lunes, 18 de febrero de 2013

Transparente, transparente


El problema no está en que el Teatro Nacional de Bogotá se haya ganado la invitación para realizar la ceremonia de inaguración de los World Games.  El asunto está en la forma en que dirigentes vallecaucanos manejaron el proceso. Fue tan “transparente” su ejecución que siempre se pudieron ver los verdaderos intereses de los directivos. En el momento en que Ana Marta de Pizarro agradecía la escogencia del Teatro Nacional, dijo, ante todos los asistentes que “ellos habían estado ya en el salsódromo el 25 de Diciembre mirando idiosincrasia de la ciudad”. Transparente respuesta que confirma su “participación anticipada” puesto que la convocatoria para  la logística sólo se abrió el 15 de Enero, de acuerdo a la página oficial de los Juegos. Pero, qué coincidencia, el Teatro Nacional YA se preparaba desde Diciembre buscando cumplir con los requisitos que ellos “desinteresadamente” aportaron… Lo que confirma de manera transparente cómo el Teatro Nacional fue juez y parte de la invitación. Susana Correa lo dijo para ADN y lo confirmó en “Oye Cali”: “Rodrigo Otoya ya había hablado con Ana Marta de Pizarro cuando yo llegué”. Los dirigentes de los Juegos contactaron asesoría para los requisitos de la invitación (están en todo su derecho) pero luego aceptaron que quienes habían estipulado los requisitos participaran en la convocatoria. Transparente decisión donde se fue juez y parte.
Y también “transparente decisión” cuando Susana Correa expresa el martes anterior en “Oye Cali” sin haber visto las propuestas: “cómo voy a contratar con una entidad quebrada y sin gerente” refiriéndose  a Corfecali, el otro participante. Son respuestas tan claras sobre la forma como se manejó el proceso que cualquiera puede comprobar “la transparencia” de los directivos. Y sacar conclusiones sobre lo que significa ser vallecaucano para quienes dirigen los World Games. Para rematar, intentando  “arreglar” el golpe a la autoestima regional se dijo que “habría inmensa participación de gente de aquí en el desarrollo del evento”. Podrían ser todos, absolutamente todos vallecaucanos (con excepción claro del Director o gerente) pero lo que confirma esa “generosidad de participación” es que los vallecaucanos somos muy buenos peones pero no tenemos ni una pizca de liderazgo. Lo dicen, con su actitud, el Teatro Nacional y los directivos de los World Games.
El problema radica en la esencia de ser  vallecaucanos, si realmente sentimos qué es ser de esta tierra, de este lugar, cuáles son nuestras raíces, nuestro sentido de pertenencia.  Si dos personas con apellidos y tradición nuestras “no caen en cuenta” del golpe que le han propiciado a la autoestima vallecaucana, ¿cómo estamos esperando que vibre el Valle por lo suyo, que defienda lo propio, que se una por una causa común? ¿Qué es ser vallecaucano para la clase dirigente del departamento? Aclaro, el problema no es haberse decidido por el Teatro Nacional (después de que ellos completaron el puntaje  donde la dramatización tenía un rubro altísimo) sino haberlo “escogido” para los requisitos, acomodar la convocatoria y luego adjudicarle el puntaje para la ceremonia de inauguración. Rodrigo y Susana son candidatos óptimos para el galardón de la vallecaucanidad como perfectos representantes de la “sangre” que corre por nuestras venas: canibalismo en toda su dimensión. Ojalá a los Juegos les vaya bien, pero es obvio que el Valle del Cauca tiene que pagar un precio muy alto en su valoración comunitaria, en su autoestima como región. Buenos peones, sin liderazgo y con dirigentes que ni siquiera vibran por lo nuestro. ¿Convendría acaso, un curso acelerado de “actitud antioqueña”? Definitivamente una selección transparente, muy transparente.

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