¿La familia es un accidente que “nos toca” soportar? ¿Caemos en la
familia que vivimos sin ningún derecho al pataleo? ¿Por qué hay hermanos
mejores que otros? ¿Si los alimentó “la misma leche”, por qué algunos son más exitosos? ¿A todos los hijos
se los quiere por igual? ¿Qué pasa con la familia? Inquietudes reales que nos
enfrentan con grandes mentiras de la cultura y que hemos creído como si fueran
dogmas de fé. La primera y mas real (mire su propia historia) a los hijos no se
los quiere por igual, así apenas ahora las investigaciones estén confirmando lo
que la Psicología “sabía” hace rato (Informe de revista Semana). Desde el lugar
en el que se nace (primero, quinto), el sexo que se tiene (y que puede frustrar
a los padres), el nombre que se coloca, las expectativas (proyecto sentido), el
momento de vida del padre y la madre, todo influye (y marca) en el afecto y por
tanto en el desarrollo de la familia. Y de los hermanos. O sea que todo no es
parejo sin que esto signifique desastre. En la medida en que se haga conciencia
de ello, se puede manejar. Los humanos no somos seres perfectos sino energías,
esencias, en procesos de aprendizaje.
Además, cada vez es mas claro (y comprobado) que no vivimos una “única” vida y por lo tanto, en cada
regreso “escogemos” la familia que nos corresponde para seguir aprendiendo.
Como quien se matricula en la Universidad y debe cada semestre escoger
asignaturas para completar su profesión.
Igual es la vida. Vivimos lo que nos corresponde y la familia tal cual es, es
la “asignatura” pendiente en nuestro proceso de conciencia. De allí que los
hermanos son “necesarios” tal cual son. Por eso las situaciones no son
perfectas y así papá y mamá “sueñen” con todos sus hijitos “amándose y
adorándose con yernos y nueras”, no es mas que un sueño que no siempre (casi
nunca) se cumple. Para eso nacimos, para aprender.
Entonces el hijo calavera, el hermano que avergüenza, todo es
“necesario” así incomode y talle. ¡Para eso están! ¡Por eso son como son! No me
imagino como se debe estar sintiendo Daniel Samper con su contradictorio hermano
Ernesto. “Afortunadamente” se retiró del periodismo para poder rumiar su
desconcierto en privado. Entre el bulling que su hijo Danielito dispara a todo
el mundo y las “genialidades” de su hermano Ernesto, no sé que tan bien se
sienta Daniel. Es el “peso” de la familia que escogimos, para aprender. Pero
que paradoja, mientras mas oscura sea la parentela, mas sigue brillando la
coherencia, el humor y la genialidad de quien fuera el columnista mas leído de
Colombia.
¿Mas hermanos? Enrique y Juan Manuel Santos. Desde posiciones
encontradas pero “colaborando” tras el
mismo objetivo. Son hermanos “de admirar” aun que muchas veces estuvieran en
orillas diferentes. Hoy los une la misma causa. Un proyecto compartido en donde
cada uno “necesita” del otro. El agradecimiento del corazón engrandecerá la
hermandad y sus hijos heredaran esa grandeza. Y los de esconder, los de la
complicidad alcahueta, los de “con los tuyos, con razón o sin ella” Alvaro y
Santiago Uribe. Tapándose con la misma cobija, para esconder la duda, lo no
dicho, la sospecha, la venganza. ¿Exceso de amor o de complicidad? Está por
verse. ¿Usted lo haría por un hermano? ¿Cómo es su historia?
Gloria H. @revolturas

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