¿Le asusta comprobar que las personas no
permanecen leales a lo que alguna vez opinaron o a quienes alguna vez siguieron
o creyeron? ¿Es de los que opina que si se nació conservador es imposible
volverse liberal o viceversa? ¿Le aterra
comprobar que una mujer o un hombre dejen de amar a quién escogieron como pareja y amen a otro u otra? Para usted, ese
comportamiento ¿es un acto desleal? ¿Considera que es inaudito cambiar de
equipo de fútbol o de creencias religiosas? ¿Si despotricaba de los divorciados
hoy se encuentra con una posición diferente sobre el tema pero se asusta de su
falta de “convicción”? ¿Se siente orgulloso de pensar como hace 10 años? ¿Sus
conceptos sobre sexualidad son los
mismos de cuando era adolescente? ¿Sus creencias religiosas continúan
“igualiticas” a cuando hizo la Primera Comunión? ¿Aún cree en el infierno y en
el diablo? ¿La guerrilla, el
narcotráfico y los paramilitares los mete en la misma bolsa? ¿Es de los que
cree, todavía, que sólo es real lo que se percibe con los cinco sentidos? ¿Le
parece una traición que Santos piense por él cuando debió quedarse “quieto” en
las ideas de Uribe? ¿Califica a sus amigos de desleales porque no lo acompañan
en los mismos planteamientos políticos?
¿Le aterra la “salida del closet” de su compañero de colegio por la mentira en
que vivió? ¿Y censura al otro “que todo el mundo sabe” pero que aun no se
atreve a mostrarse tal como es?
Preguntas sobre un mismo tema. Nos desgarramos
las vestiduras porque las personas no permanecen “quietas” en sus convicciones,
porque cambian de parecer, porque se mueven en planteamientos, porque o
rectifican o se voltean o amplían sus criterios. Como si el “ideal” de
comportamiento fuera la rigidez, la terquedad en lo que alguna vez se opinó y
que no puede ser permeado por ningún cambio. Quieto en primera, sin ninguna
modificación, sin ningún atisbo de renovación. La gente rígida no se mueve, se
ufana de sus convicciones “de toda la vida” y claro, termina anquilosada porque
lo que no se mueve significa que está muerto. La vida es movimiento y no sólo
en el calendario sino también en ideas y conceptos. No modificar de criterio
significa que nada de lo que sucede alrededor lo ha permeado y por lo tanto “nada
ha sucedido” porque nada ha dejado huella en su vida.
Pero entonces, ¿cómo diferenciar al
“voltearepas” del que se “mueve” porque
aprende? ¿Cómo diferenciar al que evoluciona porque vió necesario hacerlo del
que es una veleta porque es la moda? ¿Cuál es el término medio entre el voluble
y aquel que se atreve a revisar criterios porque está aprendiendo? ¿Qué es
lealtad? ¿Qué significa cambiar o aprender? ¿Qué quiere decir “falta de
criterio”? ¿Qué es un carácter pusilánime? ¿Qué es honestidad? ¿Qué es flojera?
A las personas se las juzga porque no piensan igual o porque ya no se comportan
con las convicciones de antes. Tema muy complejo porque es imposible quedarse
quieto sin modificar criterios. Como quien dice que a lo único que debemos ser
leales es a nosotros mismos. Al único que no podemos serle infiel es al
inquilino interior…todo lo demás es susceptible de ser modificado porque a eso
fue que vinimos. Por eso nacimos: para aprender. Entonces juzgar a alguien porque
modificó su criterio es semejante a haberlo imaginado muerto. ¿Esa es la
intención al cuestionar un cambio? “Los seres humanos no nacen de una vez y
para siempre el día en que sus madres los dan a luz sino que la vida los obliga
a darse a luz a ellos mismos una y otra vez”. GGM