martes, 18 de agosto de 2009

¿Quién Sigue?

Las muertes de Clarita Zadawsky y de José Pardo Llada en menos de tres meses, hablan irremediablemente de un relevo generacional que se da por el proceso natural del fin de la vida. Sin contar con la de D’Artagnan, mas distante del ámbito parroquial. ¿Cuál es el orden para morirse? Imposible predecirlo… Se da porque corresponde. Y aun cuando en términos espirituales, venimos a la vida con el día de la muerte “ya decidido”, en el mundo material no hay conciencia de ello. Por eso la muerte nos toma “de sorpresa”. Para muchos sucede “antes de tiempo” cuando en los procesos de la vida y la muerte, los acontecimientos nunca se dan en un momento inesperado. Es cuando corresponde. De allí la paradoja con la vida de los 3 personajes del programa “Debates”. Se fueron primero los que aparentemente tenían mas salud. Alvaro Bejarano los sobrevivió y hoy afronta el dolor de enterrar a sus compañeros.
¿Quién sigue? Aquel o aquella a los que corresponde. Jóvenes, viejos, a mitad del camino. Lo que sorprende, sí, es la manera como se reacciona ante la muerte de un periodista. Los panegíricos, las alabanzas, el comentario sobre su “obra” o trabajo lo eximen de toda dificultad que hayan podido vivir en su transcurrir humano. El refranero popular dice que “no hay novia fea ni muerto malo”. La idea no es “descuerar” al que se fue porque ya no está pero si es importante lograr –hasta donde humanamente sea posible- ubicar su trayectoria dentro de una realidad, interpretando la forma como el o la periodista asumió su rol de orientador de la opinión pública. Que es en definitiva el legado que pudo dejar. Los periodistas o comunicadores terminan siendo personajes públicos. Con fanáticos y detractores. Pero ¿cuál fue la realidad de su aporte?
Pardo Llada “marcó” a Cali definitivamente. Le dio identidad a la ciudad. ¿Bueno o mala? He allí el quid del asunto. Hace algunos años en algún foro sobre cómo se construyó la Cali de hoy, personalmente me referí a Pardo y su “legado”. Con el tema de las mujeres (aceptando que fue un gran admirador de ellas), marcó la ruta de los cuerpos femeninos “hechos en quirófano”. Sus famosos “aviones” no son otra cosa que el preescolar de la construcción del mito de la mujer caleña siliconada, hecha para mostrarse, capaz de conquistar al mundo a través de su “sexappel” (¿le suenan los términos?). Empezamos una era de frivolidad donde “los jueves de Mirador” hicieron historia y claro, nos dieron identidad. De ciudad light, superficial, de apariencias. Fue su manera de “posicionarse”, de ser reconocido pero qué tanto en este tema su aporte fue constructivo para la ciudad. Como también tuvo su sello muy particular las espantosas peleas con su colega Jaime Arango, de periódico a periódico, donde términos como “rata chillona” y otros epítetos mas, marcaron el periodismo de ciudad. Nos “reconocían” a nivel nacional como un pueblo grande donde los lectores “disfrutaban” con esas sandeces porque Cali no podía “producir” algo mas constructivo. Fueron marca Pardo Llada. Como también –inolvidable- sus rifas de Diciembre invitando a un ganador a vivir una semana en el Intercontinental, sin importar que una vez terminados los 7 días, ese personaje pasara de la alfombra al barro, sin mediar consecuencias psicológicas donde el descontento, el resentimiento o la amargura, hicieran de las suyas. Fue un hombre fuera de serie y no se puede negar su enorme influencia, su marca particular. ¿Buena o mala? Analícelo usted…

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