miércoles, 31 de enero de 2018

martes, 30 de enero de 2018

Quejarse


Sí, en las redes hay luces y sombras. Existen reflexiones maravillosas como también puede encontrarse toda la podredumbre posible. Cada quien tiene la libertad y el compromiso consigo mismo de escoger. Por algo existe el libre albedrío. Pero hay un video tan claro y contundente que no merece ninguna interpretación distinta de mirarse en él como en un espejo. Un niño dice: “qué es aquello que practicas todos los días”. Y luego concluye: “lo que hagas a diario es en lo que te volverás un  experto. Si a diario te quejas, te volverás muy bueno en ello, en quejarte. Te volverás tan bueno que encontraras algo malo en cada cosa aun cuando no existe ninguna falla o defecto a la vista. Te volverás tan bueno, que tu al ser experto, la encontraras”.

Y pareciera entonces que este es el deporte nacional, aquel en que somos expertos. ¡Quejarnos! Cada día lo practicamos mas. Nos quejamos de todo. Siempre mirando el vaso medio vacío. Antanas Mockus hace unos años dijo: “si en un salón de 500 bombillos hay uno fundido, tenemos la tendencia de maximizar ese 1 fundido, por encima de los 499 prendidos”. Somos expertos en señalar lo que falta, lo que se daña, el error, la equivocación.

Ah bueno, me podrían refutar. “¿Y qué tiene eso de malo? ¿Acaso no contribuimos a que las situaciones cambien? ¿Señalando los errores no obligamos a que los hechos se modifiquen?”. Es posible que pueda darse algún movimiento externo, pero nada lo asegura. Lo que sí está completamente garantizado es que la quejadera le hace muchísimo daño a quien la practica. No logra modificar el afuera pero envenena el interior. Es como vivir en un basurero, rodeado de pestilencia, toxicidad y ambiente pesado. Es el alma (¿tiene?) la que se le enferma. De esta manera todo a su alrededor empezará a resonar en esa misma frecuencia. La quejadera produce resultados inmediatos, atrae mas errores (eres experto en identificarlos) y como miel a las moscas, a tu alrededor siempre sucederán hechos nefastos.

¿Nunca se ha preguntado por qué hay gente a las que las cosas siempre le salen? ¿por qué existen personas a las que pareciera nunca les suceden hechos por lamentar? Viviendo en el mismo país, en la misma región, en el mismo lugar. ¿Por qué? ¿Mala suerte, destino, “castigo divino”?

¿Por qué practicamos la quejadera? ¿Por qué nos volvimos expertos en el tema? Pueden existir múltiples interpretaciones pero una de las básicas es que no soportamos la frustración. Fuimos educados para vivir en un mundo perfecto, en un mundo maternal de satisfacciones y fantasía, por tanto la realidad nos asusta. O la evadimos (fiestas, rumba, trago, carnavales, ferias, “no quiero ver”) o nos quejamos reclamando que “alguien” solucione aquello que no soportamos. No es fácil enseñar frustración pero es la materia obligatoria de la condición humana. Y en nuestro “pensum” colombiano no registra esa “asignatura”. Los Medios somos expertos en señalar una y otra y otra vez, aquello negativo que ha sucedido. Se repiten las imágenes, se repite la temática, se carga de negativismo. Aun cuando le parezca absurdo llenarse de pensamientos negativos (lo dice la ciencia, no sólo las religiones o filosofías) es rodearse de negativismo. El pensamiento es energía y pensar negativo hace que se resuene en esa onda. Usted decide…  


Gloria H. @Revolturas

viernes, 26 de enero de 2018

jueves, 25 de enero de 2018

miércoles, 24 de enero de 2018

martes, 23 de enero de 2018

No, Claudia…


Se le enredó el mensaje a Claudia Morales, reconocida periodista, en su última columna de “El Espectador”. Y se le enredó porque de pronto la intención fue una y el resultado otro.  Escribió su artículo informando cómo, hace un tiempo, fue violada por su jefe en el hotel donde se hospedaban. En Psicoanálisis existe una palabra (y claro un concepto) que tiene un significado muy diferente al que se maneja popularmente. Cuando se habla de conducta perversa el sentir “popular” es el de una persona mala, depravada en sus costumbres y que disfruta con su comportamiento maldadoso. En Psicoanálisis el significado es diferente: perverso es el que confunde. “Si, pero no” podría ser la definición mas elemental del concepto.

