miércoles, 30 de marzo de 2016

martes, 29 de marzo de 2016

Filma, filma.


Me impacto la foto que reprodujo en primera página este diario a raíz de los atentados de Bélgica. Una mujer herida, aterrorizada, impotente, con su cara de desconcierto y angustia  mientras el reportero “registra” su dolor para realizar (supongo) una gráfica de concurso. O, (mermémosle a la interpretación) para hacer una buena toma de la realidad porque “ese” es su trabajo: fotografiar acontecimientos cualesquiera que sean y donde sean. A su vez los Medios también transmitieron el video de un hombre tirado en el piso, sangrando, impotente, mientras que la cámara capta “en toda su dimensión” su dolor y la sangre que corre por su cuerpo. El reportero filma y el hombre continúa en el piso desangrándose. “Gracias” a esos registros (¿cínicos? ¿fríos? ¿indiferentes?) el mundo pudo captar (¡) la dimensión de lo sucedido. ¿Será que sí?

Y es allí, en situaciones como estas donde vale la pena  preguntarse (otra vez) cuál es el papel de los Medios en momentos de angustia y sufrimiento. Porqué pareciera que a los periodistas nos interesara mas “nuestra profesión” que el dolor humano. Que fuera mas importante registrar que colaborar. No, no se requiere ser voluntario de la Cruz Roja pero ante una situación de emergencia, ¿primero va la cámara para registrar los hechos antes de contribuir a aliviar (de alguna manera) el momento de angustia de los dolientes? Igual sucedió con la foto del niño inmigrante ahogado al borde del mar. Para un buen(¡) periodista ¿es mas valioso captar el momento “para la historia” que ser humano, solidario y ayudar? ¿Qué es mas importante la vida o la profesión?

La necesidad de ser protagónicos (individual o colectivamente como Medios) nos está llevando a confundir prioridades. Pero no sólo le sucede a los comunicadores. Con ese afán de registrarlo todo, aún en redes sociales, se ven casos espeluznantes donde lo prioritario es registrar, antes de corregir, evitar, mediar o colaborar. Se va a caer, hay dolor, hay maltrato pero ¡no importa¡ El registro fotográfico de lo que va a suceder es mas importante que evitarlo y “perderse” el momento chistoso o impactante para recibir cuantos “me gusta” y  ser el “autor” de lo mas visto. Pareciera que casi estuviéramos deseando la tragedia para ser registrada e inmortalizarnos. Lo importante es que “yo pueda estar allí” para registrarlo y no que “ojalá” nunca sucediera. Una obra de teatro se titula “Seis personajes en busca de autor”. Parodiando su título ¿cuántos periodistas “anhelan una tragedia” en busca del registro oportuno? “Ojalá yo esté allí” podría ser la motivación de algunos comunicadores.


Y como se dice tantas veces, los terroristas cualquiera que sea su nombre de pila, necesitan dos elementos básicos para lograr la totalidad de su objetivo. Que se publique en “todos los medios” posibles y que cause miedo. Que cada ciudadano de este planeta “resuene” con angustia. Entonces, habrán ganado porque el pánico genera campos mórficos que paralizan. La resonancia en el miedo es vital para el terrorismo. De allí que sea básico no quedarse pegado de ese momento y “construir” otros estados emocionales. Es como una guerra de energías, terrorismo vs solidaridad. Lo podemos lograr si nos proponemos. Y si los Medios ayudamos. ¿Primero la profesión que la vida? 

Gloria H.

lunes, 28 de marzo de 2016

martes, 22 de marzo de 2016

¿Llenas las Iglesias?


Como se dice en términos taurinos, la Iglesia debe estar esperando “lleno hasta el tejadillo” para la Semana Santa, confiada en que “los principios cristianos” se manifiesten en la masiva asistencia de fieles a su programación. Es importante, entonces preguntar, dado el momento que vive Colombia, qué clase de asistentes tendrán las Iglesias. Porque, eso de asistir camándula en mano, dándose golpes de pecho, rezando avemarías o padrenuestros a voz en cuello, mientras que en el corazón se anida una rabia hacia esos hp guerrilleros, esas ratas, malnacidos, bandidos, es definitivamente una contradicción aplastante. O si lo quiere mas claro, una doble moral vergonzosa. No sé cómo, una persona que quiere que “no nos dejemos” , que “no nos humillemos” (lo que en plata blanca significa que la guerra continúe, matando “malos”), no puedo explicarme cómo se acerca al púlpito, comulga, recibe a Cristo, mientras su mente es un nido de víboras y venganza. ¿Quien me lo explica?

