Es bien particular nuestra manera de evaluar el
dolor. Pareciera como si no hubiese derecho a sufrir, sentir o dolerse por una situación cualquiera porque inmediatamente
viene el “reclamo social” porque existen dolores “más fuertes” o más
espeluznantes. Entonces si las mujeres gordas protestaron por el comentario que
las ofendió, ¿cómo se les ocurre “quejarse” si existen x número de compatriotas
asesinados y “nadie” se quejó por ellos?
Tan “deshumanizadas” las gordas que sólo “piensan” en ellas y no
“sublimizan” los insultos, callan y acatan, porque existen seres con otra clase
de sufrimientos. ¡Habrase visto! ¿De dónde acá que un dolor necesita raiting de
aprobación para sentirlo y “permitirse” expresarlo? ¿De dónde acá que para
sentir mi angustia debo mirar alrededor para saber si mi dolor “clasifica” como
permitido socialmente?
Por eso, con “permiso” o sin él, debo confesar
que se me “congeló” el corazón por la suerte del muchacho Varela Bellini. A
pesar del dolor de los familiares de los tres muertos que tienen también derecho
a su infinito sufrimiento. Como alguien lo dijera muy bien todos terminamos
siendo víctimas de algo. No existe un victimario sino que en la cadena de dolor
o aprendizaje, todos enlazamos vidas. Y mi dolor solidario no es porque sea
rico o pobre (y si el caso es al contrario: un taxista que con su carro
atropella tres motos ”harley davidson”), sino por lo “fácil” que resulta que a
un hijo de cualquiera le pueda suceder. Pretender que exista intención de
atropellar con un carro es un contrasentido. El estar borracho es una
irresponsabilidad y esto es lo que se debe combatir. Pero si ambos
“participantes” del hecho están con tragos, ¿cuál es más responsable? ¿El que
perdió la vida o el que quedó “enlazado” con la responsabilidad total? Lo que
si es absurdo es que se le “meta” clase social al asunto porque es allí donde
exacerbamos odios y pasamos cuentas de cobro ancestrales. ¿Cómo lograr encontrar
el equilibrio en la responsabilidad del hecho? Los tragos no son buenos
consejeros de un chofer, pero un “borracho” lo puede ser por una cerveza o por
quince. ¿Cómo encontrar la justa medida? Es claro que se requiere con URGENCIA
medidas educativas que comienzan desde las escuelas y colegios. El Ministerio de Educación tiene
allí una responsabilidad directa para ayudar a la solución real.
Ni qué decir de la situación de las mujeres de
los embaras. Encontrar que tan cerca, aquí en el Valle, se dan situaciones
aberrantes donde el machismo hace de las suyas, congela el alma. La mujer no
tiene derecho a sentir: ella sólo es un instrumento de placer para el hombre.
En el lenguaje masculino de esta tribu hay que evitar “que estén arrechas” por
eso se les quita el clítoris, para que no sientan. Y en la ignorancia mas
atroz, creen que el clítoris “crece” y se convierte en pene. El mundo masculino
atropellando sin impedimentos. Al igual que la ignorancia de considerar que
trillizas son hijas de “tres relaciones” o que la madre estuvo con tres
hombres. Las mujeres no saben cómo defenderse porque sus hombres se burlan,
denigran y mandan. Sólo un sentimiento interior, despertar de la inconsciencia,
las hará moverse para impedir el atropello. Necesitan información y
colaboración. ¡Aquí estamos¡
El dolor es un
sentimiento interior que retrata la individualidad. No sentimos igual pero si
podemos sentir lo mismo. No nos impactan los hechos de la misma manera pero si
debemos respetar la intimidad del dolor de cada quién. El dolor solo merece
respeto cualquiera que sea su dimensión.
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