martes, 12 de diciembre de 2017

Trump ¿necesario?




Tiene que ver con tus creencias. Y con el sentido de la vida. ¿Para qué nacemos? ¿Qué estamos haciendo aquí? No, no es necesario creer en Dios (ahora tan de moda cuestionar su existencia), pero si preguntarse al menos qué es lo que hacemos en esta tierra como seres humanos con vida. Y si la respuesta (elemental) es que nacemos para aprender, que nuestra tarea cada día es intentar ser “mejores personas”, obvio entonces que individuos como Donald Trump son “necesarios”, casi indispensables en ese aprendizaje. Si no existen seres como él, ¿cómo aprendemos?

Dentro de esta línea de pensamiento, cada quien puede tener su propia lista de tiranos. O torturadores. O malvados. O, (en términos espirituales) de maestros. Sí, maestros. Porque maestro es el que enseña. El que con sus acciones nos motiva a imitarlo o por el contrario nos muestra cuán enfermizos son sus comportamientos para no repetirlos. Y en este terreno, Donald Trump es un experto. A través de los 11 meses de su mandato, cada semana una acción suya, que golpean tan fuerte, señala cómo no debe ser el comportamiento humano. Pasando por encima de cualquiera, a nombre de los Estados Unidos de América, su actitud desafiante y prepotente es un continuo aprendizaje. El egoísmo, el cinismo (o la patología) lo blindan para hacer lo que se le dé la gana. ¿Copiamos?

¿Por qué lo eligieron? ¿Cómo un hombre como él, que le importa un higo lo que suceda fuera de sus fronteras, puede sentarse en la silla de presidencia del país mas poderoso del mundo occidental, excluir y discriminar a los seres humanos, por el lugar donde nacieron, por el color de su piel o por sus condiciones económicas? Actúa y enseña. Afuera, en ese “espejo Trump” podemos mirarnos y ver la injusticia, el absurdo de creerse superior o de “mejor familia” sin dimensionar el dolor o el sufrimiento que nuestros actos producen en los demás. Cómo es de cruel la discriminación y cuánto dolor o sufrimiento generan a personas aparentemente inocentes. Sí, es una sensación de infinita impotencia porque nada podemos hacer, nada. Pareciera como si el mundo mirara el desarrollo de una película sólo que nosotros estamos en el libreto y no sabemos su final. Pero, debemos aprender, debemos intentar no repetir conductas semejantes. ¿Qué tan Trump podemos llegar a ser? ¿Qué tan atrevidos somos, disponiendo de la vida de los que nos rodean como nos da la gana?

Sus acciones  cuestionan la condición humana. ¿Así somos todos? ¿Qué nos diferencia, qué nos iguala? No es un asunto de tener la razón. Es la aceptación de la diferencia como parte fundamental del existir. Aceptación aun cuando no se compartan los comportamientos. Aceptar los hechos no es complicidad, es realidad.   ¡Trump enseña! La soberbia llevada al límite. El poder del poder. Aprender historia, conocer sobre el mundo oriental, captar el poder de la tiranía, la responsabilidad de un voto apresurado, observar a un narciso que no respeta normas, leyes, un hombre que no conoce el significado de la palabra tolerancia. El fantasma de una catástrofe mundial ronda. Lo paradójico es que aún existen personas que lo consideran héroe. La teoría de los niveles de conciencia ayuda a explicar el por qué de su nombramiento. Qué complejo pero Trump ¡es el maestro!  Aprendemos o seguimos repitiendo.


Gloria H. @Revolturas

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