Pues bien, Claudia terminó escribiendo una columna perversa. Si, pero no. Anuncia  que ella fue violada por uno de los tantos (o poquitos) jefes de periodismo que ha tenido, quiere manifestar su inconformidad, pero no revela su nombre. Lo llama perversamente “El”. Un manto de duda para todos sus anteriores jefes. Podría ser cualquiera… Además, lo mas delicado lo anuncia, lo vomita públicamente (por lo tanto está expuesta a toda clase de interpretaciones) pero sigue “cuidando” a su violador. No revela su nombre. Lo protege o se protege de él. ¿Le tiene miedo? Obvio que sí. Pero el resultado es nefasto. Este hombre se debe estar riendo del poder que aún tiene sobre ella, de la capacidad de sometimiento que aún le produce. Hasta qué punto es capaz de paralizarla, de congelarla en su dolor. No puede enfrentar esa verdad, sólo a medias, como quien desea producir pesar o conmiseración. “Pobrecita”, pero no puede enfrentar como mujer adulta la realidad del hecho. Es una verdad a medias y a veces destapar un acontecimiento como este, sin llegar hasta las últimas consecuencias, lastima mas que el silencio o la verdad completa.

Es un mal precedente para muchas mujeres. Se calla porque hay miedo. O porque hay vergüenza. O porque voy a ser juzgada. El poder patriarcal todavía haciendo de las suyas. Pero denunciado el pecado, el pecador debe ir allí mismo, en el mismo contexto, en la misma línea. El efecto de esta denuncia es completamente negativo, como “escupir para arriba”. Sobre todo, imagine la satisfacción del hombre… El placer que le debe producir el poder que aún le genera a la periodista. El tiempo ha transcurrido pero ni su miedo, ni su sometimiento, han cambiado. Y “El” sigue siendo el rey, poderoso, prepotente, abusivo. ¿A cuántas mas se lo hizo? ¿A cuántas mas se lo seguirá haciendo?

A raíz del movimiento generado por el despertar de las mujeres que han sufrido abuso y acoso sexuales, se dan múltiples lecturas. Existen dos tendencias principales. Las que despertaron, quieren reivindicarse y esperan que al menos exista una condena moral para los abusadores. En el otro bando, aquellas con Catherine Denueve a la cabeza que consideran “excesivo” el berrinche. Marcan diferencia entre coquetería, seducción y abuso: no es lo mismo. Para ellas aquí en esta pataleta hay exageración. No se busca que todos estemos de acuerdo ni mas faltaba. Cada quien puede interpretar desde su sentir lo que considere relevante. Pero es obvio que una actitud como la de Claudia “devuelve” el poder al mundo de los violadores.   
  
Gloria H. @Revoluturas

lunes, 22 de enero de 2018

miércoles, 17 de enero de 2018

martes, 16 de enero de 2018

Si Jesús fuera Antioqueño



Sí, es para usted, Monseñor Darío Monsalve, arzobispo de Cali. Tengo que preguntárselo para recibir una explicación. Es lo menos que puedo solicitar como vallecaucana, a la que “le arde hasta los tuétanos” las discriminaciones, exclusiones, o  intentos de invisibilizar al Valle del Cauca desde cualquier lugar o desde cualquier posición ideológica, política o económica. No, no hay necesidad de que sea su abogado el que me responda. No lo estoy persiguiendo, ni quiero que se vaya “por guerrillero”,  ni le estoy cobrando los errores anteriores que muchos vallecaucanos interpretamos como inadmisibles. No, nada de lo anterior. No es persecución, de pronto sí, indignación, mientras no tenga una respuesta coherente. Y justa, con mi sentir vallecaucano. Hoy mi pregunta es muy concreta y creo que usted, como yo o cualquiera, acepta que tengo derecho a hacerla porque mas vale su respuesta que seguir interpretando, desde la contundencia de las pruebas, cuál fue su intención y la de la administración de la Catedral de Cali con lo sucedido en el pesebre de la mas importante iglesia de la ciudad.

