El libro “El fuego y la furia” del periodista Michelle Wolf, donde
revela situaciones vividas por el entorno del presidente Donald Trump una vez
confirmado su triunfo como presidente de USA, recuerda una situación semejante
cuando a Alvaro Uribe lo cogió por sorpresa el triunfo del No sobre el Si, durante
la pasada campaña. Dice Wolff que Trump nunca creyó (ni quería) ser Presidente.
La suya era una campaña egocéntrica, buscando reconocimiento para sus empresas,
siendo muy consciente de que el escándalo atrae y produce réditos. Haber logrado la hazaña de competir con
Hillary, haber ganado toda esa publicidad gratis, lo convertirían en un personaje
reconocidísimo sin ninguna responsabilidad. ¿Hasta dónde habría podido llegar
“a su manera”, haciendo las cosas como le da la gana, pero sin consecuencias
políticas? El escenario era perfecto. Bulla, escándalo, medios, vacaciones,
peleas e insultos, “usando” mujeres, ¿qué mas podía desear? Sólo que, como dice
Wolf, se le dañó el plan. Le “cayó” la responsabilidad, el control, la mirada
inquisidora y eso ni lo resiste ni lo sabe manejar. El asunto era gozarse los
gloriosos pero no asumir los dolorosos.
En Colombia sucedió algo semejante. “No nos imaginamos que
ganaríamos” respondió olímpico Juan Carlos Vélez, gerente de la campaña del NO.
“La estrategia era dejar de explicar los acuerdos
para centrar el mensaje en la indignación. En emisoras de estratos medios y
altos nos basamos en la no impunidad, la elegibilidad y la reforma tributaria,
mientras en las emisoras de estratos bajos nos enfocamos en subsidios. En
cuanto al segmento en cada región utilizamos sus respectivos acentos. En
la Costa individualizamos el mensaje de que nos íbamos a convertir en
Venezuela. Y aquí el No ganó sin pagar un peso. En ocho municipios del
Cauca pasamos propaganda por radio la noche del sábado centrada en
víctimas”.
Sorprenden la similitud de reacciones, objetivos, consecuencias y
hasta de procedimientos de cómo se destapan los entuertos. En ambos personajes.
Porque aun cuando se realizan campañas para (dizque) obtener el triunfo, en el
fondo la intención no es esa. ¡A ambos los toma por sorpresa ganar! No lo esperaban
porque el fin es enredar, agitar, confundir, sentirse poderosos, ser mirados.
Pero con el triunfo en las manos quedan “embrollados” sin saber qué hacer. Como
no son campañas con sentido pueden disparar para cualquier lado, construir
cualquier exabrupto y nada importa. Total, (imaginan) no se ganará, no hay
compromiso ni responsabilidad alguna con lo que se plantea. Como el objetivo es
distraer, el resultado es perfecto. Pero ¡plof! ganan y se atoran. No saben qué
hacer con la responsabilidad. Inician reuniones de urgencia para salir a los
Medios y no decir cualquier babosada que les descubra la intención. Siguen
sorprendiendo las similitudes. Gente muy cercana les destapa el entuerto. Wolf al
igual que Vélez, de su confianza, terminan haciendo el trabajo de desnudarlos
en público.
Sorprende aun mas la similitud de
caracteres entre estos personajes. Bravucones, pendencieros, busca pleitos,
adoradores del twitter. En publicaciones alemanas cada vez se habla mas de la
salud mental de Trump. ¿Decimos lo mismo de Uribe?
Gloria H. @Revolturas

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