martes, 27 de septiembre de 2016

Miedo, rabia, odio


¡Son tan fáciles de contagiar! Es mas fácil resonar en energías negativas que en positivas. Es mas fácil inducir al miedo que a la confianza. ¿Qué hace que sea mas sencillo conectarse con ondas bajas de frecuencia? ¿Por qué es mas fácil odiar que amar? La explicación tiene que darse con los niveles de conciencia. El nivel mas elemental o bajo de conciencia es la supervivencia. En este nivel no existe el otro, no existe un escenario, ni territorios, ni mundos, ni personas, mas allá de mi propio ser. Lo que significa que todo el enfoque de mi vida esta dado para sobrevivir. Por lo tanto “todo vale” en busca de ese objetivo. Todo se justifica, porque apegados a la vida, el bien mas grandes es sobrevivir. Los otros individuos ni siquiera son enemigos porque no los reconozco como existentes. Sólo son obstáculos que se atraviesan en mi necesidad de sobrevivencia. Entre el afuera y yo, me escojo yo.

El miedo es una emoción lógica de sobrevivencia. Primaria. Retrata la vulnerabilidad.   Es constatar que somos como cáscaras de huevo, papelillo que se deshace. Todo nos llega, nos altera, somos incapaces de defendernos, no hay coraza. Es el nivel de sobrevivencia y todo lo de afuera es peligroso, amenazante. “La mayoría pasamos mucho tiempo actuando desde el miedo al pasado o al presente, pero de ese modo estamos creando una cultura del miedo que afecta a la sociedad”.

Viene la rabia. Surge cuando “me pudo” el afuera. Mis esfuerzos de sobrevivencia no fueron lo suficiente fuertes para anular lo externo. La rabia es una sensación de impotencia. “No pude”, “me ganaron”, “me doblegaron”.  Y entonces, el miedo unido a la rabia terminan en una emoción visceral: el odio. Profundo, obsesivo, enloquecedor. El odio son gafas que distorsionan lo real. El mundo se ve de otra manera. El mundo es un enemigo que acrecienta el miedo y la rabia. Entonces me sumerjo en una espiral de la que solo saldré si acepto que no es un asunto del afuera. Mis condiciones personales tienen que ver con lo que vivo. Aceptar (qué palabra tan difícil), aceptar que no soy Dios, que no tengo la razón, que la vida no me debe, que existe “algo mas” que mi yo, es el proceso de crecer. Y quien lo creyera, de vencer el miedo, calmar la rabia y evitar el odio. ¿Qué surge entonces? Humildad y  compasión. Dos emociones positivas que indican que “salimos” de nivel de sobrevivencia a niveles mas altos de conciencia. Y el mundo cambia, es de otro color. Ya no estoy a la defensiva. Puedo confiar y creer. Aun cuando parezca imposible, las cosas empiezan a resonar en la nueva actitud. A resonar diferente, en forma mas positiva. Humildad, confianza, gratitud. Emociones opuestas al miedo, rabia, odio. Nacen de aceptar que no estas solo en el mundo, ni que eres el centro del universo. Extender la mano simboliza que hay otros con los que quieres caminar. Has crecido porque sales del egocentrismo para cuidarte pero también para cuidar a otros.

El plesbiscito es una confrontación entre el miedo y la confianza. Una opción produce  alegría, sonrisas, optimismo, esperanza. La otra, se manifiesta con caras adustas, temor, ofensas, miedo, rabia, ley del talión. No es coincidencia que cada una de las opciones guarde emociones coherentes con su significado. ¿ Ud. qué cara tiene?


Gloria H. @revolturas      

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