El problema no está
en que el Teatro Nacional de Bogotá se haya ganado la invitación para realizar
la ceremonia de inaguración de los World Games. El asunto está en la forma en que dirigentes vallecaucanos
manejaron el proceso. Fue tan “transparente” su ejecución que siempre se
pudieron ver los verdaderos intereses de los directivos. En el momento en que
Ana Marta de Pizarro agradecía la escogencia del Teatro Nacional, dijo, ante
todos los asistentes que “ellos habían estado ya en el salsódromo el 25 de
Diciembre mirando idiosincrasia de la ciudad”. Transparente respuesta que
confirma su “participación anticipada” puesto que la convocatoria para la logística sólo se abrió el 15 de Enero, de
acuerdo a la página oficial de los Juegos. Pero, qué coincidencia, el Teatro
Nacional YA se preparaba desde Diciembre buscando cumplir con los requisitos
que ellos “desinteresadamente” aportaron… Lo que confirma de manera transparente
cómo el Teatro Nacional fue juez y parte de la invitación. Susana Correa lo
dijo para ADN y lo confirmó en “Oye Cali”: “Rodrigo Otoya ya había hablado con
Ana Marta de Pizarro cuando yo llegué”. Los dirigentes de los Juegos
contactaron asesoría para los requisitos de la invitación (están en todo su
derecho) pero luego aceptaron que quienes habían estipulado los requisitos
participaran en la convocatoria. Transparente decisión donde se fue juez y
parte.
Y también
“transparente decisión” cuando Susana Correa expresa el martes anterior en “Oye
Cali” sin haber visto las propuestas: “cómo voy a contratar con una entidad
quebrada y sin gerente” refiriéndose a
Corfecali, el otro participante. Son respuestas tan claras sobre la forma como
se manejó el proceso que cualquiera puede comprobar “la transparencia” de los
directivos. Y sacar conclusiones sobre lo que significa ser vallecaucano para
quienes dirigen los World Games. Para rematar, intentando “arreglar” el golpe a la autoestima regional se
dijo que “habría inmensa participación de gente de aquí en el desarrollo del
evento”. Podrían ser todos, absolutamente todos vallecaucanos (con excepción claro
del Director o gerente) pero lo que confirma esa “generosidad de participación”
es que los vallecaucanos somos muy buenos peones pero no tenemos ni una pizca
de liderazgo. Lo dicen, con su actitud, el Teatro Nacional y los directivos de
los World Games.
El problema radica
en la esencia de ser vallecaucanos, si
realmente sentimos qué es ser de esta tierra, de este lugar, cuáles son
nuestras raíces, nuestro sentido de pertenencia. Si dos personas con apellidos y tradición
nuestras “no caen en cuenta” del golpe que le han propiciado a la autoestima
vallecaucana, ¿cómo estamos esperando que vibre el Valle por lo suyo, que
defienda lo propio, que se una por una causa común? ¿Qué es ser vallecaucano
para la clase dirigente del departamento? Aclaro, el problema no es haberse
decidido por el Teatro Nacional (después de que ellos completaron el puntaje donde la dramatización tenía un rubro altísimo)
sino haberlo “escogido” para los requisitos, acomodar la convocatoria y luego
adjudicarle el puntaje para la ceremonia de inauguración. Rodrigo y Susana son
candidatos óptimos para el galardón de la vallecaucanidad como perfectos
representantes de la “sangre” que corre por nuestras venas: canibalismo en toda
su dimensión. Ojalá a los Juegos les vaya bien, pero es obvio que el Valle del
Cauca tiene que pagar un precio muy alto en su valoración comunitaria, en su
autoestima como región. Buenos peones, sin liderazgo y con dirigentes que ni
siquiera vibran por lo nuestro. ¿Convendría acaso, un curso acelerado de “actitud
antioqueña”? Definitivamente una selección transparente, muy transparente.
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