miércoles, 31 de mayo de 2017

lunes, 29 de mayo de 2017

¡Me robaron mi carro!


Escenario: frente a la Iglesia del Templete, 6.20 de la tarde del miércoles 24 de Mayo, horas antes del inicio del controvertido partido Cali América. No era fácil parquear puesto que la avalancha de vehículos hacía casi imposible encontrar un espacio libre. Pero, había que hacer hasta lo imposible. La misa ya había comenzado, era tarde y la necesidad de acompañar a una familia muy querida, motivaron a correr los riesgos “normales” de dejar un vehículo en la calle. Bueno, el escenario no se veía tan mal. La panadería de la esquina frente a la casa cural, con clientes tomando café y el señor del trapo rojo “yo se lo cuido”, hicieron el resto.

20 minutos después estoy de vuelta y el carro ¡no está! Sólo 20 minutos. El señor de trapo rojo con respuestas incoherentes “yo me fui, yo creía…” no podían ser elementos para tener en cuenta. Un ángel con nombre de mujer, amiga y doctora, vió mi desespero, se bajó de su vehículo, compró agua y buscó a la policía media cuadra mas adelante. Mientras, aviso a la familia y en un segundo las redes empiezan a funcionar. Pero también la policía. A los 10 minutos 4 motos con agentes estaban preguntando datos (marca del vehículo, placas, cédula, datos de rigor) y explicaciones: lugar, hora, situación. Dirigidos por el Teniente Flórez de la Estación de El Lido los agentes del cuadrante 4 se ponen a la tarea de la búsqueda del vehículo.

Aquí no funcionó “usted no sabe quien soy yo” frente al grupo de la policía que estuvo manejando el hecho. Nunca dije que era periodista. Atendían un caso de robo de vehículo de una señora impactada, con el desconcierto que produce salir a la calle y no encontrarlo. “Fue aquí, o sería mas allá, dónde es”, hasta que constatas que no está.  40 minutos después me avisaron “lo encontramos”. La constancia de la foto con las placas y acompáñenos a recogerlo. Muy cerca, en la llamada “calle del bombón”, calle mocha, oscura, donde no hay circulación, cerca de las antiguas instalaciones de la Autónoma. Allí estaba casi escondido detrás de otros mas grandes, en una oscuridad total. Los agentes explicaban después que el “modus operandi” es robarlo y movilizarlo a un lugar cercano, donde se oculta y “desaparece” de circulación, lo dejan quieto, mientras pasa el impacto de la búsqueda. Dos o tres horas después terminan de llevárselo y consumado el hecho.

Somos expertos en señalar y dimensionar lo negativo. Hoy, sin embargo, quiero destacar la amabilidad, colaboración y trato de estos agentes de la policía, en especial  Guillermo Suárez intendente y Jonathan Sánchez patrullero, al igual que todo el grupo dirigido por el Teniente Flórez del cuadrante 4 de la Estación de El Lido. Fueron respetuosos, colaboradores y ¡eficientes! No siempre se podrá obtener un resultado favorable pero significa que la gran mayoría de nuestros Policías sí  cumplen con su tarea. Y aun cuando suene muy presuntuoso explicarlo en este caso, soy una convencida de las vibraciones de la energía. Yo confié, yo creí y allí está el resultado. Quienes creen, (con todo su derecho), que esto es un infierno tarde que temprano terminan viviendo en el infierno. Pero no tanto exterior como sí de su propia amargura. Todas las experiencias agradables o dolorosas son aprendizajes. ¡A eso vinimos! Gracias a todos los que colaboraron.


Gloria H. @Revolturas

viernes, 26 de mayo de 2017

jueves, 25 de mayo de 2017

miércoles, 24 de mayo de 2017

lunes, 22 de mayo de 2017

Lo normal


Creo que no existe en el lenguaje diario expresión tan simple pero a la vez tan agresiva como la palabra “normal”. ¿Qué es lo normal? ¿Quiénes son normales? ¿Lo que no encuadra en lo normal se califica como “anormal”? ¿Usted es una persona normal?      ¿Cuántas veces se utiliza la expresión “normal” para explicar actuaciones? Pues bien, esa expresión “normal” (con todas sus implicaciones), muy posiblemente sea la causante de la mayor discriminación y exclusión contra los seres humanos. Lo “normal” puede convertirse en un arma absolutamente discriminatoria contra la integridad de una persona. Mafalda, la célebre filósofa argentina, dijo “una vez intenté ser normal. Fueron los peores cinco segundos de mi vida”. La normalidad como incluyente enfrentada a la diferencia y a la diversidad, estas catalogadas como raras o anormales. ¿Qué tanto  mas de la mitad de la humanidad se ha sentido “anormal” es decir fuera de la normalidad y esa diferencia ha sido demoledora para la construcción de la convivencia? Claro, todo lo anormal debe ser “curado” y sometido a lo normal. O sea que frente a la diferencia, a lo distinto, a lo raro,  la idea es abolirlo, suprimir, desaparecer pero nunca respetar.

