¿Entenderán los
pediatras que quien amamanta un hijo no es un “dispensador” de leche? ¿Podrán
aceptar que la mujer-madre no deja de ser humana con su propio mundo cuando da
a luz un hijo? Si han montado en avión, habrán escuchado acaso, cuando se da el
ejemplo de la mascarilla que cae con la despreurización, que no le puedo dar
aire a nadie mientras yo me ahogo? Entonces, con el símil del avión, no puedo
dar leche a nadie mientras yo me consumo de angustia. La campaña prolactancia
es muy importante, ni mas faltaba, pero no se puede “invisibilizar” a la mujer
madre para ponerla “al servicio” de su hijo, ni desconocer el mundo psicológico
donde la dependencia de un hijo a través de la lactancia hasta los dos años
puede causar problemas insospechados. No somos tan solo “cuerpo biológico”: los
factores psicológicos de apego y manipulación de los hijos son de tal
proporción que no se puede caer en el extremo de privilegiar el cuerpo “arrasando” con lo
demás.
Sí, es necesaria la
alimentación de la madre a su hijo, es importante su vínculo afectivo, pero
existen otros factores valiosísimos que deben incluirse para lograr el
equilibrio. ¿Han escuchado acaso el dolor de esta mujer madre cuando dice que
su marido ya no la busca porque permanentemente “huele a leche”? ¿Para este
chiquito lo más importante será “haber sido alimentado por mamá” pagando el
precio de que papá y mamá se distancien? ¿Han trabajado con su sentimiento de
culpa porque debe irse a trabajar y el pediatra de su hijo la regaña porque no
le da suficiente pecho? ¿O se queda en casa por alimentar y que “fluyan” los
problemas económicos? Tener un hijo no puede convertirse en una tarea de
esclavitud donde la cultura patriarcal la “obliga” a olvidarse de sí misma para
que su hijo “la utilice” cada que se le antoje. La lactancia impuesta es,
psicológicamente, uno de los factores que mas rechazo puede causar porque la
maternidad vuelve a ser la cadena con la cual se “detiene” el mundo femenino.
¡Un hijo no puede “secuestrar” a su madre a través de la lactancia!
Equilibrio y no
culpa. Equilibrio y no amarres. Escucharla a ella en su ansiedad, en su miedo,
en su alegría, en su dolor, tal vez no sea el trabajo del Pediatra y si de la
Psicología, pero no puede desconocerse lo que esta mujer madre experimenta. La
libertad de opciones genera responsabilidad y compromisos sanos donde la culpa
(y la rabia) no terminen haciendo estragos. ¿Y cuál es la participación
masculina en este paseo? Claro, la mujer madre está entre su hijo y su marido y
si el medio no la ayuda, ella debe equilibrar, balanceando la atención entre
sus “dos amores”. ¿Saben señores pediatras de que les hablo? ¿Son capaces de
“sintonizar” con la angustia femenina? O para ustedes lo único importante es el
niño “a cualquier precio”. Mas de una
mujer dice que ante el pediatra se siente como frente a un padre que la juzga y
la regaña. ¿Ayuda esta actitud a la lactancia? Qué injusta y patriarcal me
suena la campaña prolactancia sin tener en cuenta a la mujer, su deseo, su
necesidad, su ilusión y su propia vida. Si se piensa que un hijo es el rey de
la casa y que todo gire en torno a él, ¿no fomentamos acaso la cultura de niños
y adolescentes “igualados” donde sus padres y el mundo “les deben” porque
siempre se satisfizo todos sus deseos? No sólo nos “alimentamos” de leche
materna. También el ánimo, la actitud y el respeto por la mujer-madre, se
convierten en saludables vitaminas para el crecimiento integral.
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