viernes, 31 de marzo de 2017

jueves, 30 de marzo de 2017

miércoles, 29 de marzo de 2017

martes, 28 de marzo de 2017

Duelo congelado


Hay una determinación legal que exige que cuando un psicólogo escucha en la privacidad de su consulta una historia de abuso, debe denunciarlo, pasando por encima del principio de confidencialidad.  Tiene una responsabilidad social por la que debe responder. No puede optar por el silencio cuando una información se considere peligrosa, enfermiza o destructiva. A su vez, cuando una persona da declaraciones públicas sobre su vida privada significa que al exponer su intimidad, acepta que el colectivo intervenga, interprete, aplauda, juzgue su actuar. Es como si estuviera esperando aprobación… lo que no siempre sucede.

Con las dos premisas anteriores quiero referirme a las declaraciones dadas por Luis Alonso Colmenares –contador público con seis especializaciones y dos maestrías- respecto a la manera cómo su familia está manejando el duelo de su hijo Luis Andrés. Independientemente del sabor a retaliación que guardan sus palabras “siento que traicioné mi idiosincrasia. En Villanueva (Guajira) al día siguiente eso hubiera quedado resuelto, ojo por ojo y diente por diente, usted me quitó un hijo y yo le quito uno”, se percibe una conducta totalmente patológica en el manejo de la muerte. Sí, está en todo su derecho, cada quién elige desde su conocimiento o ignorancia, cómo enfrentar la vida. ¡Y la muerte! No tenemos por qué saberlo todo: buscar ayuda especial no es una humillación, por el contrario, es salud mental. En el caso Colmenares no podría sorprender si mas adelante “brota” un cáncer en algún miembro de esta familia. Ellos decidieron quedarse congelados en un pasado que no les permite afrontar la vida y el futuro. “Diciembre es terrible para nosotros. No he sido capaz. No lo he superado. Ninguno en la casa lo ha hecho”.

La información que trae el reportaje dice: “La mamá sigue cocinando las cosas que le gustaban a su hijo. Y su habitación, seis años después de su muerte, sigue intacta. Tal como la dejó antes de salir a la fiesta de Halloween. Su mamá ha querido mantener las cosas de su hijo, su cama, su ropa, sus medallas, sus reconocimientos porque piensa que de esta manera el tiene un puerto aquí, en este lado del mundo. Ella no ha dejado de comunicarse con su hijo, según Luis Alonso. Y los tres lo sienten. Lo oyen. Lo huelen. En la casa se perciben movimientos, puertas que se abren, que se cierran, en los rincones donde él solía estar. Entonces dicen: ese es Luis. Muchas veces uno le tiene que pedir ya, Luis, déjanos dormir y mañana hablamos, Porque es así, es así, dice su papá”.

En Psicología esta actitud puede clasificarse como un duelo congelado, un duelo no enfrentado. La muerte no es un castigo. Un tío, hermano del papá, fue asesinado de niño y allí podría encontrarse la raíz del drama no resuelto, una lealtad que hay que soltar. La Constelación Familiar ayudaría. Pero mezcla de obsesión con rabia y dolor, el duelo está intacto. No es solo su familia la que sufre, el espíritu de Luis Andrés tampoco tiene paz ni ha logrado desprenderse de este mundo. ¿Alma en pena?  “No, no ha descansado en paz, se dolía de las injusticias. Y tiene que vivir mortificado” dice su padre. Como si a un espíritu que ha trascendido le “interesara” la venganza o aplicar la justicia humana. ¿Quién los contacta con la Dra Elsa Lucía Arango?

Gloria H. @Revolturas

lunes, 27 de marzo de 2017

viernes, 24 de marzo de 2017

martes, 21 de marzo de 2017

¿Cayó en cuenta?


Primera escena: en un bus de transporte municipal en Barranquilla, un pasajero se baja por la puerta trasera pero inmediatamente después ingresa por la puerta delantera, salta el torniquete y empieza a agredir al conductor. Una agresión fuerte, constante y sin medida. Le da y le da con sevicia. Dura unos segundos, largos segundos porque no es un golpe y ya. No. Sigue, continúa mientras… los pasajeros van abandonando el vehículo, sin mosquearse, sin intervenir, hablar o protestar. Al cabo de unos momentos, una mujer (si una mujer) es la que enfrenta el hecho y con su actitud y palabra detiene la pelea.

Segunda escena: el pastor Miguel Arrazola en su Iglesia Cristiana, desde su molestia, su rabia e intolerancia, lanza una diatriba de insultos y amenazas contra el periodista, Luis Torres, quién lo ha señalado de abusar de los dineros de los fieles para usufructo personal. El pastor habla de golpizas, hombres a su servicio dispuestos a matar,  intento de asesinato, amenazas, en fin…un decálogo de delincuencia difícil de superar. Frente a él, cientos de personas lo escuchan, se ríen, lo aplauden, lo vitorean. En una Iglesia cristiana donde se enseña (eso creo) tolerancia, respeto por la diferencia, amor al prójimo y perdón.