El ser humano no está divido, es uno sólo. La mente no va por un lado, el corazón por otro y los principios cristianos “adornan el edificio”. Todo es uno, integrado, donde soy lo que pienso, lo que siento y lo que actúo. Si en mi fuero interno hay tanta rabia, tanta venganza, cuentas de cobro, no me explico cómo me matriculo como cristiano o católico, seguidor de un personaje cuyo mensaje prioritario fue “no hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti”. Este principio, que no sólo es del cristianismo, sino de muchas creencias religiosas que buscan la unidad, todos somos uno, es el que debería instalarse en la forma de vida de quienes se consideran seguidores de Cristo.

Lo anterior no significa que los actos humanos equivocados, los errores, los aprendizajes, no tengan una consecuencia. Pero esa necesidad de sometimiento, de humillación, de aplastar, anular, arrinconar, sólo puede brotar en corazones muy primarios en evolución de conciencia, quienes creen que violencia se combate con violencia. No, no vivimos en un paraíso y precisamente para eso nacimos, para aprender. Como decía Estanislao Zuleta “En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar (…) deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa salacuna de abundancia pasivamente recibida”. Existen múltiples situaciones por corregir y reparar. No es callarse, no es pasar por alto en qué se puede mejorar, pero es obvio que la guerra y la violencia sólo engendran mas guerra y violencia. La paz en Colombia empieza en el corazón de cada quién, no para silenciarse, pero si para aceptar que no existen buenos y malos, ratas y hampones, educados e ineptos. Somos seres humanos en proceso de construcción, desarmar el espíritu y el lenguaje ayudaría a que la paz esté mas cerca. En definitiva lo mas difícil, lo mas complejo, lo mas exigente de la condición humana es la coherencia. Allí, mas de uno pierde la materia. Pero claro, eso es lo que todos debemos aprender y practicar, con o sin camándula en mano. ¿Lo intentamos?  @revolturas

Gloria H.

viernes, 18 de marzo de 2016

miércoles, 16 de marzo de 2016

martes, 15 de marzo de 2016

¿Somos tan animales?


Si usted es chileno, tiene una hija “casadera” y le presenta su novio colombiano, la primera sensación que seguramente le brota de su corazón es “peligro”. ¿Qué le podría hacer ese hombre a mi hija? En una dificultad ¿hasta dónde llegaría? Porque el impacto por la forma como el muchacho de Andalucía Valle Colombia mató a su novia forma ya parte del imaginario colectivo chileno y asociar hombre colombiano con depravado es instantáneo. Nada ni nadie justifica la muerte de un ser humano y mucho menos dizque a nombre del amor como es el argumento para explicar la muerte de una mujer por su pareja. Pero la manera como la mató es un plus de violencia que no es fácil de asimilar.

Las casas de pique, descuartizar seres humanos y en otros lugares, “gozar” tirando gente viva de los aviones, pagar salarios por violar mujeres, cortar cabezas como espectáculo de redes sociales, encerrar seres humanos en mazmorras, muestran una condición humana que nos iguala con un instinto animal totalmente depredador. En cualquier lugar del mundo surgen individuos que asombran por su crueldad. ¿Cómo explicarlo? Desde una mirada biológica, de sobrevivencia, propia de la naturaleza se impone la ley del mas fuerte como forma de existir. La sobrevivencia, impulso primario por excelencia, lleva a “usar” lo que está alrededor para no dejarse morir. Lo externo aparece entonces como oportunidades para salir adelante, para sobrevivir. La realidad no existe, solo está la necesidad, como si se viviera en un mundo totalmente autista. Sin medir cómo o a quién se lastima. Comportamientos como el de este muchacho lo “igualan” con lo instintivo, con lo animal, con los niveles mas primarios de conciencia. ¿Qué pasa por la mente de un asesino de esta magnitud? Hice la pregunta mal. No hay mente, no hay conciencia. Sólo impulso “puro”, emoción primaria. Necesidad de sobrevivencia donde está amenazado, puede perder porque “le quitan” parte de su yo (la otra persona) y el peligro es eminente. ¿Niveles inferiores de conciencia, enfermedad mental, comportamiento puramente instintivo?

