lunes, 29 de febrero de 2016

viernes, 26 de febrero de 2016

jueves, 25 de febrero de 2016

miércoles, 24 de febrero de 2016

martes, 23 de febrero de 2016

¿La conoce?


No, a ella “no le dan permiso”. No lo necesita. A ella no le dan instrucciones, ella las da, o las impone, que en definitiva es lo mismo. Ella necesita que las cosas se hagan a su manera, para ella es muy importante encarar. Con la frente en alto, decidida, casi imponente, marca el derrotero. No hay lágrimas en sus ojos, sólo verraquera y decisión. Ni un ápice de debilidad, mucho menos fragilidad. Eso queda para los otros. Allí esta ella para enfrentar lo que sea, o los que sean.

Se equivoca Diego Martínez cuando dice que Carlos Ferro presionó a su mujer, la manipuló para enfrentar los hechos. No, Diego, es ella la que manda la parada, es ella la que lleva las riendas, es ella la que presiona para enfrentar, nunca esconderse o acuscambarse. Si él quiso ocultarse, muy seguramente ella “lo obligó” a poner la cara, a mostrarse, a enfrentar. Es ella la decidida, es ella la que pone el pecho. Ella es la que “alimenta” de energía a su marido. Carlos Ferro no la puede “obligar” a nada porque ella es la jefe, ella manda. O en términos energéticos, ella tiene la energía masculina. Ella es la que nutre a este hogar de fuerza, de vigor. Esta “nueva” mujer, que poco conocen los hombres, aún mas, que casi “le temen”, es la mujer del siglo XXI, la mujer forjada en la necesidad de sobrevivir sin compañero porque este hombre-rey-machista, creyó que podía seguir haciendo de las suyas, con una mujer débil y sometida. Pero ella despertó y los resultados están a la vista.

Estoy segura que muy pocos, pero muy pocos hombres, vivirían esta situación al revés. Apoyando en público a una compañera que hubiera vivido situaciones parecidas a las de Ferro. Su orgullo de machos no lo aguantaría, no lo resistirían. La mujer de hoy sí lo enfrenta, aún mas, fue “educada” por la vida para hacerlo. Hija de una mujer sometida, con un padre ausente, mujeriego y muchas veces irresponsable, esta hija mujer de hoy “supo” desde siempre que debía enfrentar y no copiar el modelo de su madre. Y lo está haciendo. Por eso el hombre no sabe como hacer pareja con esta mujer segura, poderosa e independiente. El cree que puede seguir viviendo “sin consecuencias” y la mujer le está diciendo que “gracias, no lo necesito mas que para que “me haga” hijos y para adelante”. No califico de buena o mala la nueva situación. Sólo, diferente y por lo tanto hay que prepararse para ello. Todo un cambio de paradigmas culturales que necesariamente hay que afrontar antes de que nos desborden.

Y de carambola el Procurador “intentando” suprimir la cátedra de Educación Sexual, como si educación e información fueran lo mismo. Queramos o no, los niños y niñas tienen educación (formación) sexual y mas vale guiarla que dejarla al azar. Hablar de pene y vagina no es educación sexual. Qué pena pero a muchos jurásicos les está quedando grande la mentalidad de un mundo que evoluciona a pasos agigantados y que quisieran frenar. Homosexualidad, bisexualidad, lesbianismo, heterosexualidad, diversidad sexual ¿qué sabe usted de esto? No es tan fácil porque un cuerpo físico no determina una actitud ni un comportamiento. Mas vale aprender que sorprenderse. El primero que necesita una clase es el Procurador. ¿Dónde lo matriculamos? Ah, y los hombres que aún sueñan con una mujer sometida.

Gloria H.

lunes, 22 de febrero de 2016

martes, 16 de febrero de 2016

Fisgonear y chuzar ¿lo mismo?


La semana pasada Gustavo Gómez informó en La Luciérnaga que un conocido estaba en el Club El Nogal, sentado al lado de la mesa donde departían los hijos de Víctor Maldonado. El informante (o chismoso) hizo lo posible por escuchar lo que comentaban en esa mesa pero sólo alcanzó a captar ciertas palabras. Liquidador, Revollo y otras expresiones que no pudo descifrar bien el informante de Gustavo. Entonces La Luciérnaga cuestionó la “tranquilidad” de los hijos de Maldonado, sentados conversando como si nada y la “ineptitud” del voluntario informante por lo poco que había podido oír.

