Cada día la sociedad se desgarra las vestiduras por los ataques de
hombres contra sus parejas sentimentales. El asesinato diario es parte de la
parrilla de noticias de la mañana. Marchas, pancartas, protestas, panegíricos, nada
sirve, no cala. Vuelve y se repite. Ya no son asesinatos, ahora se llaman
feminicidios. No me gusta ser ave de mal agüero pero los casos se seguirán
dando. Por montones. Ni la cárcel, ni las condenas perpetuas logran “controlar”
una ira desbordada de quienes se creen dueños de “sus amores”. No sirve, qué pena. Cuántos expresan casi con
orgullo “me pudro en la cárcel pero no se sale con la suya”, “no hace lo que le
da la gana”. La emoción logra desbordar cualquier razonamiento, no hay barrera
que contenga la ira, la rabia, la venganza, la traición. Nada sirve… Hemos
alimentado inteligencias, mentes, pero no formamos en emocionalidad y mucho
menos en niveles de conciencia. Aquí están las consecuencias.
Esta es una sociedad patriarcal. Una sociedad enferma a la que la
cárcel no sana. Las pruebas están a la vista. Pero no se ven, no se cae en la
cuenta. Es tan obvio el machismo que no se detecta. Para esta cultura es
“natural” la superioridad del hombre frente a la mujer, viene por naturaleza. ¿Cómo
contrarrestar esta idea? Es como pararse
frente a un cuadro y sólo ver lo que mi interior “escoge” ver. El machismo, la
superioridad masculina, está allí a la vista pero no importa. En los foros, en
los simposios, en las elecciones, en los puestos directivos, en los salarios,
en la intimidad de las casas, en las religiones, en los oficios y cargos, en
todo, allí está la superioridad y claro, la discriminación. Es una sociedad
ilusa la que cree que con cárcel perpetua, o manifestaciones o protestas, los
comportamientos van a modificarse. Para muchos, los machistas son “los otros”.
Los que discriminan son los demás. Tocarse cada quien para revisar qué tan
patriarcal y prepotente es, sería parte de un trabajo para cambiar mentalidad.
Nos alimentamos a diario de machismo y creemos que el problema solo está en los
hombres que asesinan a sus compañeras. Se pregunta acaso, ¿qué los forma? ¿qué
los alimenta? ¿de qué se nutren?
¿Maluma merece la condecoración por su canción en aras de la
libertad de expresión? ¿Los chistes, las burlas, las publicaciones con
“mujeres-objeto” son válidas en aras de la no represión y la libertad
individuales? Si supiera que una canción, una telenovela, una publicidad,
motivan al asesinato ¿lo permitiría? ¿Estamos construyendo un monstruo llamado
libertad, a cualquier precio y bajo cualquier circunstancia? Aun cuando no lo
crea, todo ese “material”, incluído el humor negro, definitivamente alimentan
el morbo y la patología social. No importa, primero va la libertad. Ojo, no
todos tienen la misma capacidad de captar y los niveles de conciencia marcan
diferencias abismales La cárcel ni cura ni sana. El trabajo está “en otro
lado”, en el lado de los que nos creemos sanos, impolutos y no machistas. Estas mujeres no pueden no saben defenderse.
Seguirán siendo asesinadas mientras los “sanos” asistimos a la discriminación
sin “verla”, repetimos estereotipos, tatareamos música, reímos de los chistes
machistas. El asunto es mas complejo y menos instantáneo, créalo. Mientras ¿cuál
es la próxima?
Gloria H. @Revolturas

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