Su relación con el catolicismo no va a ser igual
después de leer el libro de MIchela Murgia, “Y la iglesia inventó a la mujer”.
Lo que allí describe no sólo es despiadado sino aplastante. Cómo la Iglesia Católica, a través de su
jerarquía ha sido tan machista y descalificadora con la mujer. Cómo la
considera un ser “a su servicio” y cómo han endulzado el oído para creer que la santidad
es el camino del cielo. Aclarando que para la Iglesia santidad, en femenino,
significa servicio, sometimiento y sacrificio. ¡Por Dios! La narración es
sobrecogedora. En un comentario se dice que, a pesar de terminar de leer, lo
descrito “sigue trabajando en nuestro interior, haciéndonos pensar”. (Gazzetta
di Parma). Es como una afrenta a la autoestima femenina. ¿Qué cree la Iglesia
que es una mujer? La jerarquía católica es hija de mujeres-madres, ¿cuál es
entonces su concepto de mujer? ¿Una
mujer sólo califica si es madre sacrificada? ¿Las únicas mujeres que existen
para los jerarcas católicos son las vírgenes o las madres? Es increíble cómo la
Iglesia sin contar con ninguna mujer en su cúpula, se atreve a determinar sobre
el comportamiento femenino con una prepotencia que hiere hasta los tuétanos.
¿Cómo lo hacen?
El mundo se escandaliza con los niveles de violencia
domésticos que rodean la vida de las mujeres y se sorprende de cómo es
utilizada como mercancía de guerra en las innumerables contiendas masculinas.
Pero es hora de revisar los planteamientos de las organizaciones patriarcales y
su manera de pensar en el tema mujer. Es imposible no asociar que todo este
discurso patriarcal, machista y religioso, no haya hecho mella en las
mentalidades para construir “permisos” sociales que atropellen mujeres.
Pareciera como si la agresión fuera justificada cuando transgrede el imaginario
masculino, ya sea de políticos, religiosos o familiares. Si la mujer es un ser
de pecado, si le queda prohibido desear so-pena de ser considerada vagabunda,
si debe ser esquizofrénica porque su sexualidad debe fragmentarse, por un lado
el deseo y por el otro el rechazo “sí deseo pero no debo” ¿cómo no apalearla
cuando no se comporta como “estipulan los cánones” de la decencia? ¿Cómo no
tener permiso de castigarla cuando quiere determinar sobre su propio cuerpo, si
su cuerpo debe ser “templo de Dios” y de santidad y por lo tanto propiedad
masculina? La mujer para la religión católica, no tiene derecho a una
sexualidad, ni al placer ni al goce. Lo que la engrandece es la maternidad no
su esencia de mujer. La canonización express de una mujer Gianna Bereta Molla que
muere en el momento de dar a luz su cuarto hijo escogiendo que su bebe viva, a
costa de su propia vida, es la prueba más contundente de que la jerarquía
católica asocia a la mujer con la maternidad: es la única manera de canonizarla
si se ha permitido “disfrutar” del sexo. De lo contrario el resto del santoral
femenino o son vírgenes o son madres sacrificadas. Pero a ningún hombre lo han santificado por
el solo hecho de ser papá “sacrificado”: el hombre tiene mas espacio para
desarrollarse en el santoral. La mujer sólo la virginidad o la maternidad. ¿Qué deducir de este mensaje? La Iglesia
no tiene mente para santificar “otra” perfil femenino. Una mujer que sienta o
experimente placer no tiene cabida en el santoral. Impresiona en el texto cómo
surge y crece el concepto de virginidad, emanado de María hasta el punto de
proyectarlo como objetivo de vida para el resto de mujeres. Se lo recomiendo:
es impactante.
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