En ambas escenas (reales) hay gente, público, que observa lo que sucede, está en el desarrollo de los hechos, pero pareciera que no vibrara con lo que está pasando, con aquello en lo que son espectadores puesto que no hay ninguna clase de reacción. No, de pronto en la escena del bus hay miedo, pero “no quiero saber, no es conmigo”. Absoluta insolidaridad pero pareciera como si esa insolidaridad fuera natural. Cual zombies, o se evaden, o se invisibilizan o se mimetizan con los hechos, pareciera que no entendieran lo que está sucediendo, donde ellos son participantes pasivos. Y donde habría mucho por hacer, al menos hablar, protestar, no camuflarse.

¿Cuánta gente como esta existe en Colombia? ¿Cuánta en el mundo? ¿Cuántas personas tienen comportamientos semejantes, donde la pasividad, la elementalidad, la dependencia, dominan sus vidas? ¿De qué se puede responsabilizar a una persona que ni siquiera cae en cuenta de lo que sucede? Claro, personas con este nivel de conciencia (no de inteligencia) pueden escuchar cualquier discurso, cualquier planteamiento y cual zombies,  seguir como borregos la determinación que se dé. Es tal el nivel de alienación o elementalidad que se acepta cualquier teoría que se plantee. ¿Verdad? ¿Claridad? ¿”Eso” qué significa? La única razón la tiene el que lidera o guía o manipula. Lo demás no existe.

La masa (fea pero real expresión) puede ser manipulada para cualquier emoción. La rabia, el miedo, la desesperanza, la apatía, la indignación. ¿Qué tanta conciencia se tiene de lo que estamos viviendo? Hay personas con un nivel de conciencia de sobrevivencia. Es decir lo único que les importa es su propio mundo porque lo demás “no existe”. Pero no se les puede exigir nada mas… ¡No pueden dar mas! O ayudamos a despertar conciencia o seguiremos en lo mismo. Cuando encontramos escenas como estas, que se repiten a diario, no podemos desgarrárnoslas vestiduras por lo que sucede. No hay  educación para despertar conciencia sólo para estimular inteligencias. A propósito ¿usted sabe qué es conciencia?


Gloria H. @Revolturas

viernes, 17 de marzo de 2017

lunes, 13 de marzo de 2017

¡Cobraron!


Los actos humanos son interpretables. Y por mas que se diga que no es sano suponer, (“Los cuatro acuerdos”) es obvio que las interpretaciones están a la orden del día. De alguna manera, todo en la vida es una suposición. Desde un diagnóstico médico (que supone lo que puede tener el paciente) hasta una relación de pareja donde puedo interpretar que tanto me quieren por las palabras, actitudes y comportamientos de mi compañero. Pues bien a Cali le “cobraron” la actitud de Monseñor Darío Monsalve excluyéndola de la gira papal. Pudimos estar pero no estamos.  Y no es que los caleños queramos sacar a Monseñor, recurrente argumento de victimismo con el que se implora cuando se sabe que se perdió y se actuó mal. No, nos cobraron su reacción  ante el caso de pederastia del sacerdote Mazo. Decirlo ahora no es ni sacarlo ni arrinconarlo. Es solo un retrato de hechos reales y puntuales que no se supieron manejar.

El obstinarse en avalar una declaración nefasta del abogado representante de la Curia, el no retractarse de culpar a la familias de los hechos, la pelea de “quinta” con el abogado Elmer Montaño, y para rematar la solicitud de Monseñor Castro, su superior,  de que rectificara (y no lo ha hecho) todo contribuyó a que los organizadores de la agenda papal miraran “para el norte” de Colombia pero nunca para el sur. ¿El Papa vendría a Cali a “respaldar” a una Curia que no tuvo ni las agallas ni la gallardía de reconocer la falta de pederastia como debió manejarse?  ¿Cómo el Papá iba a llegar a Cali la ciudad donde sus representantes 6 meses antes habían culpado a las familias del abuso de un sacerdote? Totalmente imposible. Allí está la cuenta de cobro. 

Se lo cobraron a Cali. Y se lo cobraron con creces. El Papa Francisco no podía “premiar” a una ciudad que presentó tan mal manejo de un asunto que es una vergüenza mundial para la Iglesia Católica. No podían “reconocer” a una administración eclesiástica a la que le faltó claridad y decisión para enfrentar los hechos de pederastia. La Iglesia también cobra. Es humana y necesita imagen, público y reconocimiento. No se que tanto se pierda o se gane económicamente con la venida del Papa a la ciudad. Considero que el daño es mas simbólico, mas de “no merecieron”. Sonó como una cachetada. Nos “sacaron” y tenemos un inri sobre la imagen de la ciudad.

