lunes, 28 de octubre de 2013

¿Cuál es su máscara?

Aclarando que postizo y falso no significan lo mismo, lo más postizo que tenemos como seres humanos es la personalidad. La personalidad es postiza pero no falsa. Postizo es un añadido, falso significa mentiroso. Y la personalidad es postiza porque es la máscara con la cual nos “disfrazamos” para realizar el trayecto por la vida. Claro sin personalidad no se puede vivir pero debemos estar atentos a no creernos el cuento de que somos nuestra personalidad. ¿Qué es entonces la personalidad?
El término personalidad proviene de la palabra “persona” y a la vez persona era sinónimo de la máscara que portaban los actores de teatro en la antigüedad. Poco a poco el concepto se fue ampliando para señalar roles o actuaciones  es decir  “como quién” o “representando a quién” actuaba un determinado actor teatral tras su máscara.   “Persona” era entonces una máscara y de allí el término personalidad para definir el actuar “individual” de una persona. Claro, sin personalidad no se puede sobrevivir pero lo importante es tener conciencia de que aun que la personalidad nos da identidad, nos diferencia, no puede convertirse en una barrera agresiva que nos haga olvidar que todos somos iguales. Qué paradoja: somos lo mismo,  olas del mismo mar, que con personalidad (o máscara) tratamos de sobrevivir pero la diferencia no puede convertirse en una barrera para agredir a otros. Ni para creernos, por ejemplo, superiores. O para considerarnos de “mejor familia”. O para despreciar a quienes consideramos “equivocados”. Las actuaciones humanas son de la personalidad, pero allí no está nuestra verdadera esencia.
Como seres espirituales somos iguales pero en el mundo material “usamos” personalidad para diferenciarnos. Los atributos de la personalidad entonces, son simples herramientas que nos ayudan a caminar por la vida. Existen atributos buenos y “malos” (por decir lo menos).  “Escondemos” nuestra verdadera esencia detrás de la personalidad. El  libre albedrío, la libertad interior nos permite escoger qué mostramos y también qué guardamos. Carl Jung habló  de la “sombra” lo que no nos gusta de nosotros y tratamos de tapar. Halloween se ha convertido en el permiso social para que los adultos puedan “ventilar” su sombra, aquello escondido que nunca se debía mostrar. Pero el día en que la sociedad permite “el desdoblamiento” qué mejor oportunidad para liberar mi fantasmita y ser por un rato lo que quise ser y no pude.
La personalidad es como una máscara y en todos los procesos espirituales recomiendan  no creerte el cuento de creerte lo que actúas. No eres exitoso, ni eres poderoso, ni eres el mas inteligente, ni el mas bello, ni el mas capaz. Son condiciones o dones o atributos que te ayudan en el camino de la vida, pero no eres “eso”. Tu identidad es una comunión con todos, porque somos parte del engranaje universal y ninguna “pieza” sobra. Así en apariencia sea detestable, esa “pieza humana” se requiere en el proceso de la vida. Y tus atributos bonitos y feos también son necesarios para pulir el proceso de crecimiento espiritual.
Podía ser una columna light de disfraces y máscaras. Pero la máscara diaria es lo más serio que podemos tener. Es nuestra personalidad, aquello con lo que enfrentamos al mundo. Somos seres espirituales viviendo una experiencia humana y en el mundo material “nos disfrazamos” con máscaras como la personalidad. Pero escondemos lo que no nos gusta en la sombra. Sorpréndase, es más fácil identificar nuestra sombra,  lo que no nos gusta de nosotros reconociéndolo en lo que nos talla en los demás. En psicología eso es una proyección. Halloween es una buena excusa para reflexiones sobre lo que verdaderamente somos.