Para los que están “fuera de foco” informo que en el pesebre navideño de la Catedral de Cali, hubo varios letreros-estaciones, que decían “Si Jesús hubiera nacido en Antioquia” y al lado el consabido nacimiento con todas las características de la idiosincrasia antioqueña. (La foto está en redes para que no se hable de “interpretación amañada”.) En Cali, en su catedral. Mientras caleños y caleñas en silencio… como esquizofrénicos, en la noche admirábamos toda la iluminación navideña sobre la catedral para sentirnos orgullosos de lo que hacemos en el Valle, pero en el día, en el interior del mismo sitio nos vapuleaban diciendo que ojalá ese Jesús de ese pesebre hubiera nacido en Antioquia. Patrocinado y fomentado por la diócesis que dirige Monseñor Darío Monsalve. ¿Cómo se explica? ¿Hay alguna respuesta clara, concisa y directa, sin abogado de por medio, que nos pueda aclarar a los vallecaucanos cómo desde la Arquidiócesis nos ayudan a “construir” autoestima de región? Sí, Dios y Jesús son universales, son eternos y atemporales, pero mientras llegamos a ese grado de madurez (¡) para aceptar que somos ciudadanos universales, en concreto, desear un Jesús antioqueño en la Catedral de Cali para mi no es mas que una vil ofensa, una cachetada a la autoestima vallecaucana. Tan poca cosa somos los vallecaucanos que ojalá el Jesús que nacería (simbólicamente) el 24 de Diciembre en Cali fuera antioqueño. A ver, ¡en qué estamos! A no ser que me expliquen (no sé cómo podrían hacerlo, hago el intento y el esfuerzo de escuchar la respuesta), cómo esta intención, este letrero y ese pesebre, son una contribución a la idiosincrasia de región para crear orgullo vallecaucano. Que me lo expliquen..

¿En qué estamos? Por un lado la Arquidiócesis y por otro el espectáculo mas emblemático “Delirio” aceptando que los de afuera son mejores que nosotros. Es urgente entonces, Gobernadora, a la que le duele el Valle, que desde la Secretaría de Educación o desde la de Cultura, trabajemos por la autoestima vallecaucana, recordando nuestra historia, nuestros valores, nuestra gastronomía, nuestra tradición. Si esto es la dirigencia, ¿qué esperar de los otros?  ¿No les arde? ¿No les talla?

Gloria H. @Revolturas

lunes, 15 de enero de 2018

viernes, 12 de enero de 2018

jueves, 11 de enero de 2018

miércoles, 10 de enero de 2018

martes, 9 de enero de 2018

Trump y Uribe



El libro “El fuego y la furia” del periodista Michelle Wolf, donde revela situaciones vividas por el entorno del presidente Donald Trump una vez confirmado su triunfo como presidente de USA, recuerda una situación semejante cuando a Alvaro Uribe lo cogió por sorpresa el triunfo del No sobre el Si, durante la pasada campaña. Dice Wolff que Trump nunca creyó (ni quería) ser Presidente. La suya era una campaña egocéntrica, buscando reconocimiento para sus empresas, siendo muy consciente de que el escándalo atrae y produce réditos.  Haber logrado la hazaña de competir con Hillary, haber ganado toda esa publicidad gratis, lo convertirían en un personaje reconocidísimo sin ninguna responsabilidad. ¿Hasta dónde habría podido llegar “a su manera”, haciendo las cosas como le da la gana, pero sin consecuencias políticas? El escenario era perfecto. Bulla, escándalo, medios, vacaciones, peleas e insultos, “usando” mujeres, ¿qué mas podía desear? Sólo que, como dice Wolf, se le dañó el plan. Le “cayó” la responsabilidad, el control, la mirada inquisidora y eso ni lo resiste ni lo sabe manejar. El asunto era gozarse los gloriosos pero no asumir los dolorosos.

En Colombia sucedió algo semejante. “No nos imaginamos que ganaríamos” respondió olímpico Juan Carlos Vélez, gerente de la campaña del NO. “La estrategia  era dejar de explicar los acuerdos para centrar el mensaje en la indignación. En emisoras de estratos medios y altos nos basamos en la no impunidad, la elegibilidad y la reforma tributaria, mientras en las emisoras de estratos bajos nos enfocamos en subsidios. En cuanto al segmento en cada región utilizamos sus respectivos acentos.  En la Costa individualizamos  el mensaje de que nos íbamos a convertir en Venezuela.  Y aquí el No ganó sin pagar un peso. En ocho municipios del Cauca pasamos propaganda  por radio la noche del sábado centrada en víctimas”.

