Esta misma semana, recibí en mi consultorio el
caso de una niña, Lucía, 9 años, hija de padres separados, llevada a consulta
por su madre porque la menor dice que cuando va a la casa de su papá, él la
toca, se mete con ella en la cama e intenta debajo de las cobijas, que se quede
quieta y “disfrute” del contacto con su padre. De acuerdo a una sanción de castigo
que impuso el Tribunal Deontológico y Bioético de Psicología y al
comportamiento que considera se debe continuar ejerciendo, ni yo ni ningún
psicólogo podría recibir a la niña sin el consentimiento del padre, a pesar de
que la madre desea con urgencia proteger a su hija. La mamá no acude aún a la justicia para el
consentimiento exigido (en reemplazo del padre) porque quiere antes contar con
el diagnóstico de un profesional en Psicología que avale las palabras y
actitudes de su hija. Lógico, el padre no acepta ninguna insinuación sobre este
tema e impide que la niña asista a “esas pendejadas de psicología”.
Según las interpretaciones del Tribunal
Deontológico y Bioético de Psicología se está cometiendo una falta porque no
importan ni el miedo, la palabra y el cambio de actitud de la niña, ni la
impotencia de la madre frente al padre atropellador porque no hay
consentimiento oficial de los dos progenitores. Lógico no hay ni podrá haber
consentimiento del padre para que la niña reciba asesoría psicológica que
podría develar su conducta patológica. La madre no quiere hacer pública la
problemática hasta no tener una certeza profesional de las palabras de la niña
y por eso está en el proceso psicológico particular antes de acceder a la
Justicia correspondiente.
Por lo mismo, la actitudes de la niña claramente
manifiestas, de acuerdo al Tribunal Deontológico y Bioético de Psicología no
permiten deducir la salud mental del padre puesto que éste no es paciente de la
psicóloga que recibe a la niña. Ni la percepción, el análisis, la intuición y
el conocimiento, (componentes eminentemente psicológicos y avalados por los
estudios de la profesión de Psicología) pueden aplicarse para trabajar un caso.
No puede darse ninguna interpretación (técnica psicoanalítica) puesto que desde
esta mirada cognitiva de psicología, sólo existe lo eminentemente literal.
No importa ninguno de los efectos de la situación
manifestados claramente en el comportamiento de la menor. De acuerdo a los
conceptos del actual Tribunal Deontológico y Bioético de Psicología, un niño o
niña no merecen ser cuidados y protegidos con la sola duda del peligro que esté
corriendo en cualquier nivel de su existencia (afectivo, sexual, emocional). De
acuerdo con este Tribunal Deontológico y Bioético de Psicología ¡hay que
proteger al adulto! El derecho de los mayores y más del padre, deben
privilegiarse por encima de los del menor. Actitud totalmente contraria a las
nuevas miradas sobre la necesidad de protección del menor y la lucha contra la
violencia del mundo patriarcal. ¿Quién atiende el sentir y el dolor de un niño?
Abrir la compuerta de las emociones, empezar a oír historias íntimas de
profundo sufrimiento que nunca fueron escuchados, eso es lo que hay reprimido
en el inconsciente colectivo. ¿Hasta cuando? Hasta tomar conciencia y
considerar que nada, nada puede estar por encima del sentir infantil..
Gloria H.
@Revolutras

No hay comentarios:
Publicar un comentario