Los Medios de comunicación tenemos muchísima responsabilidad en
pregonar estudios de no se cuál instituto u organización y repicarlo como
“verdad científica”. Tan fácil hoy publicar una supuesta investigación (¡) y
darla por válida, construyéndole encuestas, datos estadísticos y otros soportes
para justificar un resultado. O una tendencia. Sin embargo se olvida que
internet está invadido de mentiras que escapan a todo control. Un último (¡)
estudio de determinado instituto pregona que la lactancia prolongada “hace”
hijos mas capaces. Que si una madre da pecho por un largo período su hijo será
mas inteligente. Entonces, detrás de la importancia de la inteligencia las
mujeres alimentarán a sus hijos 2, 3 (¿mas?) años porque “alguien” probó que este
hecho los haría mas capaces. Y como para la cultura occidental lo mas
importante es la inteligencia, qué maravilla encontrar un “estimulador” de
inteligencia. “Pienso luego existo” dijo Descartes y para muchos “esa”
inteligencia cartesiana es lo mas valioso de un individuo.
Pero, lo que sucede es que los humanos no somos solamente
biología. Por alimentar un cuerpo, mas de un especialista “olvida” el contexto
de los niños, donde los vínculos y la relación con la madre no pueden convertir
el pecho materno en un “dispensador de leche”. Los factores emocionales que
marcan la conducta de un niño de 2 años “exigiendo” teta y “apoderándose” del
seno como si fuera un “fragmento” de su propio cuerpo, dan grima. Sí, es
posible que de acuerdo a la teoría de lactancia prolongada, pueda convertirse
en un niño “intelectualmente brillante” pero de comportamiento elemental y
“bobo”. Un niño que no enfrenta el destete máximo al cumplir 8 meses, se
convierte en un chico dependiente, sobreprotegido, caprichoso, con
comportamientos de malacrianza al que “le ganan” la dependencia y la
incapacidad para enfrentar la vida. Los berrinches, los caprichos, por no
manejar la frustración simbólica que le produce el destete dan al traste con la
inteligencia más aguda. En esta teoría sobre la importancia del cuerpo
“biológico” y la inteligencia “intelectual”, se desconocen otras condiciones donde
la frustración simbólica es necesaria, indispensable y estructurante.
El mito de la inteligencia como factor principal de la educación
muestra seres “inteligentes y brillantes” pero no integrales. Seres
fragmentados, “cabezas que caminan” sin un ápice de humanidad. El narcisismo,
la soberbia, la prepotencia, son “herederos” de la inteligencia donde siempre
se debe ganar. Cuando se observa el “poder” formado en los mejores “centros de
inteligencia”, se concluye que no puede ser la inteligencia la que debe
orientar la vida. El mito de niños inteligentes, el premiar la inteligencia per
se, es el coletazo de una mentalidad racional a la que solo le interesan los
resultados, el poder y ganar. Por el contrario, seres integrales deben manejan
la frustración, el error, el “no siempre se puede”. Un niño o una niña lo
construyen desde el destete, cuando comienzan a sentir la frustración de que su
madre-teta no les pertenece, ni su deseo de poseerla “siempre” se puede
cumplir. Otra vez, ¿qué tanto sabemos de procesos psicológicos? ¿Qué tan
necesaria es la psicología en nuestras vidas y en la construcción de una nueva
mentalidad?
Gloria H. @Revolturas

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