Ni qué decir la responsabilidad de Ciencias como Psicología o Psiquiatría cuando catalogan comportamientos como normales o anormales. En un extraordinario libro “Una tribu propia”, Steve Silberman plantea una mirada diferente para comportamientos como el autismo o el asperger, donde el problema radica en la estrechez de concepción de lo cognitivo. En miles de escenarios, la discriminación surge porque “es raro”, “no es lo normal” ,“así no es”, “nunca se había visto”. Pensar que la aceptación de la diferencia, uno de los mayores logros del siglo XX, puede convertirse en el instrumento mas denigrante para la condición humana. Uno de los psiquiatras mas reconocidos en Psicoanálisis Bruno Bettelheim es fuertemente cuestionado por la forma como en su época, enfrentó el autismo, tratando de “normalizar” a estos niños  y no de aceptarlos diferentes.

Aquí estamos entonces frente al tema de lo normal y lo anormal. Pero mas que frente a palabras de diccionario, estamos frente a conductas que han producido dolor y  angustia inimaginables porque no han encuadrado en lo normal, es decir en aquello que la cultura (y a veces la ciencia) califican como aceptable. La homosexualidad es anormal. Macron, presidente de Francia y su esposa tienen una relación anormal. No desear tener hijos es anormal. Creer en mundos paralelos es anormal. La eutanasia es anormal. Los autistas son anormales.

Es anormal, es raro, vestirse con una ropa que “no encaja” dentro del protocolo. Romper costumbres es anormal. No casarse de blanco es anormal. La lista es interminable porque se nutre de la diversidad de un mundo que cada vez mas se libera de un único modelo, de un único criterio, de una única autoridad. La diferencia es una bofetada a lo establecido, a creencias que se cimentaron en la quietud, en lo que no se mueve, en lo que no cambia. Cada vez es mas claro que no existe una sola realidad y por lo tanto la diferencia es parte fundamental de la sobrevivencia. ¿Qué tan preparados estamos para aceptar la “anormalidad” como aquella conducta que se sale de los patrones esperados?


Gloria H. @Revolturas

Madurez


viernes, 19 de mayo de 2017

jueves, 18 de mayo de 2017

miércoles, 17 de mayo de 2017

martes, 16 de mayo de 2017

A la hija de Vivian Morales


Las personas públicas están expuestas a que sus vidas personales queden bajo la lupa  social. ¡El precio de la fama! Gloriosos y dolorosos. Pues bien, tu ¿Gabriela? ¿Sara? ¿Cuál? hija de los pastores cristianos Vivian Morales y Luis Alfonso Gutiérrez quedaste expuesta a ser auscultada como ninguna otra por la campaña que tu mamá emprendió contra personas como tu. A nombre de Dios. No era su objetivo pero le “rebotó” porque la incoherencia es lo que mas golpea la autoestima, la inteligencia y lo cotidiano. Debe ser muy fuerte y desgarrador encontrarse con la realidad de una madre, pastora de una Iglesia, que rechaza lo que uno es. ¡A nombre de Dios! De una madre que podría avergonzarse de la hija que engendró. Es un drama doloroso de fuertes implicaciones en la autoestima. “Defraudar” a la madre es uno de los conflictos mas angustiantes para un ser humano. Hay que escoger entre complacer o existir. Entre ser una fotocopia o ser un original. Así, el precio se cobre en valores de la autoestima.