Sorprenden la similitud de reacciones, objetivos, consecuencias y hasta de procedimientos de cómo se destapan los entuertos. En ambos personajes. Porque aun cuando se realizan campañas para (dizque) obtener el triunfo, en el fondo la intención no es esa. ¡A ambos los toma por sorpresa ganar! No lo esperaban porque el fin es enredar, agitar, confundir, sentirse poderosos, ser mirados. Pero con el triunfo en las manos quedan “embrollados” sin saber qué hacer. Como no son campañas con sentido pueden disparar para cualquier lado, construir cualquier exabrupto y nada importa. Total, (imaginan) no se ganará, no hay compromiso ni responsabilidad alguna con lo que se plantea. Como el objetivo es distraer, el resultado es perfecto. Pero ¡plof! ganan y se atoran. No saben qué hacer con la responsabilidad. Inician reuniones de urgencia para salir a los Medios y no decir cualquier babosada que les descubra la intención. Siguen sorprendiendo las similitudes. Gente muy cercana les destapa el entuerto. Wolf al igual que Vélez, de su confianza, terminan haciendo el trabajo de desnudarlos en público.

Sorprende aun mas la similitud de caracteres entre estos personajes. Bravucones, pendencieros, busca pleitos, adoradores del twitter. En publicaciones alemanas cada vez se habla mas de la salud mental de Trump. ¿Decimos lo mismo de Uribe?  


Gloria H. @Revolturas

viernes, 5 de enero de 2018

miércoles, 3 de enero de 2018

martes, 2 de enero de 2018

“No vean noticieros”.


Es estruendoso el silencio de los periodistas que laboran en los noticieros respecto al discurso del Ministro Gaviria. Es atronadora su ausencia de palabras. Si no lo comentan es porque ponen en práctica la filosofía que se maneja en varias salas de redacción: “lo que no se nombra no existe”. Invisibilizar las palabras del Ministro Alejandro Gaviria es una manera perversa de no revisar su trabajo, de no bajarse de la nube en que viven y aceptar qué tanta responsabilidad pueden llegar a tener en la salud mental de la sociedad. Porque es obvio que los Medios somos responsables de la “alimentación mental” que respira una comunidad. No es decir mentiras pero con el manejo de la información sí se contribuye a deformar la realidad para “agrandar” la catástrofe. La carroña vende mas que el aire limpio. Y esta práctica es habitual en los noticieros nacionales.

Alejandro Gaviria les dijo a los graduandos de la U. de Antioquia en Diciembre,  que sólo quería darles “una admonición. No va a cambiarles la vida. Ni va a transformar sus carreras. Pero si puede hacerlos ligeramente mas felices. Levemente mas optimistas acerca de nuestro mundo, nuestro tiempo y nuestro país. Mi único consejo es simple: no vean los noticieros de televisión. (…) esa carga de negatividad nos va convirtiendo en “espectadores sin memoria”. (…) entorpecen nuestro entendimiento de mundo. (…) se  ocupan del estruendo, del escándalo y la tragedia individual. Pero el cambio social es gradual, parsimonioso, acumulativo y por lo tanto invisible. No suscita titulares. No genera emociones. No vende. (…) han creado una suerte de pesimismo artificial. Mentiroso”. Y recalca el ministro citando a otro pensador Rolf Dobelli que habla de 100 errores que atrofian el pensamiento. El penúltimo es este mismo “no vean noticieros”.

La comunicación instantánea permite saber lo que sucede en el otro extremo del planeta. Pero cuando la información, poder absoluto, se combina con negocio, o con intereses particulares o políticos, la mezcla es explosiva. Los resultados se manifiestan en la salud mental de las gentes, en su optimismo o pesimismo, en la confianza o prevención ante el futuro. En una encuesta anual que hace Gallup Internacional sobre los países “mas felices” (independiente del concepto sobre de lo qué es la felicidad), Costa Rica, Dinamarca y Singapur resultaron los elegidos. Imposibles de comparar en cuanto a igual idea de felicidad. Lo que sí tienen en común y marca la encuesta como ilusión para ser felices, es la confianza y seguridad que les proporciona el entorno en que viven. Rico o pobre, con poder o sin él, rodeado de lujos o austeridad, profesional o asalariado, la felicidad depende sí, de la tranquilidad que brinda el ambiente en que se desenvuelve su cotidianidad. “Las noticias nos llevan a sobrestimar los riesgo y subestimar los avances. A menudo confundimos la pantalla con la realidad. Sin contexto, sin análisis y sin investigación cada tragedia se presenta como el resumen de una esencia, como la regla, no como la excepción.”. Y concluye  Gaviria “mi invitación respetuosa es al optimismo basado en la evidencia”. Cada quien entonces es responsable de su salud mental. Acostumbrados a la tragedia, nos es difícil alejarnos de ella ¿Seguiremos viendo noticieros?


Gloria H.  @Revolturas