Hay
que hablarlo pero no tanto porque sorprenda sino por lo que representa.
Por lo que simbólicamente significa que dos mujeres inteligentes,
capaces, protagónicas, sean pareja y ambas estén en el gabinete del
Presidente Santos. Algunas empresas por ejemplo, no aceptan por
reglamento, que una pareja (cualquiera que sea su sexo) pertenezcan a la
misma empresa. Si se enamoraron dentro
de la organización, hay la exigencia -si consolidan su unión- que uno de
los dos se retire. A veces es el empleador el que “escoge”, en otras
ocasiones la pareja decide. ¿Tiene lógica está limitante? Multitud de
argumentos a favor y en contra pero si no existe la exigencia en el
reglamento no hay porque aplicar la medida.
No se había presentado el caso y por lo tanto no debe existir determinación al respecto. Es muy seguro que ambas puedan (y deban) continuar. Es aquí, en momentos concretos, donde surgen las preguntas e inquietudes. Una pareja puede estar junta en un gabinete ministerial o en uno departamental, o ¿la proximidad del afecto impide que deban desempeñarse para la misma organización? La respuesta puede obedecer mas a la hipocresía social que a una realidad. Cuántas relaciones clandestinas se dan, se han dado, Presidentes con amigas, gobernadores con “sucursales”, y como no se conocen “públicamente” han podido continuar. Pareciera que “el delito” está en anunciarlo. En darlo a conocer, en “salir del closet”. En nuestra sociedad pacata, mientras se esconda no hay delito. Mientras no se conozca, no existe. El problema está en decirlo, transmitirlo. Si recibe el juicio de los demás, adquiere categorías diferentes porque la mirada externa aprueba o desaprueba. En el fuero interior muchas cosas son permitidas, obedecen mas a criterios que pueden representar libertad, rebeldía, sumisión, angustia. En fin…
Pero cada vez es mas claro que sí, estamos viviendo en un nuevo país. El que socialmente se estimule abrir mentes, en la opinión pública, para oxigenar creencias adaptándolas a las experiencias reales de los seres humanos, es construcción de salud mental. Claro, habrá personas con miedo. El miedo al cambio es uno de los temores mas ancestrales de cuantos existen. Cada quién tiene derecho a creer lo que quiera. Pero el proceso de evolución es movimiento no quietud. En el tema de las dos Ministras, Cecilia y Gina, el Presidente está dando unas muestras de apertura que revolcarán a los opositores. Se deben estar carcomiendo las entrañas pero es necesario hacerlo de esta manera, dándole opciones al amor, a la paz, a la diferencia. En toda decisión hay que escoger, todo no se puede tener. Decidir es escoger. Y la decisión de tener un país diferente ya es reparador. Con todos los escollos que puedan encontrarse. El sentido del perdón, por ejemplo, puede interpretarse de 40 millones de formas diferentes. Difícil llegar a un consenso. Pero hay que intentarlo.
Sí, el riesgo de dos trabajando para una organización, es que el retiro o la salida de uno de los dos de la pareja, implica que el que queda puede sentirse “untado” de la salida (o sacada) del que se fue. ¿Resentimientos? ¿Cuentas pendientes? ¿Retaliaciones? El Presidente tendrá que decidir qué hacer cuando se presente la crisis. Posiblemente, saldrán las dos. Pero el “atrevimiento” de permitir que en su Gobierno se de una muestra palpable de respeto por la diversidad es ya una colaboración a la salud mental de Colombia. Mientras tanto, disfrutemos de este nuevo momento del país donde el respeto por la diferencia permite mirar a compatriotas de una manera diferente. A no ser que el anquilosamiento sea total y sólo la muerte pueda movernos de esa quietud aplastante.
No se había presentado el caso y por lo tanto no debe existir determinación al respecto. Es muy seguro que ambas puedan (y deban) continuar. Es aquí, en momentos concretos, donde surgen las preguntas e inquietudes. Una pareja puede estar junta en un gabinete ministerial o en uno departamental, o ¿la proximidad del afecto impide que deban desempeñarse para la misma organización? La respuesta puede obedecer mas a la hipocresía social que a una realidad. Cuántas relaciones clandestinas se dan, se han dado, Presidentes con amigas, gobernadores con “sucursales”, y como no se conocen “públicamente” han podido continuar. Pareciera que “el delito” está en anunciarlo. En darlo a conocer, en “salir del closet”. En nuestra sociedad pacata, mientras se esconda no hay delito. Mientras no se conozca, no existe. El problema está en decirlo, transmitirlo. Si recibe el juicio de los demás, adquiere categorías diferentes porque la mirada externa aprueba o desaprueba. En el fuero interior muchas cosas son permitidas, obedecen mas a criterios que pueden representar libertad, rebeldía, sumisión, angustia. En fin…
Pero cada vez es mas claro que sí, estamos viviendo en un nuevo país. El que socialmente se estimule abrir mentes, en la opinión pública, para oxigenar creencias adaptándolas a las experiencias reales de los seres humanos, es construcción de salud mental. Claro, habrá personas con miedo. El miedo al cambio es uno de los temores mas ancestrales de cuantos existen. Cada quién tiene derecho a creer lo que quiera. Pero el proceso de evolución es movimiento no quietud. En el tema de las dos Ministras, Cecilia y Gina, el Presidente está dando unas muestras de apertura que revolcarán a los opositores. Se deben estar carcomiendo las entrañas pero es necesario hacerlo de esta manera, dándole opciones al amor, a la paz, a la diferencia. En toda decisión hay que escoger, todo no se puede tener. Decidir es escoger. Y la decisión de tener un país diferente ya es reparador. Con todos los escollos que puedan encontrarse. El sentido del perdón, por ejemplo, puede interpretarse de 40 millones de formas diferentes. Difícil llegar a un consenso. Pero hay que intentarlo.
Sí, el riesgo de dos trabajando para una organización, es que el retiro o la salida de uno de los dos de la pareja, implica que el que queda puede sentirse “untado” de la salida (o sacada) del que se fue. ¿Resentimientos? ¿Cuentas pendientes? ¿Retaliaciones? El Presidente tendrá que decidir qué hacer cuando se presente la crisis. Posiblemente, saldrán las dos. Pero el “atrevimiento” de permitir que en su Gobierno se de una muestra palpable de respeto por la diversidad es ya una colaboración a la salud mental de Colombia. Mientras tanto, disfrutemos de este nuevo momento del país donde el respeto por la diferencia permite mirar a compatriotas de una manera diferente. A no ser que el anquilosamiento sea total y sólo la muerte pueda movernos de esa quietud aplastante.
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