La Banca está conformado por dos clases de
personas: los dueños, todopoderosos, millonarios que dizque tienen un “negocio”
para beneficio (¡) de los clientes, y los empleados, personal contratado para
administrar el negocio. Los primeros, es decir los millonarios, deben (se
supone) acatar las normas que les determina el Gobierno. Pero como son tan
poderosos, el mismo gobierno está supeditado a ellos. Total, fácilmente los
banqueros pueden “guiar” las normas que el Estado les va a imponer para que
cumplan. No existe hoy por hoy, conducta mas perversa que el acuerdo entre
bancos y gobierno. Sino que lo diga España, donde Rajoy por la mañana dice que
no les dará plata a los Bancos y tres horas mas tarde, les gira el dinero. A
costillas de la gente del común que se “revienta” para que los bancos
“sobrevivan”. Claro, el poder bancario... De la única manera que se “sale” de
esta trampa es con la protesta ciudadana. Los políticos al igual que los
bancos, han deslechado a la ciudadanía sin que medie ninguna posibilidad de
sublevación. Han contado con nuestra pasiva complicidad. Sin embargo, parece
que estamos despertando...
Pero los banqueros
y los políticos han engendrado otra clase de funcionarios que por decir lo
menos, superan con creces los defectos de los primeros. No detectan
directamente el poder económico o político, pero se creen mas poderosos que sus
patrones. En la cadena de abusos, el más grande abusa del mediano y este a su
vez, del que le sigue. En el mundo bancario, los empleados que manejan las
cajas o el denominado “servicio al cliente”, se olvidan que su empleo depende
de qué tanta demanda tenga su trabajo para continuar teniendo “chanfa”. Muchos
de estos empleados bancarios protagonizan hoy por hoy el nivel más bajo de
servicio a los usuarios, sin que sientan el más mínimo remordimiento por la
forma en que tratan a la gente. Contagiados del poder de sus Jefes, abusan de
la manera más olímpica sin que nadie
defienda al cliente de su displicencia y mal servicio.
Si el Banco ofrece servicio el sábado, a partir
de las 10 de la mañana, a esa hora debe comenzar el servicio. Diferente que a
esa hora abran las puertas y los empleados empiecen a cuadrar cajas, a sentarse
en la silla, a terminar de conversar o a contar dinero. Pueden pasar
tranquilamente varios minutos y los usuarios “calladitos y sumisos” en la fila
esperando que el “todopoderoso” empleado de caja, se digne expresar “siga”. O
el servicio extendido al medio día significa un sólo empleado con tres
ventanillas mas desocupadas, mientras la fila es infinita... “es que es la hora
de almuerzo” contestan impávidos. Si se presta el servicio es para que atiendan
no para que envolaten al usuario. Los empleados bancarios creen que “hacen un
favor” y no logran captar que su trabajo “depende” del cliente que hace la fila
frente a su caja. Las molestias contra el servicio que se presta en los bancos
y las compañías de celulares van en aumento según lo dicen las estadísticas.
Porque una vez que el cliente queda atrapado en las redes de la organización,
ya no interesa el buen servicio. Seducido y conquistado, que aguante. Alguna
vez un empleado de caja de un Banco protestaba porque había excesiva cola: “por
qué no se van a otro” decía molestísimo. Sin entender que precisamente gracias
a esa fila él tiene trabajo. Es hora de abrir los ojos y hablar claro: los
empleados bancarios dependen de los usuarios. Ojalá el servicio sea consecuente
con esta realidad. Porque si la indignación crece, de pronto se quedan sin
trabajo.
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