El colegio hebrero Jorge Isaac, que dejó de ser
una institución con sello educativo exclusivo de la comunidad judía para
convertirse en una organización pluralista, abierta a muchas miradas, organiza
para hoy una jornada de reflexión sobre el tema de liderazgo y emprendimiento
para jóvenes donde invita a tres conferencistas a hablar del tema. Tres hombres
le hablaran a estudiantes, hombres y mujeres, sobre liderazgo. Sin importar
siquiera el nombre de los conferencistas, todos hombres, la falla radica precisamente
en la inequidad, en la discriminación que vuelve y se repite (como si no
importara). Como si la experiencia diaria no estuviera “exigiendo” una sociedad
equilibrada y armónica, donde hombres y
mujeres convivan en igualdad de condiciones y de aprendizajes. Lo grave es que
el Colegio no encontró ni una sola mujer capaz de hablar del tema de liderazgo
y emprendimiento lo que vicia la posibilidad de una mirada integral para los
estudiantes. Tres hombres brillantes hablarán desde su perspectiva masculina.
¿Dónde queda la mirada femenina? Cómo es
de fácil “olvidar” el asunto y considerar que no importa, que “da lo mismo”.
Cómo también lo olvidó la revista Semana cuando seleccionó a un número
indeterminado de hombres para el premio de excelencia, pero no encontró ninguna
mujer capaz de calificar para ser excelente. ¿Cómo no ven el atropello de la
inequidad? Si el conferencista es uno
sólo, hay la total libertad de escoger hombre o mujer. Cuando ya son dos la
equidad empieza a alumbrar, pero si son tres, es cuando es obvio el olvido. ¡Y
la discriminación salta como una liebre!
La responsabilidad es aún mayor cuando se sucede
en una entidad educativa porque es allí donde se forman los criterios que
acompañan toda la vida. La nuestra es una sociedad con niveles de violencia
excesivos contra la mujer y el no abrirle espacios es “enseñar” que a los
hombres les “va mejor”, que ello son mas importantes, que ellos detectan el
poder y por ello una mujer debe “acompañarse” de un hombre si quiere mayor
seguridad en su vida. El liderazgo y emprendimiento quedan entonces con la
marca masculina: ¿ reforzamos o cambiamos criterios? Los educadores que
trabajan con el mensaje de los símbolos y de las metáforas, conocen la
importancia del lenguaje tanto directo como el oculto que se guarda en los
hechos cotidianos. Desafortunadamente la inequidad todavía brilla con luz
propia…
De allí la importancia de atrevernos a “mirar
para atrás”, revisar, tomar conciencia y aceptar “las monedas que nuestros
padres nos han entregado” en la construcción de nuestra vida. Bueno o malo, su
legado es un acto de amor que debemos aceptar puesto que nos dieron la vida,
pero no significa que no podamos modificar lo que ellos nos entregaron en
creencias, comportamientos y actitudes. Los padres entregan, consciente o
inconscientemente, criterios para la vida y el legado de nuestros antepasados
está presente en nuestras vidas. ¿Nos libera o nos atrapa este legado? ¿Cómo
enfrentar o aceptar la herencia que recibimos de papá y mamá? Si recibimos una
cultura de inequidad, aceptamos el proceso que ellos vivieron pero no lo
perpetuamos. Desde el amor y la conciencia podemos modificarlo. Joan Garriga
Bacardi, psicólogo español, estará mañana en Cali hablando de los vínculos
entre padres e hijos, del orden del amor y claro, de jerarquías. ¿Qué es lo que
transmitimos y qué tan consciente somos de ello? En cualquier nivel de
desarrollo, aprender a caer en cuenta, aceptar lo que nos corresponde y mejorar
lo que se pueda, es una manera de construir sociedades más armónicas y
equitativas.
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