de una ocasión se les “notan” las preferencias y parcialidades
por gente de su oficio. A cuáles “cuidan”, a cuáles critican, a cuáles
despedazan. Lo que tiene que ver con actitudes de periodistas (recordar Yamid
Amad) se maneja con un guante diferente y eso hace que la opinión pública tome
distancia. Y claro, cuestione la mínima objetividad que debe existir para el
manejo de la información. ¿Los Estados son responsables de las audacias de sus comunicadores?
Sí, estados débiles y fallidos no pueden responder. Pero paradójicamente sino
lo han sido, ¿de un día para otro no pueden “ser fuertes” “sólo” por proteger
famosos? Hay mucho por analizar.
Gloria H. @Revolturas
lunes, 16 de abril de 2018
viernes, 13 de abril de 2018
jueves, 12 de abril de 2018
miércoles, 11 de abril de 2018
martes, 10 de abril de 2018
¿De quién son los nietos?
Pregunta absurda porque es obvio que estos niños, antes que nietos
son hijos y los hijos pertenecen a los padres. Los abuelos jamás deberían
olvidar ese orden y pasar por encima de la jerarquía familiar, asumiendo que
“tienen derecho” porque son hijos de sus hijos y esta circunstancia les da
potestad de transgredir principios elementales de organización. El amor no da
ningún poder para atropellar y desordenar la estructura familiar. La disputa de las reinas, Sofía y Letizia, es
una buena oportunidad para ventilar hechos cotidianos que suceden a diario pero
que ocultos bajo el manto de la idealización de la familia pareciera que fuera
muy difícil cuestionar. Vale la pena tocar el tema para hablar de jerarquías,
autoridad, clanes e interferencias que suceden en casi todas las familias. El
impase entre Sofía y Letizia pone sobre el tapete una situación cotidiana que
pertenece al terreno de lo que “debería ser” frente a lo que es. Y ni qué decir del conflicto suegra-nuera (no-era).
Lo importante entonces es “abrir la mente” o en lenguaje mas sencillo, revisar
creencias, asumir que el mundo evoluciona y la familia como organización,
también merece revisión.
Porque el problema no es sólo de “quien manda” o quien tiene la
autoridad sino también de situaciones colaterales propias de la evolución del
mundo moderno como rivalidades entre hermanos (a todos los hijos no se los quiere
por igual), celos entre familias, preferencias, jubilación de personas con
salud y futuro pero “desocupadas”, “descaro” de hijos frente a la crianza de
sus retoños, cuentas ancestrales “por cobrar”, mujeres cuya vida estuvo al
servicio de sus hijos y ahora que estos crecieron afrontan “desempleo”
emocional, etc, etc. La institución
familia merece una reingeniería, empezando por revisar la creencia de que es
“perfecta”, de que es “lo máximo” que puede vivir un ser humano, que no existe
amor superior al que ella entrega y tantas otras creencias que “atrapan” en
lealtades enfermizas que impiden un sano desarrollo.
Si hay rivalidad entre Sofía y Letizia, qué pena, pero mamá va primero que abuela. ¿Por qué existen
esta clase de encontrones? ¿Qué quiere hacer Sofía que Letizia no permite? ¿Qué tan “metida” resulta una suegra frente a
la nuera? El que una mujer sienta “amenazada” su maternidad por otra que desea
hacerlo “a su manera” no es fácil de vivir. Claro, el “arbitro” del partido es el hijo-esposo, que debe tomar una decisión
compleja pero su actitud organiza a la familia y la estructura en su
desarrollo. El tema de los apegos y dependencias puede carcomer las nuevas
relaciones pretendiendo que “nadie te va a querer como nosotros”, o la fatídica
“primero conociste mama que esposa” que tanto daño ha hecho. La familia es una
organización y como tal una estructura con jerarquías. Colaboración y apoyo no
es lo mismo que propiedad e imposición. Sofía y Letizia quedaron en entredicho
porque las cámaras filmaron el incidente. No hay cámaras en todas las familias
pero si es repetitiva la disputa por los afectos o por “imponer mi ley”, o “así
hemos actuado en esta familia”. Ya no somos ni clanes ni tribus. El respeto por la familia nuclear, por
el lugar de cada quien, es un principio elemental de organización. Primero que
abuelos van papá y mamá así duela y no
nos guste.