Las preguntas no se hacen esperar en la semana de la celebración del día del periodista cuando se escriben panegíricos y arengas  sobre ética pero cuya practica parece mas embolatada que nunca. Porque en aras del rating o la chiva o la novedad, todo se dinamita. ¿Oír conversaciones, (no autorizadas, a mansalva) de los vecinos es diferente a chuzar teléfonos? ¿Es correcto? ¿Es válido? Toda la bulla, escándalo y desgarramiento de vestiduras que se han hecho por las chuzadas de teléfono del gobierno de turno, pero los periodistas sí podemos “patrocinar” escuchas no autorizadas porque “no es lo mismo”. Lo que escuchan(¡) los periodistas es por el bien público pero lo que escucha el gobierno es por su bien. Entonces, (¿dónde estas Maquiavelo?) el fin justifica los medios. Además, de solera, cuando a quienes se fisgonea son “malos”, juzgados por la Ley,  se justifica cualquier clase de atropello contra ellos y su dignidad con tal de obtener información porque son malos. ¿A los “malos” no se les aplican los códigos de Derechos Humanos? Los viejos  decían “ni ojo en carta ni mano en plata ajena” como sinónimo de honradez y rectitud. Entonces ¿chismosear, “parar la oreja”, fisgonear, es justificable como fuente de información para los medios de comunicación?

Todavía no logro entender cómo las conversaciones privadas entre el criminal Chapo Guzmán y la actriz mexicana se volvieron “públicas”. La fascinación por el morbo novelado era rating para los Medios. ¿Es ético? Las palabras de amor, seducción, pendejada, entre ellos fueron leídas por medio mundo como si la intimidad de “los malos” pudiera aplastarse porque son “malos”. ¿Nos estamos faranduleando demasiado pisoteando principios elementales de respeto y ética? Tome un celular, capte cualquier imagen privada y hágale pública. Es su derecho. (Alguien me aclara qué es “privado” y qué es “público”? ¿cuáles  sus diferencias?). ¿Y qué tal el escándalo porque una mujer orinó en Transmilenio (qué horror, qué vergüenza, a dónde hemos llegado) pero que pasaría si se grabaran a los hombres que orinan, siguen orinando y continuaran haciéndolo en cualquier espacio público: no cabrían las imágenes en las redes. Pero como era mujer sí era escandaloso, “preocupante”. La doble moral  definitivamente es impactante.

Por eso la pederastia de la Iglesia Católica es tan demoledora, por venir de donde viene. No es lo mismo un pederasta cualquiera que un sacerdote. Igual con los periodistas: debe existir una doble exigencia por su papel de adalides. Si los Medios exigen claridad y ética, deben ser excesivamente atentos y cuidadosos con lo que dicen, con lo que hacen y con lo que practican. Repito, la coherencia no es fácil…


Gloria H.

jueves, 11 de febrero de 2016

miércoles, 10 de febrero de 2016

martes, 9 de febrero de 2016

Mirándonos el ombligo


Hoy se celebra el día del periodista y qué bueno sería que al menos por 24 horas, nos dedicáramos a “mirarnos el ombligo” antes de seguir cuestionando al mundo que nos rodea. Que tuviéramos las agallas de señalar cuáles son nuestros defectos mas prominentes y en qué le estamos fallando a quienes nos leen, oyen o ven. Porque lo que sí es obvio es que ¡no somos perfectos!, aun cuando mas de una vez, como gremio, lo consideremos. Un acto de humildad y coherencia sería atrevernos a mirar nuestra prepotencia y narcisismo para encontrar si lo que realmente nos motiva es el servicio o es el rating. Porque es allí, en ese ítem donde nos obnubilamos y perdemos el sentido de la realidad.

El rating es el enemigo mas grande que tiene un periodista comprometido con el servicio. Así como hace años se suprimieron de los colegios las clasificaciones de primero, segundo o tercer “mejor” estudiante por cuanto no se aprendía por el placer y satisfacción de hacerlo sino por no perder el puesto y estimular una rivalidad malsana, de igual manera debería suprimirse el rating en los Medios de Comunicación. Todavía me conmueve la prepotencia de Manuel Teodoro desde 7 Día, cuando le dice a Catalina Navarro, la mamá de la niña colombo argentina que “confíe que la va a ayudar, que su programa mueve montañas” mientras “la acribilla” con una información sesgada, parcializada e incompleta que causó tanto daño y dolor. Pero claro, a nombre del rating se atrevió a endulzarle el oído para que “hablara” en su espacio y él ufanarse de haber producido el programa de mayor audiencia a nivel nacional. ¿A qué costo? Sorprenden también los twiters de Daniel Coronel furioso porque Vanesa De la Torre entrevista al Defensor Armando Otálora sin cuestionarlo por sus respuestas, poniendo en duda el enfoque de Coronel sobre el hecho conocido. Otro ego de periodista narcisista “en peligro” porque no se le da la razón incondicionalmente. Cuántos otros ejemplos de narcisistas obsesionados por ser los primeros, los “mas”, los indispensables, donde lo que importa es alimentar la imagen personal de ser únicos.  La prioridad inconsciente no es el otro, el servicio, sino la necesidad de tener la razón y acrecentar la importancia personal. Yo lo hice. Yo lo descubrí. Yo lo logré.


