Sí, caí. Tan estricta que he sido en nunca repetir una mala
noticia, o una información alarmante (va a suceder, atracaron, advertencias de
peligro), me llegó un whatsapp de una fuente fidedigna con una imagen de atraco
a un “supuesto” líder sindical que me pareció tan pero tan atropellador, que lo
repiqué. Pero mas que la imagen fue la fuente la que me hizo confiar.
“Imposible “ que esta fuente estuviera equivocada, imposible. Solicitaba
alertar para prevenir que se le hiciera mas daño. Inmediatamente otra fuente periodística,
también confiable, aclaró: “no es verdad, es una imagen de Venezuela, de la
Guardia Nacional”. Empecé a “bombardear” a mi primera fuente pidiéndole una
aclaración y su respuesta fue aplastante. “Estoy buscando al remitente, pensé
que al retwitear iba. Sigo buscando y si lo consigo te lo mando”. Minutos
después “Perdón por la confusión”.
Sí, sentir vergüenza y pedir excusas, qué mas queda. A los mismos
que se retwiteó, mandar la “aclaración”. Sin embargo la lección es muy clara. ¡Y
enredada! ¿Cómo hay que manejar las redes? ¿Cómo no caer en la telaraña de
ellas? Es necesario “vivir conectado” pero ¿en quién creer? Ni siquiera fuentes
confiables, aseguran la verdad de la información. En montajes, plagios de whatsapp,
memes, hackers, hoy está la “realidad”. La era de la post verdad, de las falsas
noticias, del poder de la información pero tergiversada a mas no poder. Las
redes son como un monstruo, una telaraña que atrapa, hay que vivir “en ella”
pero conservando la libertad de la
credibilidad. ¿Cómo hacerlo? No es fácil.
Pero el que no sea fácil no significa claudicar. No significa renunciar
a un elemento actual que hay que saber manejar y enfrentar. Lo mas importante
(y peligroso) la inmediatez. En la actualidad lo instantáneo precipita a
errores que con paciencia se habrían podido manejar diferente. Tener un mínimo
de prudencia y hasta donde se pueda, evaluar, analizar, sopesar antes de
retwitear la información recibida. Las exageraciones casi siempre son mentiras.
Los “absurdos” que impactan y lastiman por lo general tienen dosis de veneno y
maldad. Las “rarezas” pueden terminar siendo montajes de los cuales hay que
tener distancia y mesura. Qué tan valiosa es la prudencia en estos casos. Si se
puede, una confirmación telefónica, salirse de la multitud para recuperar la
individualidad de un contacto, puede ser una medida prudente. Asegurar de viva
voz la verdad del remitente es tranquilizador. Pero suena paradójico porque
también la inmediatez puede ayudar a solucionar la dificultad.
Lo que si es claro que imágenes de heridos o muertos o desastres
(Mocoa o la mujer herida en la bomba del Andino) no aportan absolutamente nada
a la información. Lo que buscan es impactar y azuzar el morbo y allí estamos
“cargando” de malestar y perturbación a quienes están conectados. ¿Con qué fin?
Energéticamente resonar en ondas pesadas y densas, nada aporta y por el
contrario contribuye a enredar el ambiente. Lo dicen todos los estudios de
Psicología modernos: cargarse de negativo lo único que aporta es negatividad.
Buscar equilibrio, prudencia, serenidad, conceptos cada vez mas escasos en el
mundo actual, pareciera que son los blindajes necesarios para enfrentar y
navegar en las redes. Hay que saber hacerlo y…sobrevivir.
Gloria H. @Revolturas

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