lunes, 21 de octubre de 2013

Es difícil ser mujer…

…en Colombia! En ningún espacio del territorio nacional la mujer la tiene fácil. En cada uno de los diferentes escenarios donde las mujeres debemos desenvolvernos, está la mano masculina apretando, aplastando, discriminando. Mostrando su poder para poder seguir considerándose los reyes. La revista Semana trae un informe espeluznante donde prueba cómo, de manera sutil, las mujeres están recibiendo todo el peso de la cultura patriarcal. Los lugares más emblemáticos del poder son los que menos aflojan: la Iglesia, la política y el mundo laboral. Y ni qué decir del mundo familiar. Allí, en las relaciones entre hombres y mujeres, el poder masculino argumentando celos o posesividad, considera que la mujer es un objeto cuyo dueño puede manejarla a su antojo.
Parece un disco rayado pero el tan anhelado cambio no llega. Hay quienes se cansan de la “cantaleta feminista” pero por todo lado se da la discriminación. En mentes brillantes y en mentes elementales. Por ejemplo, ¿quién me enumera a cuántos comunicadores hombres tiene demandado el exalcalde Ospina? ¿Quién hace la cuenta? No, qué coincidencia, a ninguno. Solo a una, y es mujer, pero eso deben ser inventos de quienes quieren hacerse las víctimas mientras las pruebas son contundentes y los números no se equivocan. ¡Qué coincidencia! Que viva el mundo patriarcal. Se da a la vista de todos pero nadie se atreve a mostrar cómo se construye la discriminación y la amenaza. Porque de una mujer se puede abusar o estigmatizar o amedrentar. Quienes se atreven a señalar el atropello son resentidas o victimizadas pero nunca se valora que son mujeres que muestran la contundencia del ataque. “Será que se dejan” o “será que los provocan” o peor aún “será que se lo merecen”. Una forma olímpica de cómo la cultura se lava las manos y se hace de la vista gorda. Con complicidad nacional.
Pero no puede continuar igual. No pueden repetirse los mismos patrones del siglo XX y mucho menos los del siglo XIX. El mundo cambia, en todos los aspectos y la mujer del siglo XXI no puede ser igual a las anteriores. Es decir, usted, yo, su hija, sus amigas, las conocidas, no pueden repetir formas de comportamiento aprendidos en creencias de siglos pasados. Hay que atreverse a cambiar. Hay que ser capaces de romper el esquema copiado para re-aprender nuevas formas de vida. La razón más elemental para estar obligadas a asumir el cambio es que el mundo donde esas creencias nacieron y se multiplicaron, ese mundo, ya no existe. Y las mujeres tenemos el compromiso, primero con nosotras mismas y luego con la historia, de asumir el reto de construir una nueva actitud de mujer.
Los hombres se resisten. No quieren aceptarlo. Son los que ponen “palos a la carreta”, es el mundo masculino el que se opone a que esta mujer sea independiente, definida y segura de si misma. Ellos están asustados y cuando se les terminan los “posibles” argumentos de dominación, no quedan sino el atropello, la violencia o el golpe. Intimidar, asustar, chantajear. El mundo requiere nuevas mujeres. Mujeres seguras, autónomas, independientes. Mujeres que puedan medir su fuerza interior de mujeres, capaces de enfrentar las diferentes situaciones de la vida. Mujeres que pueden vivenciar que la dependencia y el apego son enfermedades que paralizan y destruyen. Pero el Estado por un lado “patrocina” leyes y reglamentaciones pero por el otro lado obstruye. No hay mirada de equidad en nuestra cultura. De allí que sea tan difícil que el cambio pueda darse y ante los ojos “públicos” todo el tiempo se producen los atropellos. Ahora mismo, muy seguramente un hombre está abusando de una mujer. ¿Se dio cuenta?

