¿A quién agradecer?
No, la vida no nos debe nada, la vida no tiene a obligación de
darnos nada. No podemos ser como niños de pecho, esperando que nos amamanten.
Existe la responsabilidad de construir y es allí donde cosechamos lo que
hayamos sembrado. Hay quienes pueden pasarse toda su existencia esperando.
Esperando que les den, que les solucionen, que les arreglen. En esa postura por
lo tanto, no hay nada por agradecer. Sólo se dan exigencias. Esperar lo que
“corresponde” como si correspondiera algo… La vida es muy compleja y venimos a
ella a experimentar y a aprender. Nunca a extender la mano para que otro asuma
la responsabilidad de colmarnos, sostenernos o hacernos felices.
Pero ello no significa que la vida no nos dé. Es una paradoja
porque muchos de los acontecimientos agradables o satisfactorios de nuestra
vida no son una deuda sino un regalo. Hay diferencias muy grandes entre lo que
te deben o lo que te regalan. De allí que si podamos agradecer los regalos que
no son deudas. Repito, energéticamente nadie nos debe… pero hay seres que se
cruzan por la vida y nos “regalan” inmensos momentos de plenitud, de
satisfacción, de solidaridad, de compañía. Existen seres que nos facilitan mas
el transcurso de la existencia. Alivianan el camino y no nos corresponde (por
decirlo de alguna manera), su generosidad porque no nos la deben pero sí
disfrutamos su presencia en nuestra vida como parte de nuestro destino. Y a
esos seres les agradecemos por existir, por permitir que nuestras vidas se
crucen. Les agradecemos por estar allí, y en muchísimas ocasiones, su sola
presencia ya es un bálsamo.
El jueves se celebra el día de Acción de Gracias en USA y si aquí
nos atreviéramos a institucionalizar esta celebración, ¿a quien cree usted le agradecería
porque existe a su lado o está cerca de su vida? ¿Quién ha hecho su carga mas
liviana? Sí, están la familia y los que
nos rodean y que casi podríamos decir que les “toca” o por lazos sanguíneos, o
por cercanía amorosa, o por circunstancias de la vida. Sin embargo existen
seres que se deciden ayudar a que otros tengan mejores condiciones y motivados
por el servicio, se dedican al trabajo comunitario. Claro, los puede impulsar
el ego, el protagonismo o el reconocimiento.
Pero su interés personal no riñe con el resultado colectivo. Por ello en esta
semana de acción de gracias, desde el fondo de mi corazón, hay un
agradecimiento al presidente Santos porque se empecinó en construir un proceso
de paz para que Colombia tuviera mejor futuro. No, no se amargue pensando en
mermeladas, puestos o intereses, ni me los va a dar ni los voy a pedir. Creo
que si tenemos un futuro mejor, desde el corazón, Santos se merece el
agradecimiento porque fue gracias a su tesón que hoy respiramos diferente. Su
dedicación fue tan fuerte que hasta se ganó un cáncer de próstata que en
términos bioenergéticos significa “conflicto derivado de sufrir una gran
infamia real o simbólica”. Pero él decidió construir paz. Estamos a las puertas
de lograrlo porque no desfalleció en su empeño. Lo mínimo que se merece quien
hace algo por nuestras vidas es un agradecimiento. Depende claro, de lo que
guardemos en nuestro corazón: amargura y rencor o gratitud y reconocimiento.
¡Mire su corazón y concluya! Hoy, yo le agradezco, Colombia es diferente
gracias a su empeño.
Gloria H. @revolturas

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