Ya que metimos a los niños (qué coincidencia, todas mujeres:
¿abuso, evolución?) en este asunto de la libertad de expresión, la hija de
Paloma Valencia y las hijas de Daniel Samper Ospina, pues entonces
expliquémosles en detalle cómo es que se hace. Digámosles cómo manejamos la
doble moral. Cómo hacemos para cuadrar un círculo, cómo lo que los otros hacen
es negativo pero lo nuestro, con las buenas intenciones, es bueno y aceptable.
Definitivamente me encantaría que me pudieran explicar a mi, adulta, cómo
encajan las respuestas en un embudo donde lo ancho es para mí, pero lo estrecho
es para los demás.
Daniel Samper Ospina le contesta a Vicky Dávila lo difícil que fue
explicarles a sus hijas la acusación del expresidente Uribe como “violador de
niños”. Sin embargo, nadie ripostó preguntándole cómo haría entonces para
explicarle a sus pequeñas cómo él se
burla de los famosos, les pone sobrenombres, destaca sus defectos o los
ridiculiza, sin que pase nada. Lo que hizo Alvaro Uribe no es aceptable y su agresora rectificación es un “canto a la bandera”.
Pero, eso no absuelve la responsabilidad de Samper Ospina y “los grandes” de revisar qué
permiso tienen ellos para agredir verbalmente a los demás sin que los otros los
cuestionen o los censuren. Aun mas, ¿qué esperan que hagan los niños de hoy si
desean imitarlos? La carta de los periodistas y columnistas “Por el respeto” no
es equitativa y de carambola, no es una lección acertada de periodismo para las nuevas
generaciones. La parcialidad y solidaridad de gremio fue demasiado evidente y
dejó un mal sabor en la opinión pública que espera, al menos, un equilibrio en
los medios de comunicación.
Si una de estas chiquitas, hijas de Samper, dice “lo voy a hacer como tu, papi”, ¿qué se
les responde? En un diálogo imaginario, Guadalupe, podría tener esta
conversación con su padre. “A mi compañera de pupitre Clotilde, le voy a decir
que es igual a la marranita Peggy, que su gordos de la barriga son como las
llantas del carro en que su papá la trae todos los días. Ja, ja. Pero la
profesora que usa bastón y tiene anteojos grandísimos, no podrá decirme nada
cuando yo le diga “tres patas con anteojos de botella”. Ja, ja. Lo voy a hacer como tu papi, quiero tener tu
misma profesión, ser como tu, burlarme de la gente, a ti te ha ido bien”.
No puedo entender cómo a los niños y niñas les exigimos conductas
que de adultos no practicamos. Mas doble moral imposible. Mas abuso del mundo
infantil imposible De niño no debes
mentir, no debes hacer matoneo a tus compañeros, no puedes robar. Cuando seas grande estas
reglas se vuelven carreta. Podrás robar, mentir y burlarte de los demás, porque
estas actitudes generan fama, poder y dinero. Así John Ding, profesor de
periodismo de la U. de Columbia exprese que “es un derecho vital poder burlarse
de los mas poderosos”, no es el oficio, ni el rol, ni el dinero, los que dan
licencia o eximen de irrespetar a las personas. Ni tampoco el criterio de un
intelectual. Si el mundo no es coherente, no podremos sorprendernos de que nos
sigamos matando a nombre de lo que creemos. No podremos sorprendernos de que
las nuevas generaciones atropellen sin medir las consecuencias de sus actos. Total,
el modelo de sus mayores es su mejor escuela. ¿O usted cómo lo explicaría?
Gloria H. @Revolturas

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