Ese rechazo, esa condena pública que se vive en la casa de Vivian Morales es el que enfrentan miles de hombres y mujeres en sus propios hogares. Hombres y mujeres que no encuentran un lugar en el corazón de sus progenitores. ¡Demoledor! No son los hijos e hijas que sus padres anhelaron y existir es ya una “contravía” para la armonía familiar. Su orientación sexual resulta una bofetada para el medio en que crecieron. Festividades como el día de la madre, navidad o cumpleaños, se convierten en tragedia donde mas de uno o una desearía que esos días no existieran. ¿Cómo dividir el corazón entre su familia y la pareja que han elegido? ¿Cómo escoger con cuál quedarse? ¿A quien se le falla, a la madre o al corazón?  No hay que olvidar que lo mas demoledor son las contradicciones. La incoherencia de las creencias genera impotencia porque esta cultura se pavonea con el poder de la inteligencia, la lógica de los argumentos, el discurso de la palabra. Pero ante el fanatismo no hay razón que valga. El fanatismo es perverso porque “organiza” las explicaciones con una frescura que raya en el cinismo. En Psicología se recomienda no argumentar con un perverso porque ¡siempre pierdes! Discutir con un fanático es hablarle al viento y mas cuando la justificación se ampara bajo el nombre de Dios. Allí siempre te ganan porque o te engarzas en la pelea, pierdes y te llenas de rabia, o te retiras y “respetas” la elementalidad de tu contradictor. Claro, a nombre de Dios. ¿Y si será cierto que Dios condena las adopciones de niños por parte de solteros, viudos o parejas del mismo sexo?  ¿Si será cierto que para Dios sólo existe un modelo de familia?

Esta semana estará en Cali el pastor John C Maxwell una eminencia en el tema de liderazgo. Su conferencia la dará el viernes pero la ocasión es propicia para preguntarle a él como líder de una Iglesia fuera de Colombia, cuál es el peso de las creencias frente a los temas del mundo moderno. Si este Dios de Vivian y Lucio es el mismo Dios de sus creencias y de su Iglesia. Preguntarle a Maxwell cómo se ejerce el liderazgo desde la pluralidad ideológica. Cuál es su concepto en temas como de la diversidad sexual, respondiendo desde su posición de Pastor y de líder. Que bueno oírlo con un discurso refrescante y equilibrado.


Gloria H. @Revolturas

lunes, 15 de mayo de 2017

viernes, 12 de mayo de 2017

jueves, 11 de mayo de 2017

miércoles, 10 de mayo de 2017

martes, 9 de mayo de 2017

Mamá ¡suéltame!


La mejor ocasión para hablar con la madre es esta semana, vísperas de su día, en medio de la parafernalia que arrastra la celebración. Flores, corazoncitos, panegíricos, poemas, en fin, todo lo que trae esta “inolvidable” fecha. Porque ya es hora, por favor, de que alguien tome la vocería y a nombre de la salud mental de los hijos e hijas, de los yernos y de las nueras, adultos todos, les diga, les suplique, les implore a las mamas “por favor, suéltame”. Por favor, déjame crecer, déjame volar, permite que construya una vida independiente. No me amarres con culpas, cuentas de cobro o sacrificios desmesurados. No, mamá, déjame crecer, déjame tomar decisiones. No quiero sentir mas que soy “el sentido de tu vida”, no quiero que este amor maternal se vuelva una cárcel, no quiero sentirme aprisionado en los barrotes del afecto culposo, no quiero hacer lo mismo que tu, amar como tu, comer como tu, vestirme como tu.

Déjame nacer emocionalmente. Déjame escoger pareja a mi antojo. No me chantajees con enfermedades psicológicas porque no elijo a la mujer u hombre por ti esperado. No soy igual a ti porque no nacimos en la misma época ni quiero convertirme en tu fotocopia. De esa manera no seríamos felices ni tu ni yo porque estaríamos desubicados viviendo en cuerpo ajeno. No te enfermes por mi. No sentencies que la única y mejor amiga eres tu, que la única en la que puedo confiar es en ti, porque  estas limitando mis contactos y me estas volviendo prevenido y paranoico. El mundo no se agota en tu espacio de madre. ¡Afortunadamente! Quiero existir independiente, quiero creer en el dios que mi vida elija, quiero descubrir la sexualidad que mi deseo construya, quiero agradecerte la vida pero no la hipoteques a tus frustraciones. No nací para que tu tuvieras por qué vivir. Suéltame mamá.

Que rico quererte, acompañarte y visitarte cuando es mi deseo o tu necesidad real, pero no cuando toque hacerlo porque si no, “no te quiero”. No digas por favor “primero conociste máma que esposa”, no destruyes el vínculo con el hombre o la mujer que quiero argumentando que tu vas primero. Si así fuera no podría existir el linaje humano. No me hagas heredero ni de tus odios ni de tus amores, no tengo porque cargarlos. Hay tantas cosas maravillosas de ti, en especial que me diste la vida y espero, a su vez, que me des la libertad para construirme como lo deseo, como el mundo de hoy lo necesita y de acuerdo a las personales circunstancias de mi actuar. No me metas en la mitad de las peleas con papá, porque me es difícil escoger entre ustedes . Ambos son mis padres. ¡Papá también es un buen hombre! Y no siempre te daré la razón porque no siempre la tienes. Ojalá no te escudes en el victimismo, no te luce y además sabes que no es cierto. Tu también perteneces a la raza humana y por lo tanto eres imperfecta, todos lo somos.

