lunes, 25 de febrero de 2013

Pistorius, el obsesivo.


Una obsesión no tiene un “solo lado”. Un temperamento obsesivo no sólo “dirige” su energía para los asuntos “buenos”. También la obsesión se encamina hacia lo siniestro, la sombra, lo oscuro, puesto que no existe lo uno sin lo otro. “Como es arriba es abajo” dijo hace siglos el autor del Kybalion. El obsesivo trabaja para lograr lo que se propone, bueno o malo, porque ante un obsesivo no hay límite que valga. Todo se puede, todo es posible, todo lo logra. Ver un solo lado de la obsesión es arriesgado…nos podemos equivocar. Allí está la vida de Oscar Pistorius, el hombre robot, el deportista estrella, que logró competir en Olímpicos al lado de quienes no tenían incapacidad física como él.  Fue obsesivo para vencer su limitación hasta el punto que la superó de tal manera que “ni se notaba” que la tenía. Pero esa obsesión estimulada en busca de un objetivo no sólo tiene elementos positivos. Allí está la dualidad, o el mundo de los contrarios para recordarnos que anhelamos el bien sin el mal, la vida sin la muerte, la alegría sin la tristeza o el éxito sin el fracaso. Es imposible, totalmente imposible que exista un solo lado de los opuestos o contrarios sin que el otro esté allí agazapado, en la sombra, a la espera de un “descuido” para saltar al escenario. Pistoruis forjó un carácter obsesivo “bueno” que lo llevó a conseguir los triunfos que descrestaron al mundo, pero escondía lo malo de la obsesión a la espera de una oportunidad para “brincar” ante cualquier clase de limitante que no se acomodara a su deseo.  Su carácter fraguado sobre una voluntad de hierro –se propuso doblegar su incapacidad- tenía un “monstrico” guardado. La obsesión para superar la limitante lo endiosó de tal forma que llegó a creer que todo lo podía. Todo. A una persona obsesiva, ¿quién se atreve a decirle no? ¿Quién le lleva la contraria a un obsesivo?   
Allí está el resultado. Por eso es tan arriesgado “descrestarse” con ciertas actitudes obsesivas muy extremas porque son “tramposas”. Pistoruis terminó construyendo un monstruo que “todo lo podía” o igual, todo lo conseguía. Su novia se le debió “atravesar” en algo y el hombre obsesivo no soportó la realidad desde el Olimpo en que se había refugiado con  su voluntad de hierro. Caracteres tan extremos y descrestadores guardan una sombra porque es imposible vivir en un lado de la dualidad, “gozando” sólo de los gloriosos sin aceptar que también hay dolorosos.   
Pero además hay unos tintes machistas impactantes en la manera en que se ha informado el hecho. Como si la fama de Pistoruis hiciera menos grave el asesinato de una mujer, de su novia, indefensa ante su fama y su “poder”. Cualquier perico de los palotes pareciera debía ser más responsable que el famoso Pistoruis. Hasta el punto de que está en  libertad condicional después de asesinarla. El mundo mediático se ha “sorprendido” de la “inesperada” actitud del deportista pero no pareciera que mostrara parecido dolor ante el asesinato de Reeva Steenkamp. La pregunta obvia es si forjar caracteres tan obsesivos con resultados sociales tan llamativos se justifica, así se estimule silenciosamente el monstruo de lo negativo de ese carácter sin medir sus consecuencias. Como ambos elementos van unidos, vale la pregunta, ¿si tuviera que escoger, aceptaría no vencer su incapacidad y haber respetado a su compañera, o superar su limitación justificó asesinar a su novia, desde el carácter obsesivo?. La obsesión lo es tanto para lo bueno como para lo malo porque no acepta limitaciones de ninguna clase. Es el precio del obsesivo.