No somos solo Biología y aun cuando estamos determinados por lo biológico, allí no nos agotamos. Decía Theilard de Chardin que estamos a mitad de camino entre las bestias y los dioses. Lo que marca la diferencia es la conciencia, el caer en cuenta de que somos dueños de nuestro actuar cuando logramos superar lo puramente instintivo.  De acuerdo al desarrollo de la conciencia, que no depende de la biología, la evolución nos hace mas conscientes, mas humanos, menos irracionales. Porque la conciencia marca la diferencia con lo instintivo. La epigenética (por encima de la genética) muestra cómo la conciencia es mas poderosa que los genes. Somos amos de nuestros genes, no simples victimas. La “nueva” biología está basada en el hecho de que la percepción controla el comportamiento y la actividad del gen, como quien dice que no estamos determinados sólo por lo biológico.     


Es difícil aceptar los niveles de crueldad y violencia que infringe un ser sin conciencia, desde lo instintivo. ¿Maldad, enfermedad, niveles primarios de evolución? Difícil respuesta. No  somos iguales, ni estamos en el mismo nivel de conciencia. El contraste que tanto golpea, paradójicamente, es lo que nos permite aprender. ¡Y para eso nacimos!  

lunes, 14 de marzo de 2016

jueves, 10 de marzo de 2016

miércoles, 9 de marzo de 2016

martes, 8 de marzo de 2016

El poder del falo


Produce una sensación extraña titular “el poder del pene” ¿Lo publicarían de esa manera? Suena escandaloso ¿será que sí? “Suavizo” entonces escribiendo falo. Posiblemente por ello se ha hablado del falo para simbolizar el arma mas poderosa de cuantas existen en el universo y “disimular” su poderío. Pareciera como si de alguna manera todos le tuviéramos temor. Hace unos días Diego Martínez (¡te leo!)  escribía sobre “el pipi” de Otálora. No dijo pene por ¿miedo, pena? Al decir pipi hablamos de lo mismo porque las mujeres también tenemos pipi y todos hacemos pipi. El pipi nos iguala, el pene diferencia. Y lo que es peor, arrodilla, somete. El pena marca distinción y da poder. Pero no es fácil escribir sobre ello porque a través de su poderío descalifica, humilla, se burla, ridiculiza, clasifica, agrede. 

Lo tienen los sacerdotes pero también los guerrilleros. Lo han usado para lo mismo, exactamente para lo mismo: someter, doblegar, aplastar. Lo utilizan para mostrar que ellos sí pueden, que son poderosos, que tienen el arma mas poderosa de cuantas existen. Imposible suprimirla. Lo tienen los políticos pero también los mensajeros. Ah, claro, los deportistas también, cualquiera que sea su especialidad. Los jueces de la República, los Magistrados, los Presidentes de los países, como también de organismos internacionales. Su poderío no se regula por haber estudiado en Harvard, MIT, Oxford o en la Universidad pirata de la esquina. No. En todas partes está el arma contundente, poderosa, aplastante. No hay legislación sobre ella, no existe una reglamentación que ayude a educarla, a limitarla, a regularla. Basta con sentir para que se levante y haga suyo el territorio que tiene al frente. O al lado. O a sus pies. En las guerras mas sangrientas no son las balas o cañones los que mas dañan, no. Es el poder del pene el que mas lastima y lo que es peor, “prolonga” su agresión en un hijo o hija a la que se puede querer pero también se rechaza. Una agresión que se arrastra toda la vida y que trae a la condición humana seres marcados por “la agresión del pene” hijos de una violación, de un sometimiento humillante. Para toda la vida.