jueves, 17 de octubre de 2013

Hijos de la guerra

Me escoge a mí, mujer, entre cientos de cuestionamientos, denuncias  y críticas que le han hecho otros tantos columnistas y medios de comunicación, para “cobrar” su rabia y confrontar su molestia. Con ninguno otro se “mide”. Solo conmigo, que soy mujer y a la que considera puede aplastar o dominar porque  lo femenino suele presentarse ante el mundo patriarcal como débil, frágil, asustadizo. Y no es que desee que lo haga con alguien más, no. Existe sin embargo una explicación más profunda para interpretar el por qué de la rabia y persecución de  Ospina, exalcalde de Cali,  contra mí, mujer. Otros le han dicho lo mismo pero sólo me escoge a mí, mujer...
Las Constelaciones Familiares son una técnica psicológica, basada en la teoría de  campos mórficos de Rupert Shdrake, y constituídas por Bert Hellinger. Explica cómo los guardados o pendientes del alma familiar, siempre, siempre, necesitan compensación. En cualquier parte del planeta, los hijos de las guerras, pueden constituirse en hijos de la rabia, que en actos de amor simbólicos con sus ancestros, intentarán “compensar” lo que está por sanarse. “Los que vienen después, así parece, tienen que recuperar a los “fantasmas” ocultos para que suceda algo que les dé otra vez un lugar en el corazón de los sobrevivientes y sus descendientes y se les conceda de manera definitiva el alivio por su desgracia y la paz de la muerte” Schneider, Jakob Robert “Constelar familias”, ed. Herder, pag 84).
Jorge Iván Ospina, como el expresidente Uribe, es hijo de la guerra, por lo tanto hijos de la rabia, con pendientes familiares y en ambos casos con historias parecidas puesto que ambos se construyeron en huérfanos de la guerra: sus papas fueron asesinados “en batalla”. A uno lo mató la guerrilla en un intento de secuestro y el otro, murió escondido, en el interior de una casa  huyendo de la persecución del ejército. Heridas de guerra para dos niños o muchachos que crecieron con el estigma de la venganza, de la rabia, de la retaliación. Cada uno en su bando, pero hijos de la guerra. Y la guerra es patriarcal, machista, deja heridas profundas donde las mujeres son un botín fácil para ufanarse de poder. ¡La mujer es botín de guerra! Ospina se presume inocente de lo que se le acusa, pero es dueño de su rabia contra mí, por ser mujer. Uribe, por el contrario, las utiliza y se “adorna” con las mujeres de su lista. 
Anne Ancelin Schutzenberguer, psicoanalista, escribió un libro  “Ay mis ancestros” donde muestra cómo hoy, todavía, en Europa, las secuelas de las heridas de guerra tienen vigencia en los comportamientos.  “Cómo me duelen mis antepasados” es otro libro de teoría transgeneracional donde se prueba cómo los pendientes familiares se “arrastran” mientras no se pongan en paz. Los hijos de la guerra son personas cuyas vidas tienen sello de retaliación y buscan inconscientemente que alguien “reciba” su rabia para descargarla.
La mujer es “necesaria” en la guerra porque es el lugar donde el hombre “siempre” gana, donde  se cree poderoso. Con una mujer “garantiza” triunfo.  Así se los enseña el mundo patriarcal. Uribe vive cobrando su pendiente. Ospina lo muestra con su actual “cobro”. Sus contendores no son hombres. Iluso, en twiter (proyectando lo que guarda) interpreta que mi escrito está “…lleno de odio”. Espera acaso que de acuerdo a su actuar como Alcalde ¿lo quiera, lo admire? ¿Así de perdido está?
La justicia debe conocer temas que explican el comportamiento. Una venganza inconsciente no justifica prohibir opiniones  que no concuerdan con nuestro criterio. Y más cuando la motivación puede ser un pendiente familiar por saldar.

lunes, 7 de octubre de 2013

¡Otra vez!

Por orden del Tribunal Superior de Cali –Sala Laboral- escribo, otra vez, al no existir aún sentencia condenatoria, que Ospina, ex alcalde, no es culpable de los señalamientos de columnas anteriores. Debo reiterar, otra vez, que se presume inocente mientras la Justicia no dicte fallo que desvirtúe esa presunción. No es ladrón porque todavía no hay sentencia que lo determine así. No es responsable de corrupción porque todavía no se le ha probado si su conducta fue equivocada. Puede resultar condenado o absuelto. Pero como me exigen que no lo condene porque para eso está el aparato judicial, resulta apenas lógico, por esa misma razón, que tampoco me obliguen a absolverlo. Si me adelanté a hablar sobre él debo esperar que la Justicia diga la palabra final.
Lo anterior no impide emitir opinión y manifestar mi desacuerdo con  términos y alcances del fallo emitido por el Tribunal, sin desconocer mi obligación de acatarlo. El Tribunal se basó en una jurisprudencia en la cual se define que quien se considere ofendido en su buen nombre es quien tiene la carga de la prueba para demostrar que las aseveraciones del periodista no se ciñen a la verdad, cuando se trate de información específica y no abstracta. Según esta jurisprudencia, él debió aportar durante el trámite de la tutela las pruebas que demostraran que los señalamientos concretos que realicé en  "Se presume inocente" eran falsos. El no cumplió con esa carga probatoria. No entiendo por qué el Tribunal lo sustrajo de esa obligación. El tenía que demostrar que era falsa mi referencia a la existencia de investigaciones penales y administrativas en curso aportando las decisiones absolutorias en su favor o las certificaciones de las "ías" de que en su contra no existen investigaciones. 
No sé cuál de las afirmaciones que hice en la columna de rectificación no se ajusta a la verdad. Se concluye en la decisión judicial que en la rectificación elevé "nuevas acusaciones sobre actividades delictivas" y por lo tanto la rectificación no es suficiente. No eran imputaciones delictivas, era información sobre hechos ciertos. Es verdad que existen investigaciones de toda índole en su contra y que éstas se encuentran en curso; es cierto también que a la fecha no han concluido con sentencia o decisión en firme; como también es una realidad que, hasta este momento, a Ospina le asiste la presunción de inocencia y así lo reconozco. Si ese fue el fundamento de la información en "Se presume inocente", ¿en qué falte a la verdad? El buen nombre o la honra de una persona jamás se vulneran por hechos ciertos o notorios. 
El respetuoso disenso con el fallo del Tribunal Superior emana de mi derecho a opinar. Recojo lo que la jurisprudencia citada dice al respecto: “Son las informaciones, no los pensamientos, criterios y opiniones, los hechos periodísticos susceptibles de rectificación”. El derecho del periodista a opinar es inviolable, siempre y cuando se base sobre información veraz e imparcial. 
Lo más valioso que tiene una sociedad es el derecho a la libre expresión.   La Corte Suprema, en  Julio, respecto a condenas sobre periodistas dice: “en cuanto especie de la libertad de expresión, la libertad de opinión política tiene un mayor acento protector, precisamente por los fines que persigue y exposición en la que se hallan los funcionarios públicos.” El fallo resalta que “los medios de comunicación se erigen como el principal canal de opinión política.” Con este fallo, la Corte marca un precedente en la protección de la libertad de expresión frente al delito de injuria en Colombia. 
El ego, aquel narciso interior, pretende que sean los demás los que le den brillo y resonancia al buen nombre. Como dijera un periodista, “el buen nombre es público, además, se gana con esfuerzo y buenas acciones”. Una prensa libre puede ser buena o mala pero sin libertad de expresión, siempre será mala: Camus.

