Sin terminar aún de
apagar los festones por la celebración del día de la madre, el tema de la pelea entre hermanos se vuelve
público, a raíz de los enfrentamientos entre hermanos famosos y poderosos.
¿Dónde quedó la familia “perfecta”? ¿Dónde se guarda el mapa de la familia
ideal donde “todos nos queremos” o donde “todos somos iguales”? ¿Dónde está la
unión familiar, eje de la cultura? ¿Qué se hizo la célula vital de la sociedad
que no puede cuestionarse porque así como está, es perfecta? La madre ideal
construye familias ideales, ¡pero ni lo uno ni lo otro existen! Pareciera que
por fin estamos poniendo los pies sobre la tierra y empezando a convivir con
seres de carne y hueso. Porque son los hechos los que develan la realidad. Cuando
idealizamos instituciones es como si quisiéramos esconder verdades. No todo es
malo, pero tampoco todo es perfecto. Como bien lo decía mi profesor
psicoanalista aún no se investiga el bullying familiar, el matoneo hogareño,
donde se suceden múltiples atropellos y donde (parece) no hay mas ley que la de
papá y mamá, de los dos o de uno solo. Ellos se convierten en “juez y parte” y
cualquier análisis de situaciones hogareñas pareciera prohibida de ante mano. ¡Como
la familia es perfecta! Entonces los hijos entran en esa rivalidad (a veces
sana, a veces destructora) por obtener el premio mayor: ¡el reconocimiento
paternal! La competencia puede ser feroz…bajo la mirada paterna y todavía
pequeños las situaciones se manejan. Pero las “cuentas de cobro” quedan
guardadas hasta cuando crecen. Entonces…
A los hermanos los
alimenta “la misma leche” sin embargo sus diferencias son abismales. Las peleas
entre ellos deberían verse como normales
(como seres humanos con diferencias) pero como se parte de la premisa de la
familia perfecta, se espera que no peleen, no discutan o que no tengan
intereses personales que puedan ir en contravía de los intereses familiares o
viceversa. ¿Qué tal el que lucha y sale adelante y qué tal “los parásitos” que
a nombre del vínculo familiar esperan que los lleven “en coche”? ¿Qué tal la mirada “preferencial” de mamá o
papá por alguno? ¿Y al que le “arde” el
triunfo de los otros?
La familia es una
institución humana y no está blindada contra los problemas. El golpe se da
cuando al idealizarla, se cree que quienes primero apoyarán o salvarán son los
de mi “misma sangre”. Por ello no hay puñalada más tenaz que la propiciada por
la propia familia (idealizada). De extraños se podría esperar cualquier cosa.
Pero de los “míos”…sin embargo, “los míos” tienen intereses, parejas propias,
expectativas o diferencias que marcan abismos. Y es allí donde empieza la
realidad. Y el caos. Y la desilusión. Y la lucha a muerte por lo que se
considera “nos pertenece”. Que en definitiva es de todos…
Cualquier pelea
entre hermanos remite a la historia familiar. Desde las actitudes de papá y
mamá, los abuelos, el lugar que se ocupa en esa historia, el nombre que se
tiene (¿repetido de los ancestros?), el sexo, todo son indicios por investigar.
Los hijos pueden terminar siendo herederos de las frustraciones paternas y esta
“carga” emocional, complica el devenir presente.
Las peleas entre hermanos famosos por política, por poder, por ambición,
por dinero, por complicidad, por traición, por envidia, están a la orden del
día. Las rivalidades y los celos destruyen imperios, destrozan vidas y, lo
peor, enquistan odios que mientras no se reparen, los heredaran las
generaciones futuras. Y si sucede entre famosos (¿más educados?) ¿qué no sucede
en la base de la pirámide?
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