martes, 2 de febrero de 2016

La silla vacía


Hace unos años Colombia se impactó por una silla vacía, un espacio que en forma deliberada un hombre belicoso y guerrero quiso dejar precisamente para recordarnos su existencia. La silla vacía hablaba de su presencia, de su importancia. La ausencia como paradoja de la presencia. Marulanda, frente a Andrés Pastrana, recalcó el símbolo de la silla vacía desde su prepotencia y orgullo, para que recordáramos que él existía y que no iba a someterse a ser “uno mas” en un escenario donde bajarse del pedestal era igualarse con el común, ser como todos. Perdería poder, protagonismo y eso era inaceptable para su ego. Pues bien, esta semana –otra vez- dentro de la celebración de los 15 años del Plan Colombia, habrá una silla vacía, un notorio espacio sin presencia física, para señalar la existencia de quien desea ser protagónico, indispensable. Alguien que quiere existir, hacer presencia, de cualquiera manera y no puede someterse a ser “uno mas”, como otros. Del montón, nunca. O se destaca como único e irrepetible o…

Es el narcisismo, en vivo y en directo, donde no se pueden hacer concesiones al orgullo, al protagonismo, al ego. Dejar de ser diferente es perderse, es desaparecer en el panorama colectivo y esto significa tácitamente, la muerte. La necesidad de siempre estar diferenciándose es una manera clara de existir puesto que la inseguridad no permite convivir con otros iguales y “perderse” en lo común. Es una manera de sentir el poder, disfrutarlo, en la medida en que toda la atención y las miradas se dirigen hacia el ausente, o el diferente, o el único. Una personalidad narcisista marca con su actuar su necesidad de tener el poder, que en definitiva, es lo que le genera importancia. Si se controlan las vidas de los demás, se es importante. Si el mundo gira en torno a la propia vida, se es indispensable.

Lo paradójico es que ni siquiera importante las ideologías. Ni los criterios o filosofías marcan la diferencia. El comportamiento narcisista es igual bajo cualquier ropaje. Y aquí cabe la pregunta ¿son las ideas las que mueven al mundo o los comportamientos patológicos son los que promueven ideas que manejan al mundo? ¿Detrás de guerras, conflictos, dificultades, existen verdaderas diferencias ideológicas o lo que alimenta el conflicto es una patología dentro de una personalidad enferma de protagonismo y reconocimiento?  En definitiva los narcisistas todos son iguales, cubiertos con mantos de izquierda, derecha, religión, política, ciencia, arte. Los narcisistas tienen, desde su enfermedad, como principal interés, ellos mismos, el control que les dé seguridad.


Entonces ni humildad, ni reconocimiento de errores, ni rectificaciones. Eso nunca lo hará un narcisista. En definitiva, nada es tan importante como la salud mental. Lo que nos separa no son posiciones ideológicas sino puro y simple ego, amor propio, inseguridad personal donde hay que imponer, destacarse, nunca conciliar. Es mas importante, entonces  la salud mental que la ideología. Las diferentes ideas pueden tener un mismo objetivo: convivencia, solidaridad, mejores condiciones de vida. Pero el narcisista no concilia porque pierde. Su patología no lo soporta. En definitiva no peleamos por ideas sino por seguir personalidades enfermizas. ¡Qué tristeza!

No hay comentarios: