Se dice que las
comparaciones son odiosas y en muchos casos así es. Pero hay circunstancias en
que se requiere hacerlo. Es indispensable, diría yo. Contribuyen a mostrar comportamientos
que de otra manera serían invisibles. ¿Se imaginan ustedes a los antioqueños
entregándoles el manejo de la logística de sus Juegos Suramericanos (el año
anterior), a los bogotanos? O qué tal que Antioquia hubiera decidido que su
alumbrado o la logística de la llegada de Madona a Medellín la hubieran
dirigido los costeños? Sí, es inconcebible. No compagina encontrar mentalidad
paisa entregando su esencia y autoestima para que otros la dirijan y “brillen”
mas que ellos. Son ellos primero que cualquiera y a como dé lugar. Apoyándose, respaldándose, (ojo)
prefiriéndose, lo que les da esa
condición tan marcada de unión, solidaridad, empuje y adelanto. No se ponen
zancadillas entre ellos, claro, y si tienen defectos (que los tienen) se los
camuflan (¿alguna vez le encontraron las
chequeras a Pablo Escobar?)
Pues bien el Valle
se alista a realizar los World Games y a la convocatoria de invitación se
presentaron dos proyectos. Un grupo de Bogotá con el Teatro Nacional a la cabeza
y el otro, Corfecali con la colaboración
de varias personas. Con un problema delicadísimo de transparencia, según lo
expresó públicamente en ADN Susana Correa: el Teatro Nacional “los asesoró en
los requisitos necesarios para hacer la convocatoria” pero luego se presentó
como participante. Entonces, si, por ejemplo, Alvarez Gardeazábal realiza una
convocatoria para un concurso de literatura,
y está dispuesto a hacerlo de la manera mas “transparente” pero en los
requisitos señala que el director debe ser una persona que “haya escrito mas de
3 libros, que a su vez sea periodista y que viva en un lugar de menos de
300.000 habitantes” es obvio que
esta supuesta licitación está dirigida para que la maneje él mismo. Claro es un
ejemplo de cómo manipular el “direccionamiento” para descabezar a otros. ¿Qué
sucede con la asesoría del teatro Nacional y luego con su participación?
Pero lo grave es
que “compite” con una entidad vallecaucana que quiere, desea y puede hacerlo.
Una institución nuestra que requiere el espaldarazo (y el dinero) porque tiene
las condiciones, los contactos y las organizaciones para hacerlo. Las
convocatorias nuestras deberían tener un mayor número de puntos si son vallecaucanas. Algo parecido a si hay
dos finalistas, el origen vallecaucano decide el resultado. Se dice que Corfecali
tiene un déficit económico así como también hay el rumor de que el teatro
Nacional tiene varios embargos. Pero ni lo uno ni lo otro le restan méritos a
la capacidad de gestión de una u otra. Lo que sí sería un golpe tenaz a la
autoestima vallecaucana sería que Bogotá organizara “nuestros juegos” habiendo
cómo, con qué y con quién hacerlo desde el Valle. Aún mas, hasta Ministra de
Cultura vallecaucana tenemos ahora lo que llevaría a concretar qué tan
vallecaucanos nos sentimos, lo vivimos y lo practicamos. Podemos hacer toda la
alaraca pero si no cambiamos de mentalidad, estamos arando en el mar. Se lo ha
dicho y escrito una y mil veces. Aquí
seguimos desde Cali “mirando para afuera”, despreciando lo nuestro y
privilegiando lo externo. Luego queremos salir adelante pero si las zancadillas
nos las ponemos nosotros mismos, ¿cómo esperamos mejorar?
PD. En el grupo de Corfecali hay un participante (de los varios que
gestaron la propuesta) cercano a mis afectos. Pero eso no me inhabilita para
señalar lo que está en juego en estos Juegos: el sentido de pertenencia y
autoestima vallecaucanos demostrando que sí somos capaces..
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