lunes, 18 de febrero de 2013

Transparente, transparente


El problema no está en que el Teatro Nacional de Bogotá se haya ganado la invitación para realizar la ceremonia de inaguración de los World Games.  El asunto está en la forma en que dirigentes vallecaucanos manejaron el proceso. Fue tan “transparente” su ejecución que siempre se pudieron ver los verdaderos intereses de los directivos. En el momento en que Ana Marta de Pizarro agradecía la escogencia del Teatro Nacional, dijo, ante todos los asistentes que “ellos habían estado ya en el salsódromo el 25 de Diciembre mirando idiosincrasia de la ciudad”. Transparente respuesta que confirma su “participación anticipada” puesto que la convocatoria para  la logística sólo se abrió el 15 de Enero, de acuerdo a la página oficial de los Juegos. Pero, qué coincidencia, el Teatro Nacional YA se preparaba desde Diciembre buscando cumplir con los requisitos que ellos “desinteresadamente” aportaron… Lo que confirma de manera transparente cómo el Teatro Nacional fue juez y parte de la invitación. Susana Correa lo dijo para ADN y lo confirmó en “Oye Cali”: “Rodrigo Otoya ya había hablado con Ana Marta de Pizarro cuando yo llegué”. Los dirigentes de los Juegos contactaron asesoría para los requisitos de la invitación (están en todo su derecho) pero luego aceptaron que quienes habían estipulado los requisitos participaran en la convocatoria. Transparente decisión donde se fue juez y parte.
Y también “transparente decisión” cuando Susana Correa expresa el martes anterior en “Oye Cali” sin haber visto las propuestas: “cómo voy a contratar con una entidad quebrada y sin gerente” refiriéndose  a Corfecali, el otro participante. Son respuestas tan claras sobre la forma como se manejó el proceso que cualquiera puede comprobar “la transparencia” de los directivos. Y sacar conclusiones sobre lo que significa ser vallecaucano para quienes dirigen los World Games. Para rematar, intentando  “arreglar” el golpe a la autoestima regional se dijo que “habría inmensa participación de gente de aquí en el desarrollo del evento”. Podrían ser todos, absolutamente todos vallecaucanos (con excepción claro del Director o gerente) pero lo que confirma esa “generosidad de participación” es que los vallecaucanos somos muy buenos peones pero no tenemos ni una pizca de liderazgo. Lo dicen, con su actitud, el Teatro Nacional y los directivos de los World Games.
El problema radica en la esencia de ser  vallecaucanos, si realmente sentimos qué es ser de esta tierra, de este lugar, cuáles son nuestras raíces, nuestro sentido de pertenencia.  Si dos personas con apellidos y tradición nuestras “no caen en cuenta” del golpe que le han propiciado a la autoestima vallecaucana, ¿cómo estamos esperando que vibre el Valle por lo suyo, que defienda lo propio, que se una por una causa común? ¿Qué es ser vallecaucano para la clase dirigente del departamento? Aclaro, el problema no es haberse decidido por el Teatro Nacional (después de que ellos completaron el puntaje  donde la dramatización tenía un rubro altísimo) sino haberlo “escogido” para los requisitos, acomodar la convocatoria y luego adjudicarle el puntaje para la ceremonia de inauguración. Rodrigo y Susana son candidatos óptimos para el galardón de la vallecaucanidad como perfectos representantes de la “sangre” que corre por nuestras venas: canibalismo en toda su dimensión. Ojalá a los Juegos les vaya bien, pero es obvio que el Valle del Cauca tiene que pagar un precio muy alto en su valoración comunitaria, en su autoestima como región. Buenos peones, sin liderazgo y con dirigentes que ni siquiera vibran por lo nuestro. ¿Convendría acaso, un curso acelerado de “actitud antioqueña”? Definitivamente una selección transparente, muy transparente.

lunes, 11 de febrero de 2013

¿Antioquia, lo haría?


Se dice que las comparaciones son odiosas y en muchos casos así es. Pero hay circunstancias en que se requiere hacerlo. Es indispensable, diría yo. Contribuyen a mostrar comportamientos que de otra manera serían invisibles. ¿Se imaginan ustedes a los antioqueños entregándoles el manejo de la logística de sus Juegos Suramericanos (el año anterior), a los bogotanos? O qué tal que Antioquia hubiera decidido que su alumbrado o la logística de la llegada de Madona a Medellín la hubieran dirigido los costeños? Sí, es inconcebible. No compagina encontrar mentalidad paisa entregando su esencia y autoestima para que otros la dirijan y “brillen” mas que ellos. Son ellos primero que cualquiera y  a como dé lugar. Apoyándose, respaldándose, (ojo) prefiriéndose, lo que les da esa condición tan marcada de unión, solidaridad, empuje y adelanto. No se ponen zancadillas entre ellos, claro, y si tienen defectos (que los tienen) se los camuflan  (¿alguna vez le encontraron las chequeras a Pablo Escobar?)
Pues bien el Valle se alista a realizar los World Games y a la convocatoria de invitación se presentaron dos proyectos. Un grupo de Bogotá con el Teatro Nacional a la cabeza y el otro,  Corfecali con la colaboración de varias personas. Con un problema delicadísimo de transparencia, según lo expresó públicamente en ADN Susana Correa: el Teatro Nacional “los asesoró en los requisitos necesarios para hacer la convocatoria” pero luego se presentó como participante. Entonces, si, por ejemplo, Alvarez Gardeazábal realiza una convocatoria para un concurso  de literatura, y está dispuesto a hacerlo de la manera mas “transparente” pero en los requisitos señala que el director debe ser una persona que “haya escrito mas de 3 libros, que a su vez sea periodista y que viva en un lugar de menos de 300.000 habitantes” es obvio que esta supuesta licitación está dirigida para que la maneje él mismo. Claro es un ejemplo de cómo manipular el “direccionamiento” para descabezar a otros. ¿Qué sucede con la asesoría del teatro Nacional y luego con su participación?
Pero lo grave es que “compite” con una entidad vallecaucana que quiere, desea y puede hacerlo. Una institución nuestra que requiere el espaldarazo (y el dinero) porque tiene las condiciones, los contactos y las organizaciones para hacerlo. Las convocatorias nuestras deberían tener un mayor número de puntos  si son vallecaucanas. Algo parecido a si hay dos finalistas, el origen vallecaucano decide el resultado. Se dice que Corfecali tiene un déficit económico así como también hay el rumor de que el teatro Nacional tiene varios embargos. Pero ni lo uno ni lo otro le restan méritos a la capacidad de gestión de una u otra. Lo que sí sería un golpe tenaz a la autoestima vallecaucana sería que Bogotá organizara “nuestros juegos” habiendo cómo, con qué y con quién hacerlo desde el Valle. Aún mas, hasta Ministra de Cultura vallecaucana tenemos ahora lo que llevaría a concretar qué tan vallecaucanos nos sentimos, lo vivimos y lo practicamos. Podemos hacer toda la alaraca pero si no cambiamos de mentalidad, estamos arando en el mar. Se lo ha dicho y escrito una y mil veces.  Aquí seguimos desde Cali “mirando para afuera”, despreciando lo nuestro y privilegiando lo externo. Luego queremos salir adelante pero si las zancadillas nos las ponemos nosotros mismos, ¿cómo esperamos mejorar?
PD. En el grupo de Corfecali hay un participante (de los varios que gestaron la propuesta) cercano a mis afectos. Pero eso no me inhabilita para señalar lo que está en juego en estos Juegos: el sentido de pertenencia y autoestima vallecaucanos demostrando que sí somos capaces..