¿Por qué aumenta el número de mujeres que desean, que quieren vivir solas? ¿por qué aumentan los casos de lesbianismo?  Esta arma está en cualquier escenario haciendo gala de su poder para destruir a su alrededor cuando no se obedecen sus órdenes. Está en el hogar, lo tiene un hijo, un padre, un abuelo, un mayordomo, el tío, el amigo, el vecino, el hermano mayor, el de la mitad, el pequeño. Los profesores, los terapeutas, los entrenadores de gimnasios, ¿qué hombre no lo tiene y en qué momento no ha sido tentado a someter “amorosamente” a su “víctima” para acrecentar su poder, su amor o su rabia? Cuando se acaban las palabras se “muestra” el poder para convencer del todo. Sí, a través de un pene también se disfruta pero no es el pene el que produce el inmenso placer, no. Es lo que está “detrás” de ese elemento lo que genera la satisfacción. Hoy, pareciera que viviéramos bajo el imperio del pene, de esta arma poderosísima que no obedece norma diferente que el instinto y el dominio. Cuánto dolor, cuánta humillación produce un pedazo de músculo que cree poder dominar al mundo. ¿Hoy, día de la mujer, lo seguimos permitiendo?

Gloria H.

lunes, 7 de marzo de 2016

jueves, 3 de marzo de 2016

miércoles, 2 de marzo de 2016

martes, 1 de marzo de 2016

Psicólogos vs opinadores


Existe una gran diferencia entre opinar y emitir un criterio. Las opiniones van y vienen y las hace cualquiera. Sobre lo divino y lo humano. De lo que quiera y como quiera. Basta con “interesarse” por el tema y lanzar el chorro de “conocimiento” empírico. Los Medios están llenos de opinadores que “dan cátedra”, no temen igualarse con el criterio de profesionales y argumentan muy olímpicos “no estoy de acuerdo”, como si fuera razón para cuestionar un criterio. Pero los criterios tienen base científica. Impresiona en especial la “igualada” con los conceptos psicológicos, donde “todos” creen que saben porque lo psicológico impregna la vida cotidiana y es “tan fácil” hablar de eso.

Empezando por el Procurador. Pareciera que “cualquiera” puede argumentar sobre pedagogía infantil, psicología o educación sexual, al fin y al cabo, el “tema” es de interés general y “todos opinamos” pues todos tienen sexo e hijos y ¡ya! Los abuelos decían que “la ignorancia es atrevida” y basta con escuchar las opiniones de los últimos días, incluídas las de la organización de padres y madres de familia denominada “Un paso adelante”. Para ellos, los niños y niñas no deberían recibir ninguna clase de formación sexual fuera de la casa. Otra vez, el atrevimiento de la ignorancia. Quieran o no, papas y Procurador, siempre, siempre hay educación sexual. Lo significativo es poder orientarla para que sea asertiva. Papá y mamá son los primeros educadores sexuales pero, qué pena, no siempre los mejores porque ellos educan a sus hijos con la carga de su historia personal. Y si no se recibe una información nueva, diferente, basada en criterios psicológicos, se corre el riesgo de “perpetuar”  errores. No siempre el “instinto” es la mejor guía para educar. A veces sí, otras no. Preguntar no sobra. Cuántos castigos son totalmente instintivos (y crueles) porque se cree que los niños “no saben, no tienen uso de razón, no entienden”. Y si se cree que un niño es bobo hasta los 7 años, imagine el trato que recibe.

Para educar de la mejor manera se necesita información nueva, revisión de creencias y un mínimo de asesoría profesional. Por mas buen papá o mamá que se sea ante un contratiempo en salud, por ejemplo, no se llega donde el médico a cuestionar su trabajo. Se le respeta porque hay consciencia de la ignorancia personal. Igual debería suceder con la Psicología y mas aún, con un tema como Educación sexual donde el simbolismo está presente en todo el proceso. Todos tenemos un sexo pero conocer de Anatomía no da título en Sexualidad. Que lo digan los médicos… Claro, cualquier profesional se puede equivocar porque no es dios, pero hay que creer en su saber científico. ¡Por algo se los consulta! La Psicología es una Ciencia y  sus conceptos son científicos. Las opiniones no equivalen a verdad científica, así se oigan en los Medios. Desde una posición prepotente se considera que la opinión personal basta para dar cátedra sobre el tema. La sola experiencia no avala lo que se piensa o expresa, falta el conocimiento.  


Opinar es un asunto libre y espontáneo que se multiplica en micrófonos y redes sociales. El saber psicológico debe hacerlo un profesional o se corre el riesgo de que los Medios se consideren mas poderosos que la Ciencia. Pero todo parece indicar que para allá vamos.

Gloria H.