¿Cuál es la intención del periodista, cuál debe ser su objetivo? Tener un criterio y manifestarlo no significa imponerlo. Dar una opinión sobre un hecho, desde la óptica de lo que se cree y conoce es su misión aun cuando no complazca. Pero “reclamar” o manipular porque no se le da la razón o deformar hechos para imponer su idea, he allí el meollo de la enfermedad del periodismo. Porque el narcisista no se acepta como es por eso construye otro yo artificial que le ayude a esconder su carencia interior. Debe vivir de la imagen porque pareciera que no hay nada mas, solo eso, imagen. Por eso los Medios, donde se figura, son el escenario propicio para personas con problemas de identidad que necesitan construirla falsamente desde la apariencia y donde el narcisismo se desarrolla en toda su dimensión. Y el rating el elemento mas tóxico puesto que por tenerlo, conservarlo o acrecentarlo un individuo enfermo, el narcisista, llega hasta perder el sentido de la realidad.  ¿Es el periodismo que nos conviene?

martes, 2 de febrero de 2016

La silla vacía


Hace unos años Colombia se impactó por una silla vacía, un espacio que en forma deliberada un hombre belicoso y guerrero quiso dejar precisamente para recordarnos su existencia. La silla vacía hablaba de su presencia, de su importancia. La ausencia como paradoja de la presencia. Marulanda, frente a Andrés Pastrana, recalcó el símbolo de la silla vacía desde su prepotencia y orgullo, para que recordáramos que él existía y que no iba a someterse a ser “uno mas” en un escenario donde bajarse del pedestal era igualarse con el común, ser como todos. Perdería poder, protagonismo y eso era inaceptable para su ego. Pues bien, esta semana –otra vez- dentro de la celebración de los 15 años del Plan Colombia, habrá una silla vacía, un notorio espacio sin presencia física, para señalar la existencia de quien desea ser protagónico, indispensable. Alguien que quiere existir, hacer presencia, de cualquiera manera y no puede someterse a ser “uno mas”, como otros. Del montón, nunca. O se destaca como único e irrepetible o…

Es el narcisismo, en vivo y en directo, donde no se pueden hacer concesiones al orgullo, al protagonismo, al ego. Dejar de ser diferente es perderse, es desaparecer en el panorama colectivo y esto significa tácitamente, la muerte. La necesidad de siempre estar diferenciándose es una manera clara de existir puesto que la inseguridad no permite convivir con otros iguales y “perderse” en lo común. Es una manera de sentir el poder, disfrutarlo, en la medida en que toda la atención y las miradas se dirigen hacia el ausente, o el diferente, o el único. Una personalidad narcisista marca con su actuar su necesidad de tener el poder, que en definitiva, es lo que le genera importancia. Si se controlan las vidas de los demás, se es importante. Si el mundo gira en torno a la propia vida, se es indispensable.

Lo paradójico es que ni siquiera importante las ideologías. Ni los criterios o filosofías marcan la diferencia. El comportamiento narcisista es igual bajo cualquier ropaje. Y aquí cabe la pregunta ¿son las ideas las que mueven al mundo o los comportamientos patológicos son los que promueven ideas que manejan al mundo? ¿Detrás de guerras, conflictos, dificultades, existen verdaderas diferencias ideológicas o lo que alimenta el conflicto es una patología dentro de una personalidad enferma de protagonismo y reconocimiento?  En definitiva los narcisistas todos son iguales, cubiertos con mantos de izquierda, derecha, religión, política, ciencia, arte. Los narcisistas tienen, desde su enfermedad, como principal interés, ellos mismos, el control que les dé seguridad.


Entonces ni humildad, ni reconocimiento de errores, ni rectificaciones. Eso nunca lo hará un narcisista. En definitiva, nada es tan importante como la salud mental. Lo que nos separa no son posiciones ideológicas sino puro y simple ego, amor propio, inseguridad personal donde hay que imponer, destacarse, nunca conciliar. Es mas importante, entonces  la salud mental que la ideología. Las diferentes ideas pueden tener un mismo objetivo: convivencia, solidaridad, mejores condiciones de vida. Pero el narcisista no concilia porque pierde. Su patología no lo soporta. En definitiva no peleamos por ideas sino por seguir personalidades enfermizas. ¡Qué tristeza!