El destino (la suerte, Dios, como quiera llamarlo) tiene unas
jugadas que “válgame Dios”, sin ninguna clase de explicación. O contrario a las
palabras de Einstein, momentos en que pareciera que “Dios si juega a los dados
con el universo”. ¿De qué otra forma justificarlo? ¿Cómo explicar (o entender)
que una familia en Mocoa, enfrente la avalancha, sobreviva, decida salir del
pueblo de su desgracia para desplazarse a Corinto, donde –vuelve y juega-
encare otro conflicto semejante? ¿Qué razón lógica podría explicarlo? ¿Azar,
coincidencia, sincronicidad? Sin embargo los adelantos científicos prueban que
las coincidencias no existen porque estamos escogiendo futuro de nuestro
presente. El libre albedrío, la física cuántica, el desdoblamiento del tiempo,
dan respuestas diferentes y dinamitan el concepto de coincidencias. Allá cada
quien con su teoría… A lo que vamos ¿por qué suceden hechos como estos?
El humor negro gritaría a
voz en cuello “avisen pa´donde van, para saber los demás pa´donde nos movemos”.
Porque aun cuando no es chiste, es tan absurda la situación que el humor
pareciera ser la única herramienta disponible para digerir el asunto. ¡Hay historias! La de una pareja
sobreviviente de un accidente de avión de Air France en el Atlántico, que se
desplazaba de Brasil hacia Europa, pero días después tuvieron otro accidente de
automóvil en Italia y allí si murieron. O están los relatos de personas que
huyeron de Colombia evitando un secuestro y fueron extorsionadas en Miami. Como
si aquello que tenemos que vivir, como prueba de aprendizaje, o lo vivimos o lo
vivimos. No podemos escapar de lo que hay que aprender. De lo que nos corresponde
en el árbol genealógico. O de nuestras lealtades con nuestros ancestros. O de
los pendientes del alma familiar. ¿Qué explicación puede darse?
¿El destino es una trampa? Desde la Psicogenealogía se dice que
los pendientes del alma familiar siempre se cobran. Y como hay una deuda alguno
de los miembros de la familia “asume” saldar la cuenta. ¿Por qué él o ella y no
otro? Son las llamadas lealtades que pueden darse por repetición de nombre
(Juan abuelo, Juan hijo, Juan nieto), cercanía con fecha de nacimiento o
muerte, gemelo no nacido, en fin… Es posible que un nieto, un sobrino (hasta
vivenciar un fractal), puedan ser las explicaciones de repeticiones a estos
acontecimientos. Estamos conectados mucho mas de lo que desearíamos o quisiéramos aceptar. Pero ¿ hay
solución?
Si, puedo asumir no “cargar” la historia familiar y sus pendientes
en la medida en que tome conciencia de
ella. Pero debo conocer esa historia, no para juzgar o condenar, sino como
proceso de aceptación. Los secretos, los abortos, los suicidios, las quiebras,
robos, asesinatos, los excluídos, las venganzas, todo queda allí, en esa gran
nube inconsciente y alguno en la familia
asumirá el papel reparador. Puedo “zafarme” siempre y cuando caiga en cuenta
del contexto (soy parte del alma familiar, lo quiera o no) asuma el compromiso
y responsabilidad con los ancestros, honre su historia (hicieron lo mejor que
creyeron) pero “suelte” sus vidas para asumir la mía propia. Es un ejercicio
que desde la Psicología puede trabajarse y solucionarse. ¿Por qué la avalancha
“persigue” a esta familia? Interesante investigación…
Gloria H. @revolturas

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