Aclarando que postizo y falso no significan lo
mismo, lo más postizo que tenemos como seres humanos es la personalidad. La
personalidad es postiza pero no falsa. Postizo es un añadido, falso significa
mentiroso. Y la personalidad es postiza porque es la máscara con la cual nos
“disfrazamos” para realizar el trayecto por la vida. Claro sin personalidad no
se puede vivir pero debemos estar atentos a no creernos el cuento de que somos
nuestra personalidad. ¿Qué es entonces la personalidad?
El término personalidad proviene de la palabra “persona” y a la vez
persona era sinónimo de la máscara que portaban los actores de teatro en la
antigüedad. Poco a poco el concepto se fue ampliando para señalar roles o
actuaciones es decir “como quién” o “representando a quién”
actuaba un determinado actor teatral tras su máscara. “Persona”
era entonces una máscara y de allí el término personalidad para definir el
actuar “individual” de una persona. Claro, sin personalidad no se puede
sobrevivir pero lo importante es tener conciencia de que aun que la
personalidad nos da identidad, nos diferencia, no puede convertirse en una
barrera agresiva que nos haga olvidar que todos somos iguales. Qué paradoja:
somos lo mismo, olas del mismo mar, que
con personalidad (o máscara) tratamos de sobrevivir pero la diferencia no puede
convertirse en una barrera para agredir a otros. Ni para creernos, por ejemplo,
superiores. O para considerarnos de “mejor familia”. O para despreciar a
quienes consideramos “equivocados”. Las actuaciones humanas son de la
personalidad, pero allí no está nuestra verdadera esencia.
Como seres espirituales somos iguales pero en el mundo material “usamos”
personalidad para diferenciarnos. Los atributos de la personalidad entonces,
son simples herramientas que nos ayudan a caminar por la vida. Existen
atributos buenos y “malos” (por decir lo menos). “Escondemos” nuestra verdadera esencia detrás
de la personalidad. El libre albedrío,
la libertad interior nos permite escoger qué mostramos y también qué guardamos.
Carl Jung habló de la “sombra” lo que no
nos gusta de nosotros y tratamos de tapar. Halloween se ha convertido en el
permiso social para que los adultos puedan “ventilar” su sombra, aquello
escondido que nunca se debía mostrar. Pero el día en que la sociedad permite
“el desdoblamiento” qué mejor oportunidad para liberar mi fantasmita y ser por
un rato lo que quise ser y no pude.
La personalidad es como una máscara y en todos los procesos espirituales
recomiendan no creerte el cuento de creerte
lo que actúas. No eres exitoso, ni eres poderoso, ni eres el mas inteligente,
ni el mas bello, ni el mas capaz. Son condiciones o dones o atributos que te
ayudan en el camino de la vida, pero no eres “eso”. Tu identidad es una
comunión con todos, porque somos parte del engranaje universal y ninguna “pieza”
sobra. Así en apariencia sea detestable, esa “pieza humana” se requiere en el
proceso de la vida. Y tus atributos bonitos y feos también son necesarios para
pulir el proceso de crecimiento espiritual.
Podía ser una columna light de disfraces y máscaras. Pero la máscara
diaria es lo más serio que podemos tener. Es nuestra personalidad, aquello con
lo que enfrentamos al mundo. Somos seres espirituales viviendo una experiencia
humana y en el mundo material “nos disfrazamos” con máscaras como la
personalidad. Pero escondemos lo que no nos gusta en la sombra. Sorpréndase, es
más fácil identificar nuestra sombra, lo
que no nos gusta de nosotros reconociéndolo en lo que nos talla en los demás. En
psicología eso es una proyección. Halloween es una buena excusa para
reflexiones sobre lo que verdaderamente somos.