Un señor mató a su esposa en un acto de “ira e intenso dolor” después
de que se escondió en un closet y escucho su conversación, de la que
concluyó que ella quería separarse de él. Como tantos otros casos de
historias en Colombia, este hombre macho no aceptó que su
“mujer-propiedad” se fuera de su lado. O es mía o es de nadie. La mató
de la manera mas vil sin ni siquiera considerar que tenían dos hijos que
iban a sufrir el demoledor impacto (para toda la vida) de que su padre
asesinó a su madre. Sucedió y usted pudo haber conocido esta historia
hace unos días en los medios de comunicación.
Además de lo
desgarrador de la situación y para “completar” el Instituto Colombiano
de Bienestar Familiar, por interpretación de una de sus funcionarias y
apoyada dizque en diagnósticos psicológicos de la psicóloga particular
que “orienta” el caso, (amiga de la familia del homicida) decide
entregar la custodia de estos niños a la abuela paterna, es decir a la
madre del asesino, y a uno de sus hermanos. Madre y hermano del homicida
son ahora, temporalmente, los responsables de la custodia de los niños
mientras que la abuela materna tiene casi mendigar que le permitan ver a
sus nietos, hijos de su asesinada hija. ¿Lo puede creer? Claro, vendrán
los alegatos, las roscas, justificaciones (¿y algo más?), pero el
sentido común, el mas elemental, el mas coherente, diría que estos
niños deben “airearse” y salir de un entorno cargado, negativo y
energéticamente contraproducente. Soy consciente que los problemas no se
arreglan con cambios geográficos o locativos, pero a los niños si les
aporta “desligarse” de la escena y el ambiente del crimen, para ubicar
sus vidas en otros espacios. Se le puedan dar miles de interpretaciones a
este caso pero el hecho real es que se produjo un homicidio donde un
hombre mató a la madre de sus hijos. Por lo mismo cualquiera con sentido
común podría considerar que el mismo ambiente que “educó” al homicida
no puede ser el mas adecuado para educar a los nietos. O será que sí. O
será que existen “teorías psicológicas” que justifican la permanencia de
los niños en ese ambiente.
Salto de garrocha. Toda la
explicación anterior, totalmente impactante, me sirve de apoyo para
justificar (¡por Dios!) la salida a la carrera de la excontralora Sandra
Morelli para Italia. Cuando le dicen y le advierten que no le pueden
dar detención domiciliaria porque ella es un peligro para la sociedad y
su falta muy grave y por lo tanto Bienestar Familiar se haría cargo de
su único hijo de 10 años (huérfano de padre), creo que Sandra Morelli
tiene todas, pero todas las justificaciones para salir corriendo y
buscar que no le quiten a su hijo. Conociendo antecedentes como la
resolución del caso del asesino de la madre de sus hijos por Bienestar,
claro que la señora Morelli debió salir disparada para evitar que el
Instituto le termine de educar su hijo ante la ausencia de otros
familiares. Hay hechos que no dependen de reglamentos o leyes sino de
interpretaciones personales. Qué mamá se va a atrever a “correr el
riesgo”. Hagan una encuesta entre mujeres, aún mas entre abogadas, o
entre jueces mamás, para escuchar cuántas responden “Yo me quedo, yo
espero”. La inmensa mayoría saldría corriendo. Y qué tal que con esas
“particulares” interpretaciones Bienestar pudiera terminar entregando el
hijo de la doctora Morelli a la familia del fiscal por considerarlo
“buen educador” del hijo de su enemiga. ¿Acaso no es lo que ha sucedido
con los niños de la primera historia? Las interpretaciones se hacen con
base en hechos concretos y esto son los resultados de las acciones de
Bienestar. ¿Usted mamá se quedaría en Colombia pudiéndose ir y proteger a
su hijo?
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