Iván Duque se posesiona hoy como nuevo
Presidente de Colombia. Su personalidad está a la vista de todos y es lógico
que sus actuaciones se interpreten de
acuerdo al talante de quien lo escucha. Personalmente me sorprende la dualidad
de sus posturas. “Si, pero no” pareciera que va marcando la parada. En términos
coloquiales “garrote y zanahoria”. Mientras tiende la mano, habla de unidad, desea
que todos rememos en el mismo barco, a renglón seguido le brota su talante
revanchista, la sangre de Uribe y sus planteamientos se quedan en buenas
intenciones. La ambivalencia o la doble intención aparecen por mas que se
quieran disimular. Horas antes de posesionarse expresó que su deseo es “Corregir
el pasado construir el futuro”. Alguien que llegue con mentalidad conciliadora no
hubiese utilizado la palabra corregir porque el término lleva implícito la
carga de equivocación, de error. Entonces, Duque se posesiona para corregir los
errores. Para mostrar cómo es que se hacen las cosas “correctamente”. Es decir
“a la manera” de su grupo. Pudo utilizar el término “mejorar” si su talante
verdaderamente fuera conciliador. ¿Por qué no suma antes de restar? ¿por que no
se mejora antes de corregir? No fue así. Ahora empieza el período de las
facturas pendientes, de la retaliación.
Es difícil prever un cambio de actitud diferente a la que ha alimentado
a su grupo durante estos 8 años. Son “hijos de Uribe” y el aire revanchista se
huele por doquier. Por mas que el Presidente intenta conciliar, “se le sale” la
cuenta de cobro y el olor a desquite es
imposible no percibirlo. Ya lo dijo, el llega a corregir no a mejorar. Y aun
cuando para muchos sea un problema puramente semántico, hay una gran diferencia
entre las dos expresiones. Y entonces sin haber llegado aún, ya preve corregir,
como quien marca las equivocaciones, recalca lo que, a su manera, no se hizo
bien, desbaratando lo de atrás (volvamos al pasado) e incendiando al país para
alejarlo de lo que él (de palabra) tanto
recalca: unión. ¿Cuál es el verdadero Duque?
El poder de la palabra es innegable, lo puede experimentar
cualquiera. Las palabras son sonidos que llegan directamente a la emoción y
producen un resultado. W.Dyer hablaría de la intención como aquella carga
energética con las que se las “carga”
para producir el efecto esperado. En términos parroquiales hablaríamos del
“tonito”, la manera como decimos lo que queremos expresar para llegar a su
objetivo.
El espíritu de revancha está presente.
La cuenta de cobro, la retaliación. “El que la hace la paga”. Desquitarse es
una manera de venganza. Llega a corregir. El espíritu conservador que lo
alienta ¿qué tanto lo obliga a mirar para atrás y devolver años de avanzada en
mentalidad pluralista? ¿Cuál es el verdadero Duque? Estamos por descubrirlo.
Que bueno apostarle al que se muestra conciliador, al que habla de unidad
“todos somos amigos de la paz”, no a aquel “primitivo” que se le sale cuando es
mas fiel a su mentor, a la revancha, a la cuenta de cobro que han acumulado
durante 8 años. Al que mira para el futuro, no a aquel que anda con espejo
retrovisor. Estamos por conocer al verdadero Duque. ¿O será que son los dos a
la vez y viviremos en la ambivalencia durante
los próximos 4 años? Por el bien de la patria desearíamos que no…
Gloria H. @Revolturas

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