Personalmente no me “mata” Francisco: su papado es mas de imagen que de contenido. Con las mujeres todo sigue igual. En lenguaje popular “puro tilín tilín y nada de paletas”. Ningún cambio que signifique equidad y valoración. Para la iglesia la mujer sigue siendo ciudadana de segunda. Francisco es un hombre con carisma que intenta acercarse y esto conmueve, produce audiencia. Pero su discriminación a la mujer es total y completa. Sorprende como algunos hombres poderosos “incluyen” a la mujer en un colectivo pueblo,  y creen que esa es una manera de reconocerla. Lo que pasó con el Jurado que eligió monumento para el Aereopuerto de Cali. Ninguna mujer en ese grupo decisorio. “Esta incluída en el colectivo voto popular” se justificaron. Lo que en definitiva no es mas que una forma burlona de discriminación. Hombres, en cualquier escenario, humanos, cobradores y excluyentes. La Iglesia, también humana,  cobra. ¡Y a Cali le cobraron!


Gloria H. @revolturas

Herídas de la infancia


viernes, 10 de marzo de 2017

jueves, 9 de marzo de 2017

miércoles, 8 de marzo de 2017

martes, 7 de marzo de 2017

Hace lo que le da la gana


Existe una violencia contra la mujer de proporciones de tsunami, donde sus parejas (por lo general), enloquecidos con el deseo o necesidad (o ambos) de la mujer de construir a su manera su vida no soportan sus destellos de autonomía y por detenerla, causan una tragedia. Agotados todos los recursos de sometimiento no les queda sino matarla para poderla doblegar. Así sí  “obedecen”: muertas porque no hubo otra forma de someterlas. Se quiere ir, estudió y se preparó, ya no está cómoda en ese hogar, se  enamoró de otro, no aguanta sus agresiones y humillaciones, pueden ser múltiples los motivos. Estos “casos”  salen en los medios y “todo el mundo” se entera del hecho.

Pero existe otra violencia, sutil, “suavecita”, tranquila (¡), cómoda, que no produce escandalera. A veces ni se siente, porque se disfraza de “cuidado”, protección, “quiero lo mejor para ti” y fluctúa entre agresiones y luego compensaciones enormes para eliminar lo anterior. “El que reza y peca, empata”. Viajes, regalos, comidas, seducción, todo puede incluirse como borradores de las actitudes violentas.  Esta agresión queda condensada en una expresión lapidaria cuando el hombre se queja de que ella “hace lo que le da la gana”. Con la sensación implícita de que cuando la mujer tiene pareja, debe obedecer. Es decir debe someterse y “pedir permiso” para vivir. Como si la relación de pareja fuera un cambio de dueño,  donde ahora no obedece al papá-mama biológico sino al papá marido. Mujeres “normales”, corrientes hasta profesionales, exitosas, deben “pedir permiso” para múltiples actuaciones en su vida cotidiana. Soy consciente de que una cosa es informar (lógico en una relación de pareja o familia) y otra pedir permiso como si “a nombre del amor” entregáramos el manejo de nuestra vida.

Entonces, hoy que se celebra el día de la Mujer y antes de las consabidas flores o panegíricos dulzones para exaltar “lo mas lindo de la vida” revise qué tanto le ordena (y obliga) a su compañera a seguir sus instructivos. Aquí también existe una violencia tenaz porque es psicológica y está envuelta en la trampa de cuidado y protección. Cuando una mujer expresa que anhela un hombre “para que la cuide” inmediatamente  pregunto “¿cuántos años tienes? Cuidado y protección son condiciones que se dan cuando hay superiores e inferiores, fuertes y débiles, vulnerables y seguros. La mujer no es un ser desvalido que requiere cuidado. No significa que le pueden poner zancadilla pero ella misma, como ser humano, es capaz de caminar sola, acompañada de alguien. No fusionada y mucho menos “complementada”.

¿Por qué tiene que pedir permiso? ¿Por qué no puede hacer lo que le da la gana? ¿Acaso es la hija “mayor” de su cónyuge? Eso no significa que viva a espaldas de su compañero. Pero de allí a pedir autorización para vestirse, gastar su dinero, asistir a una convención, cortarse el pelo, pintarse las uñas, visitar a sus amigas, estudiar lo que desee, chatear o reírse a carcajadas, existe un abismo. Si usted, mujer, todavía pide permiso, aun cuando no esté en la cifra de las estadísticas, hay alguien ejerciendo violencia sobre usted, usted no maneja su vida, usted tiene dueño. Usted es objeto y alguien la manipula. ¡Piénselo!
                                                                              

Gloria H.  @Revolturas

lunes, 6 de marzo de 2017

viernes, 3 de marzo de 2017

jueves, 2 de marzo de 2017

miércoles, 1 de marzo de 2017