El amor de madre es necesario para la vida, siempre y cuando esta mujer tenga mundo propio y no considere la maternidad su “empleo”, lo que  impediría el crecimiento de los hijos. Si crecen quedaría “vacante” y no es fácil aceptar un “despido laboral”. Que lo pagarían los hijos, claro. Por eso el mejor homenaje es permitirle ser mujer, no amarrarla a la maternidad como su única fuente de vida, darle gracias  y dejarla ser. ¿Es posible?

Gloria H. @Revolturas

lunes, 8 de mayo de 2017

viernes, 5 de mayo de 2017

jueves, 4 de mayo de 2017

miércoles, 3 de mayo de 2017

lunes, 1 de mayo de 2017

Machismo femenino


¿Por qué una mujer no abandona a un hombre torturador? ¿Por qué insiste en continuar a su lado después de las muendas que le propina? ¿Por qué le perdona (y le cree) para continuar con él? El tema tiene que ver con el machismo, pero hay que aclarar que no es lo mismo el machismo “ejercido” por un hombre que por una mujer. Aun cuando se habla del mismo comportamiento, desprecio y desvalorización de lo femenino, los hombres y las mujeres no lo vivencian con las mismas actitudes. Mientras que un hombre machista somete a la mujer, la obliga a obedecerle, la amenaza, la maltrata, le controla todo su mundo, el machismo femenino se manifiesta principalmente en la “necesidad” de la mujer de tener un hombre al lado, de no poder sobrevivir sin él, de no encontrarle sentido a su vida si un hombre no la “nutre”. No existe sin un hombre. Su valor radica en tener al varón con ella: sólo así, se sentirá viva, será valiosa, estará segura y podrá creer que “hay futuro”.

Ni siquiera importa si ese hombre la atropella. No, no importa, lo tiene al lado y eso basta. Su autoestima es tan pero tan poquita, que lo importante es que ese macho esté allí. Como si fuera un dios, como si fuera un generador de energía, lo necesita para sobrevivir. Por eso no quiere que la abandone, así la lastime. Le perdona una y otra vez. La vida de la mujer machista no significa nada si un hombre no la avala. Desde afuera de su historia se observan el maltrato, la humillación y la discriminación. Pero cual drogadicta, la mujer machista no lo ve, porque debe escoger entre vivir al lado de su torturador pero “con valor” o volverse invisible, ser como una cucaracha, si ese hombre no le hace el favor de “mirarla”.  Lo doloroso del machismo femenino, es que ella mujer le da todo el valor al hombre, educa hijos hombres poderosos y cuando tiene una hija mujer casi la compadece por la “desgracia” de haber nacido mujer.

La mujer machista no desprecia ni cuestiona al hombre, no. ¡Lo necesita! Es de las que critica despiadadamente a las otras mujeres siempre favoreciendo o disculpando al hombre. En un triángulo la mala es la “otra”, no el hombre, él puede ser una “pobre” víctima de las artimañas de la otra. En un embarazo no deseado, la sinvergüenza es la mujer no el que le hizo el mandado. Y así en el actuar entre hombres y mujeres, las responsables siempre son las mujeres. Porque la mujer machista tiene tal desvalorización de lo femenino, empezando por ella, que no puede tener una mirada equilibrada para sus congéneres porque todo lo que sea mujer y femenino o es malo, o no vale, o no sirve. Y claro, esta mujer, tan desvalorizada, no puede vivir sin un hombre. Si uno la deja o la abandona, necesita encontrar sustituto, cualquiera, para volver a darle sentido a su vida. Uno detrás de otro para repetir el mismo libreto de maltrato y desvalorización.

El círculo se rompe cuando ella se empodera. Cuando se mira a si misma y se da cuenta de que no necesita un hombre para valorarse. Despierta y su futuro es diferente. Debe mirarse a si misma para liberarse de la dependencia masculina. De lo contrario, es una machista camuflada, solo que ella tiene empaque femenino y juega  los dos roles victima y victimaria de si misma porque su aparente salvador es a su vez su verdugo. ¿Lo entiende?


Gloria H. @Revolturas