Hace bastante se eliminaron las llamadas obras de caridad. Por lo
general, se realizaban en Iglesias pero su buena intención terminó opacada por
la connotación de superioridad o si se quiere, de asistencialismo de quienes
las practicaban. Aprendí en Psicología que siempre hay que buscar la intención
oculta, o si se quiere, el lenguaje del inconsciente para entender el
comportamiento. La obra de caridad entonces era una fachada donde el disfraz de
bueno y generoso tapaba verdades oscuras. La Psicología enseña que una conducta
extrema, esconde su contrario. El sentir popular dice: “dime de que te precias
para saber de qué careces”.
Los obsesivos tienen su guardado. ¿Servicio? ¿Generosidad? No, no
hay que confundirse. La incondicionalidad guarda veneno. Hace 7 años (16 de
Abril 2013) escribí una columna sobre la personalidad de Alvaro Uribe, (desde la
mirada profesional de acuerdo a su historia y comportamiento), que hoy podría
repetir desde la primera hasta la última línea. Sólo que, como sucede con los
comportamientos no sanados o corregidos, se crecen en patología. La obsesión de
Uribe por el poder es desbordada. No le bastaron 8 años ¡quería mas! No lo pudo
hacer desde la Presidencia, porque se le puso coto a la infinita reelección.
Iba por la tercera y usó (o intento) todas las formas posibles para perpetuarse
en la Presidencia. Como no lo logró, para subsanar su vacío de poder fundo
partido, nombró candidatos y se lanzó como senador por dos períodos. (¿Iba por
mas?). El poder, el infinito encanto del poder, la fuerza humana mas poderosa
de cuantas existen es una droga que obnubila y hace perder el sentido de la
realidad. El poderoso todo lo puede, no hay límite para su pasión. No hay leyes
que lo detengan. Y si alguna norma se atraviesa, se suprime. ¡Es el poder¡ La
intención detrás de la mascara de servicio usa tres disfraces: manipulación,
seducción o victimización. ¿Cómo no encontrar momentos en la historia de Uribe que
no encajen en cada uno de estos vestidos? El mas peligroso, la manipulación. Lo
están juzgando ahora precisamente por eso, por manipular. Por considerar que fue
el artífice de la acción. Buscó un
abogado “experto” en esas artimañas (ninguno de los “prestantes” que lo han
defendido servía), pero se le devolvió. Yo interpreto que para la Corte este es el
peligro mas grave: su capacidad de manipulación.
El poder para poder pero también para aniquilar a otros. Su odio
por Santos es infinito y ni siquiera el Papa Francisco pudo conciliar. Uno de
los peores tormentos de un ser humano es su mente, de ella no se escapa. Uribe,
allí en su fuero interior, debe carcomerse las entrañas al comparar su presente
con el de JMS. ¿Cómo podrá sentirse ahora, rodeado de abogados, demandas y
colaboradores de sus ideas y gobierno, en la cárcel? Y el otro, JMS, ¿dónde y
cómo? Con su odio visceral, ha enseñado a odiar. El caudillismo produce estos
fanatismos. El odio mezclado con el poder es un coctel que daña las estructuras
de un individuo o de una comunidad. Los caudillos necesitan nutrir ese odio
porque eso es lo que los endiosa. No Diego, no es lo que hizo como Presidente
sino su deseo infinito de ser eterno. No
lo siento por él. Lo siento por mis amigos uribistas, a quienes aprecio, que
sufren a causa de él.
Gloria H. @GloriaHRevololturas

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