lunes, 4 de febrero de 2013

¿Dónde están las monedas?


El colegio hebrero Jorge Isaac, que dejó de ser una institución con sello educativo exclusivo de la comunidad judía para convertirse en una organización pluralista, abierta a muchas miradas, organiza para hoy una jornada de reflexión sobre el tema de liderazgo y emprendimiento para jóvenes donde invita a tres conferencistas a hablar del tema. Tres hombres le hablaran a estudiantes, hombres y mujeres, sobre liderazgo. Sin importar siquiera el nombre de los conferencistas, todos hombres, la falla radica precisamente en la inequidad, en la discriminación que vuelve y se repite (como si no importara). Como si la experiencia diaria no estuviera “exigiendo” una sociedad  equilibrada y armónica, donde hombres y mujeres convivan en igualdad de condiciones y de aprendizajes. Lo grave es que el Colegio no encontró ni una sola mujer capaz de hablar del tema de liderazgo y emprendimiento lo que vicia la posibilidad de una mirada integral para los estudiantes. Tres hombres brillantes hablarán desde su perspectiva masculina. ¿Dónde queda la mirada femenina?  Cómo es de fácil “olvidar” el asunto y considerar que no importa, que “da lo mismo”. Cómo también lo olvidó la revista Semana cuando seleccionó a un número indeterminado de hombres para el premio de excelencia, pero no encontró ninguna mujer capaz de calificar para ser excelente. ¿Cómo no ven el atropello de la inequidad?  Si el conferencista es uno sólo, hay la total libertad de escoger hombre o mujer. Cuando ya son dos la equidad empieza a alumbrar, pero si son tres, es cuando es obvio el olvido. ¡Y la discriminación salta como una liebre!
La responsabilidad es aún mayor cuando se sucede en una entidad educativa porque es allí donde se forman los criterios que acompañan toda la vida. La nuestra es una sociedad con niveles de violencia excesivos contra la mujer y el no abrirle espacios es “enseñar” que a los hombres les “va mejor”, que ello son mas importantes, que ellos detectan el poder y por ello una mujer debe “acompañarse” de un hombre si quiere mayor seguridad en su vida. El liderazgo y emprendimiento quedan entonces con la marca masculina: ¿ reforzamos o cambiamos criterios? Los educadores que trabajan con el mensaje de los símbolos y de las metáforas, conocen la importancia del lenguaje tanto directo como el oculto que se guarda en los hechos cotidianos. Desafortunadamente la inequidad todavía brilla con luz propia…
De allí la importancia de atrevernos a “mirar para atrás”, revisar, tomar conciencia y aceptar “las monedas que nuestros padres nos han entregado” en la construcción de nuestra vida. Bueno o malo, su legado es un acto de amor que debemos aceptar puesto que nos dieron la vida, pero no significa que no podamos modificar lo que ellos nos entregaron en creencias, comportamientos y actitudes. Los padres entregan, consciente o inconscientemente, criterios para la vida y el legado de nuestros antepasados está presente en nuestras vidas. ¿Nos libera o nos atrapa este legado? ¿Cómo enfrentar o aceptar la herencia que recibimos de papá y mamá? Si recibimos una cultura de inequidad, aceptamos el proceso que ellos vivieron pero no lo perpetuamos. Desde el amor y la conciencia podemos modificarlo. Joan Garriga Bacardi, psicólogo español, estará mañana en Cali hablando de los vínculos entre padres e hijos, del orden del amor y claro, de jerarquías. ¿Qué es lo que transmitimos y qué tan consciente somos de ello? En cualquier nivel de desarrollo, aprender a caer en cuenta, aceptar lo que nos corresponde y mejorar lo que se pueda, es una manera de construir sociedades más armónicas y equitativas.