Gloria H. @Revolturas
lunes, 9 de abril de 2018
viernes, 6 de abril de 2018
jueves, 5 de abril de 2018
miércoles, 4 de abril de 2018
martes, 3 de abril de 2018
Las caras de la muerte
Se
ha creído que la muerte viene asociada con dolor, tristeza y sufrimiento. El
concepto y vivencia que tenemos de ella ha sido transmitido de generación en
generación como un desgarramiento, como un final que nos precipita en la
desesperanza. ¿Qué hay después de la muerte física? Las respuestas pueden ser
tantas como creencias existan. La muerte aparece teñida de color negro,
lágrimas, miedo y desapegos. En vida, nos asusta pensar en la muerte, aquel
acontecimiento humano que sucede minuto tras minuto, todos los días, a todas
las horas y en todos partes. ¿Para dónde vamos?
Pero
la muerte está allí y tiene varias caras. O dicho en otras palabras, no siempre
causa dolor y angustia. No siempre nos debe doblegar y sumirnos en la
desesperanza. De acuerdo a conceptos mas
“sanos”, la muerte puede asumirse como un descanso, puede ser sinónimo de
alivio. De una paz tranquila en el corazón de quien se muere y en el corazón de
los que aún permanecen. La paradoja de nuestra educación es que aquello seguro
que debemos vivir no tiene “manual de instrucciones”, no se enseña, no hay
cátedra sobre “morir” ni para nosotros ni para los que nos rodean. A la muerte
se llega (o nos llega) como una bofetada que puede llevar a renegar de Dios, o
de las Iglesias y creencias, que instala odio, resentimiento en el corazón por
lo “injusta” que aparece. Se pierde la confianza en la vida porque suena a
traición, “en los mejores momentos”, o desde nuestros cálculos humanos todavía
“faltaba” mucho por hacer. ¿Por qué ahora?
Como
si nos tomara por sorpresa, como si nos cayera de improviso y la consideráramos
un castigo, algo que no merecemos, que “todavía no era”. ¿Por qué a mi? ¿Por qué ahora? ¿Por qué con
los míos? Ni siquiera hoy existe el término “paciente terminal” porque todos
somos “terminales”, todos estamos a un paso de la muerte, en cualquier momento
puede suceder pero… paradójicamente, ¡nos toma de improviso! Como niños de
Jardín, jugamos a las escondites, sabiendo que convive con nosotros y en
cualquier momento sólo aparece, se hace visible, sale de su cueva y dice “aquí
estoy”.
Hay
tanto por aprender sobre la muerte, tanto. Las distintas religiones tienen
conceptos bellísimos que bien podrían transmitirse para generar paz. Detalles importantes: no hay que precipitar la
cremación. El espíritu, la energía o el alma, se van “desprendiendo” lentamente
y el tránsito entre la vida y la muerte, así sea sorpresivo, requiere tiempo de
soltura. Salud Pública, en Cali, no permite cremación sino han transcurrido 24
horas de la muerte de la persona. No se si por creencias o por precaución, es
una medida sana energéticamente hablando. A su vez, de acuerdo a las creencias
budistas, se debe rodear la cabeza del que está partiendo, no sus pies, puesto
que es la forma de facilitar el proceso de desprendimiento de manera mas
equilibrada. Interesante escuchar música suave, donde los sonidos contribuyan a
la armonía del momento. No hay que olvidar que somos seres de energía y la
resonancia amorosa facilita el tránsito.
Tanto
por aprender. Nos lo enseñan (a las buenas o con dolor) los que parten primero.
Valdría la pena ayudar en una nueva mirada hacia la muerte. Tiene muchas caras
y también puede generar paz y tranquilidad. Así lo sentimos. Gracias mamá por
enseñarnos.
Gloria
H. @Revolturas
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