Se le enredó el mensaje a Claudia Morales, reconocida periodista,
en su última columna de “El Espectador”. Y se le enredó porque de pronto la
intención fue una y el resultado otro. Escribió
su artículo informando cómo, hace un tiempo, fue violada por su jefe en el
hotel donde se hospedaban. En Psicoanálisis existe una palabra (y claro un
concepto) que tiene un significado muy diferente al que se maneja popularmente.
Cuando se habla de conducta perversa el sentir “popular” es el de una persona mala,
depravada en sus costumbres y que disfruta con su comportamiento maldadoso. En
Psicoanálisis el significado es diferente: perverso es el que confunde. “Si, pero
no” podría ser la definición mas elemental del concepto.
Pues
bien, Claudia terminó escribiendo una columna perversa. Si, pero no. Anuncia que ella fue violada por uno de los tantos (o
poquitos) jefes de periodismo que ha tenido, quiere manifestar su inconformidad,
pero no revela su nombre. Lo llama perversamente “El”. Un manto de duda para
todos sus anteriores jefes. Podría ser cualquiera… Además, lo mas delicado lo
anuncia, lo vomita públicamente (por lo tanto está expuesta a toda clase de
interpretaciones) pero sigue “cuidando” a su violador. No revela su nombre. Lo
protege o se protege de él. ¿Le tiene miedo? Obvio que sí. Pero el resultado es
nefasto. Este hombre se debe estar riendo del poder que aún tiene sobre ella,
de la capacidad de sometimiento que aún le produce. Hasta qué punto es capaz de
paralizarla, de congelarla en su dolor. No puede enfrentar esa verdad, sólo a
medias, como quien desea producir pesar o conmiseración. “Pobrecita”, pero no
puede enfrentar como mujer adulta la realidad del hecho. Es una verdad a medias
y a veces destapar un acontecimiento como este, sin llegar hasta las últimas
consecuencias, lastima mas que el silencio o la verdad completa.
Es
un mal precedente para muchas mujeres. Se calla porque hay miedo. O porque hay
vergüenza. O porque voy a ser juzgada. El poder patriarcal todavía haciendo de
las suyas. Pero denunciado el pecado, el pecador debe ir allí mismo, en el
mismo contexto, en la misma línea. El efecto de esta denuncia es completamente
negativo, como “escupir para arriba”. Sobre todo, imagine la satisfacción del
hombre… El placer que le debe producir el poder que aún le genera a la
periodista. El tiempo ha transcurrido pero ni su miedo, ni su sometimiento, han
cambiado. Y “El” sigue siendo el rey, poderoso, prepotente, abusivo. ¿A cuántas
mas se lo hizo? ¿A cuántas mas se lo seguirá haciendo?
A
raíz del movimiento generado por el despertar de las mujeres que han sufrido
abuso y acoso sexuales, se dan múltiples lecturas. Existen dos tendencias
principales. Las que despertaron, quieren reivindicarse y esperan que al menos
exista una condena moral para los abusadores. En el otro bando, aquellas con
Catherine Denueve a la cabeza que consideran “excesivo” el berrinche. Marcan
diferencia entre coquetería, seducción y abuso: no es lo mismo. Para ellas aquí
en esta pataleta hay exageración. No se busca que todos estemos de acuerdo ni
mas faltaba. Cada quien puede interpretar desde su sentir lo que considere
relevante. Pero es obvio que una actitud como la de Claudia “devuelve” el poder
al mundo de los violadores.
Gloria H. @Revoluturas

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