La historia del odontólogo Christian Salazar y su pareja Jorge
Sanabria para engendrar a su hija Guadalupe es un documento que “obliga” a
abrir la mente. Cuestiona creencias sobre la familia, los hijos, la pareja. Y
claro, el impacto mayor se da por el lado de la biología. ¿Qué es lo natural?
¿nos agotamos en lo biológico o la condición humana puede “trascender” la
naturaleza para construir otras formas de vida y de relación? No, Dios no está
“en peligro”. Imposible creer que los humanos somos “mas
poderosos” y le estamos “dañando” su obra cumbre con los cambios y
descubrimientos del mundo moderno. Pero una historia como la de esta pareja si
es un cuestionamiento a qué tanto la Biología es una camisa de fuerza o como lo
dice Bruce Lipton, (U. de Stanford), la Epigenética (por encima de la genética) prueba que existen factores superiores que
pueden cambiar hasta nuestro ADN, lo que no es aceptado por la ciencia
ortodoxa. Para ella sólo somos y nos comportamos como ratones ¡pura biología! Sin embargo hoy es
imposible desconocer los adelantos de la Física cuántica que prueba, por
ejemplo, cómo el observador (o
investigador) altera la investigación que realiza porque su propia y personal
energía le da un sello particular. Aquello en lo que hemos creído se mueve y es
necesario “abrir la mente”. ¿Podremos
entonces también “trascender” lo biológico?
Christian y su compañero, con una relación estable, querían tener
hijos propios. El famoso referendo de Vivian Morales los previno para saber que
para una pareja del mismo sexo adoptar en Colombia sería complicado. Había que
mirar para afuera. Cada uno de ellos colocaría espermatozoides sin importar de
cuál se engendraría el hijo o hija, complementando con la opción “donante de
óvulos” y luego “vientre alquilado”, dos mujeres diferentes en países
diferentes. En USA buscaron el perfil de mujer compatible con los rasgos
físicos de los padres como la donante de óvulos y luego recurrieron en México a
una mujer que alquilara su vientre y cumpliera con los requisitos de ser ya
madre soltera y joven, de manera que no se “apegara” al niño y lo pudiera
entregar. Hubo un primer intento fallido y luego el segundo. El proceso no fue
instantáneo pero hoy, se llama Guadalupe, una niña preciosa educada por sus dos
padres. El resultado está a la vista y hasta Cristian y su pareja “imaginan”
darle un hermanito a Guadalupe. ¿Qué va a suceder?
Las preguntas están a pedir de boca. ¿Le darán legalmente un
hermanito a la niña con otra donante y otro vientre de alquiler? ¿Guadalupe es hija biológica de la mujer de
“alquiler de vientre”? ¿De acuerdo a la legislación actual la podría llamar
mama? ¿Es hermana de los hijos de su mamá de “alquiler de vientre”? ¿Y con la
mujer que donó los óvulos qué relación tendría? Sí, es una verdadera revolución
que cuestiona el sentido de familia, la biología, la vincularidad parental, la
legislación sobre derechos y obligaciones sobre los hijos. Pero el que haya
multitud de preguntas no “agota” el proceso de una pareja del mismo sexo que desea
tener un hijo propio. La humanidad está abocada a conciliar adelantos
científicos y tecnológicos con legislaciones que pareciera se construyeron para
quedarse congelados. La mente es como un paracaídas, solo sirve si se abre…
Gloria H. @Revolturas

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