Sí, puede que usted todavía lo dude. Puede creer que son “viejas
exageradas”. Y su reflexión sea “ahora les dio a todas por decir lo mismo”.
Puede que crea que el mundo se feminizó y todos los hombres se convirtieron en
potenciales abusadores. Puede estar pensando que señalar hombres se convirtió
en una pandemia, algo así como un virus contagioso y ahora todas las mujeres
“si” recuerdan lo que los hombres que rodearon sus vidas les hicieron alguna
vez. ¿Qué coincidencia? Todas a la vez. Sin embargo, déjeme decirle que es tan
arraigado el concepto del “derecho” de un hombre, un padre, un hermano, un
hijo, (hombres todos), sobre el cuerpo, el dinero, las ideas, los horarios de
las mujeres, que lo mas delicado es la sorpresa por el descubrimiento. Era tan
natural el sometimiento que ver lo contrario es sorprendente. Pasó en las
narices de todos y “nadie” vio o se dio cuenta o registró. Pasó (y sigue
pasando en todos los lugares) pero nadie lo captó. ¿Por qué?
Es el poder masculino, el poder de quien detenta los instrumentos
para someter a otros. Son abismales sus secuelas y sus consecuencias. Sucede
con la mujer, con los niños, con los animales. El sábado se celebró el “día de
la no violencia contra la mujer”, donde lo que se busca es crear conciencia
para no ver como natural conductas patológicas y humillantes pero es mas fácil
derrumbar un edificio que cambiar creencias. Es tan natural generar violencia a
nombre del patriarcado que en estos días, dos profesoras de Psicología de una
universidad caleña, decidieron favorecer a un papá perturbado emocionalmente,
por encima de la situación concreta y asfixiante que vivía su hijo. Dos
profesoras de Psicología, en una actitud totalmente patriarcal. Pudieron mas el
orgullo y ego del hombre que el dolor y derecho del niño. No importa: es el
poder masculino por encima del sentir del hijo. “Por qué nadie me cree, ni
Bienestar, ni los jueces de que digo la verdad, que no soporto a mi papá, que
me desespera, que me llama todo el día, que me persigue, que se me aparece, que
no me quiero ir con él”. Un poder asfixiante que somete, que considera que las
mujeres, los niños y los animales, son instrumentos al servicio del
patriarcado. Sí, la mujer también puede ser machista, en especial cuando desea
ganarse el beneplácito masculino y allí sí, no importa lo que se lleve por
delante.
Es visceral, está cosido a las entrañas y como tumor no es fácil
de erradicar. Hace metástasis en el cuerpo comunitario. Los jueces son un
cuello de botella. Un gran número de ellos no tienen sensibilidad para entender
que hay que propiciar equilibrio y no un sometimiento donde “bajar la cabeza”
no pueda ser la conducta a seguir. Existen multitud de casos en este momento, a
pesar de las campañas, de los buenos deseos.
La información es tal vez el único instrumento para modificar las
creencias. Sin embargo el miedo a perder el poder se convierte en el mayor
enemigo. No hay que olvidar que el poder mas fuerte de la condición humana, por
encima del dinero, del sexo, o de la droga, es el poder. Poder para poder.
Poder para humillar. Poder para someter. Los casos se multiplican y pareciera
que estemos arando en el desierto. No
hay que perder la esperanza: cada caso que devuelve la dignidad, vale la pena. ¡Intentémoslo!
Gloria H. @Revolturas

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