El método científico encierra una paradoja. Al ser la Ciencia la
que avala el desarrollo del conocimiento y experiencias humanos, lo nuevo que
se descubre no tiene como certificarlo porque como lo nuevo no existía, no tiene
instrumentos para validarlo. ¿Entiende el absurdo? Siempre rezagada, apegada a
la prueba de “sus” laboratorios, no acepta lo de otros estudios que no tengan
su autorización. En estos momentos hay muchos profesionales investigando,
ensayando, probando y avalando otros caminos diferentes al ortodoxo (frente al
tema del virus). Pero la tarea de los científicos oficiales los muestra mas
interesados en cumplirle a sus casas patrocinadores que sirviéndole a la Humanidad. Con un celo
sospechoso cuestionan lo que no es oficial. Es como si se estuvieran destapando
los verdaderos intereses de muchas investigaciones. La vacuna entonces “se ve”
como un negocio que dará salud pero no deja de ser un negocio. ¿Cómo creer en
forma incondicional?
El virus existe y creo que nadie, con dos dedos de frente, puede
negarlo. Que lo crearon, que tiene un objetivo, que van a desaparecer medio
planeta, son inquietudes que en hoy deben pasar a segundo plano (al fin y al
cabo es pasado, ya llegara el momento de analizarlo), pero lo importante es el
presente y lo que viene. Llama la atención cómo las situaciones se repiten. La
guerra por la “verdad” tiene componentes de poder, dinero, protagonismo, fama,
dominio, todos incluidos, que se han repetido en muchos momentos de la
historia. “Antaño eran las brujas y los druidas los que poseían todo el
conocimiento y el entorno natural y de las plantas capaces de curar
enfermedades. Y constituían una amenaza para la entonces poderosísima Iglesia
Católica. Cuanto mas enferma se encontraba la gente, mas necesidad sentía de
acudir a misa (…) acompañadas de donaciones económicas con las que reforzaban
dichas plegarias”.
Quiere imaginar ¿qué le pasaría al negocio de los laboratorios
farmacológicos si se descubre un método “natural” que cualquiera puede
fabricar, sin necesidad de pagar por ello? Las consecuencias serían
aterradoras, en ambos lados del espectro, en lo positivo y en la debacle de los
laboratorios. Por lo tanto, hay una guerra a muerte por impedirlo. Muchos no
creen en las esencias florales, dicen que son sugestión, placebos pero ¿por qué,
por ejemplo, acepto escopolamina-mala y no acepto agrimony-bueno? Si la
respuesta a la enfermedad está en la naturaleza y no hay que pagar por eso, la
revolución sanitaria que se produciría sería inmedible. ¡Salud sin tener que
pagar por ella!
Los pioneros ponen el pecho, se ganan las críticas exponiéndose al
repudio y desprestigio totales. Pero están tan convencidos de aquello en lo que
creen que se arriesgan para promover su saber y servirle a la gente. No deja de
llamar la atención que sea en Alemania, cuna principalísima de las casas
farmacológicas, donde hayan surgido personajes como Ryke Hammer y ahora Andreas
L. Kalcker. Médicos que cuestionan el manejo de las enfermedades. De Alemania
también son los autores de “La enfermedad como camino” donde conectan
enfermedad con emociones, quitándole el exclusivo sello biológico. Estamos
frente a una revolución, que, ¡qué pena! no le va a pedir permiso a la Ciencia
ortodoxa para vivirla.
Gloria H. @GloriaHRevolturas
Imagen de felixioncool en Pixabay

No hay comentarios:
Publicar un comentario