“Me puso así por la familia de él. Tenía un tío que se llamaba
Martín Elías (Maestre). Era el acordeonero con el que cantaba las parrandas en
las fincas. Iban en un carro, manejando mi papá, tuvieron un accidente y el tío
murió. (A Diomedes) le dolió mucho porque era su adoración. Mi mamá al final me
registró solo como Martín Elías. Cuando mi papá se dio cuenta le dio rabia. Le
decía: te dije que el va a ser como el tío mío, el Gran Martín Elías. Por eso,
desde pequeño me presentaba así ante los amigos y en conciertos”.
¿Quiere creer? Usted elige. Pero el que no lo admita ronda mas el
terreno de la ignorancia que el del conocimiento. Mas aún, es mas cercano al
miedo que a la apertura de mente, tan necesaria en el siglo actual. La teoría
psicológica dice que se pertenece a un alma familiar al igual que se pertenece
a una alma nacional y cargamos lo bueno y lo malo de esa “identidad” de grupo. Donde
quiera que se llegue con pasaporte colombiano, pueden mirarnos o como cercanos
a Shakira o a Pablo Escobar. Todo depende del “conocimiento” que tengan los
funcionarios de migración de estos personajes. Y aun cuando no se tenga ninguna
relación directo con ellos, “padecemos” para bien o para mal su fama:
¡identidad nacional! Así sucede en las familias. Cuando se bautiza a un niño con
el nombre de un antepasado (vivo o muerto), se lo “carga” con la intención de
ser un sustituto de ese personaje, como si se le colgara toda el pendiente del
ancestro en sus hombros, en su destino. Como si se quisiera que repitiera su
vida. Como si se deseara que arreglara los pendientes de su historia. Y es allí
donde “atrapamos” a ese niño o niña en una vida que “no le pertenece”. Y es
aterrador comprobar cómo se repiten inexorablemente hechos de una semejanza
impactante en esas vidas. Martín Elías es un niño “reemplazo”, un sustituto. El
dolor del padre se convirtió en deseo y
el muchacho “cumplió” al pié de la letra el encargo de reemplazar al tío. Hasta
murió igual que él.
No es magia, brujería, o mala suerte. Es Psicología, sustentado en
explicaciones de Psicogenealogía y Constelaciones
Familiares donde profesionales brillantes, con raíces psicoanalíticas, dan fe
de ello. El trabajo de Anne Ancelin
Schützenberger es impactante.
Sin embargo, a muchos “les aterra” saber
que existen “fuerzas” o energías que escapan a su razón y no admiten que
existan herramientas psicológicas que curan y sanan cimentadas en teorías no
convencionales. Nombres repetidos, nacimientos en fechas de años o meses
cercanos unos de otros que generan gemelos simbólicos, fechas donde la tragedia
familiar se repite, la intención denominada “proyecto sentido” de concebir al
hijo para que cumpla una ilusión paterna, todos factores que marcan el destino del que está
por llegar. Que pueden convertirse en “lápidas” inconscientes que se arrastran
hasta tener conciencia del hecho y poderse liberar. Martín Elías es una prueba.
Como existirán miles y miles de seres “cargando” historias donde se conjugan
por igual el pendiente de la familia y la conexión del individuo con ese
pendiente. ¿Por qué unos sí y otros no? He allí el asunto. Es la decisión de
asumir la reparación como si fuera una obligación, un mandato. La necesidad de
“pertenecer” genera esta clase de elecciones.
Gloria H. @Revolturas

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