Esta creencia milenaria, elemental como tantas otras explicaciones
de nuestra historia, sigue calando en el imaginario colectivo y todavía hoy es
la justificación para la actuación y comportamiento de muchísimas personas en
el siglo XXI. Sí, Eva, mujer, es una tentación. Eva, mujer, es un “pecado”
ambulante. Eva, mujer, es la culpable de que el hombre “se desborde”. Eva,
mujer, debe cuidarse, no sola a ella misma, sino también al “pobrecito” hombre
que no sabe que hacer con sus hormonas. Eva, la mujer, debe “controlar” los
desmanes masculinos porque por ella, por sus comportamientos, el hombre la
irrespeta, la violenta, le levanta la falda y la mata. Eva es la culpable de
las actuaciones masculinas. ¿Sera que sí son tan vulnerables los frágiles
hombres?
Y está tan inyectado en la cultura la creencia de la culpa de la
mujer, de su pecado por tentar a Adán, que la semana pasada ante un incidente
vergonzoso con una estudiante a la que un compañero le levantó la falda, la Pontificia
Bolivariana de Medellín sacó un comunicado en su página oficial recomendando
que las mujeres no usaran falda para asistir a clases porque “perturbarían a
los profesores y estudiantes”. Sí, luego quitaron el comunicado que si era en
la página oficial pero no era redactado por la universidad, pero si se publicó
pero no era oficial, pero lo recomendaron algunas personas con acceso a la
página oficial, pero no eran las políticas de la U. Mejor dicho, “si pero no”.
Lo que en definitiva queda claro es que en el trasfondo de nuestra cultura sí
existe la idea de que la mujer perturba. De que la mujer debe “portarse bien”
para evitar desmanes y comportamientos agresivos por parte de los hombres. La
Pontificia Bolivariana es una universidad confesional desde donde el mensaje
sobre la mujer peligrosa es mucho mas contundente. Detrás está la filosofía de
la Iglesia Católica, patriarcal como muchas otras religiones arcaicas, donde la
mujer no tiene los mismos derechos que los hombres y es responsable de tentar
al hombre. Como se dice en el argot popular “se les salió lo primitivo”. A
nadie se le “ocurrió” en ese primer momento un comunicado pidiendo respeto por
la mujer, no. El primer impulso, desde el imaginario, es darle rienda suelta a
la idea de la mujer mala, pecadora y tentadora.
Luego, claro, vino la rectificación, las excusas, “no quisimos decirlo”,
etc, etc
En el imaginario colectivo existen multitud de mitos que alimentan
la violencia de género. Hace días en prestigioso colegio una educadora insinuó
que un niño trataba mal a su compañera, se burlaba de ella y la irrespetaba
porque la niña “le gustaba”. La filosofía de “porque te quiero te apórreo”. ¡En
un colegio que educa hombres y mujeres! Sí, la violencia de género enquistada
en la cultura y tan “natural” que ni siquiera se ve. El abuso brota tan
espontáneo que ayudar a caer en cuenta se vuelve un trabajo prioritario. Y
hasta cansón. Pero hay que hacerlo. Observe en la publicidad fotos de parejas
donde, por lo general, la mujer “suplica” con sus gestos o miradas, algo de
atención masculina. Allí está el macho y ella “ruega”. Los hechos que a diario suceden dan prueba de
que para la cultura, la mujer es responsable de cualquier desmán masculino. Aún
debe pagar por ello porque Eva sigue tentando a Adán.
Gloria H. @Revolturas

No hay comentarios:
Publicar un comentario