viernes, 4 de octubre de 2013

¿Qué significa calumniar?

Según el diccionario calumnia “es una acusación falsa contra alguien dicha con la intención de dañar”, definición que abre mil puertas diferentes para interpretar de mil maneras diferentes su significado. Desde el término “acusación” hasta la expresión “con intención de dañar” merecen interpretación. Porque una cosa es quien lo dice y otra quien lo escucha. De allí que sea tan valioso, en ese momento, reflexionar sobre la validez de ciertas creencias sin la urgencia de llegar a algún acuerdo o a algún resultado. El solo hecho de ‘ventilar’ términos nos puede llevar a actitudes más adultas. ¿Existe el irrespeto? ¿El respeto está en la boca de otros? ¿Alguien puede irrespetarnos? ¿La opinión de alguien puede dañar la identidad de otro? ¿Somos tan frágiles que una palabra ‘no esperada’ puede derrumbarnos? ¿La necesidad de aprobación o reconocimiento impide que otros, con razón o sin ella, expresen lo que consideren significativo? ¿Cada quién en su fuero interno tiene derecho a pensar lo que se le antoje? ¿Y a decirlo? ¿Existe la calumnia? ¿Hasta dónde llega la libertad de opinar, de analizar o criticar? ¿Los seres humanos somos un cuerpo único donde no hay cabida para la diferencia de criterios o interpretaciones? ¿Solo existe discriminación racial y social o también podremos hablar de discriminación de opiniones, lenguajes, pensamientos? ¿Nos destrozamos porque somos diferentes?
El poder de la palabra es infinito. La información es capaz de transformar una sociedad. Las palabras escritas o dichas son las únicas que casi instantáneamente modifican un estado de ánimo. Las palabras tienen la fuerza de un ciclón cuando ‘llegan’, cuando generan resonancia. Es decir cuando sintonizan con algo interior. La resonancia significa que estamos en la misma frecuencia. Los anónimos, por ejemplo, impactan cuando logran sintonizar con algo interior, cuando resuenan en una misma frecuencia el emisor y el receptor. Si no hay resonancia, la palabra no llega, no hay eco y por lo tanto su efecto es inocuo. Hay anónimos que nunca ‘rozan’ a quien los recibe porque no hay identificación con nada de lo escrito. El problema no está en lo que se dice sino en lo que ‘llega’. Y, ¿por qué llega? Porque lo dijeron afuera o porque ‘sintonizó’ adentro. Claro, se necesita dominio espiritual para resistir una andanada, pero, ¿cuál es el límite para censurar opiniones? ¿Que no se digan o que no se expresen significa que ‘desaparecen’ o solo son invisibles pero siguen existiendo?
Creo que el respeto por la opinión ajena, es un asunto bien delicado. Porque la opinión ajena se tolera siempre y cuando la interprete “como me gusta”. Si no gusta, entonces es, ¿acusación?, ¿está cargada de mala intención? El valor del conflicto y de las discrepancias es valiosísimo porque no son las igualdades las que nos hacen mejores seres humanos sino, precisamente, las diferencias para entender cómo respetar lo que no concuerda con lo que creo o pienso. No me asusta que hoy, en Cali, vivamos la diferencia de criterios porque nos muestran como una comunidad que difiere pero se puede permitir el espacio de encontrarse “en un lugar especial” para manejar las diferencias. Los muchachos se matan por el color de sus camisetas, ¿los adultos acaso, no podremos buscar “sitios de encuentro” dónde ventilar las diferencias, los criterios y llegar no a igualdades sino a entendimientos comunes donde se pueda respetar que sigamos siendo distintos? Por algo Cali se precia de ser multicultural y multiétnica. ¡Probémoslo!