lunes, 18 de enero de 2010

Raza Negra

Bill Clinton furioso recriminó a Ted Kennedy cuando éste decidió apoyar a Obama negándole el aval a Hillary para la presidencia y le gritó: “hace unos años un tipo como él nos habría servido los tintos”. Esta expresión sintetiza muy bien lo que representó el triunfo de Barack Obama para el mundo y por qué fue merecedor al Premio Nóbel de Paz. No se lo ganó por lo que podría hacer, hacia el futuro. Se lo mereció por lo que reparó en la memoria universal respecto a la raza negra. Obama corta la exclusión, reivindica, abre puertas, marca un cambio. He allí su protagonismo. El mundo no mira igual a un negro después del triunfo de Obama. Si el mismo presidente de Estados Unidos considera que los negros “sólo” sirven para servir los tintos, su posición es “coherente” con un inconsciente colectivo que los descalifica, los desprecia y considera ciudadanos de segunda. Así en el papel las leyes y los derechos hablen de igualdad, la cultura le cobra al negro el color de su raza. “Negro ni el teléfono” nos ufanamos en Colombia…
Y llega Haití y su tragedia. ¿Cuál es su significado? El mundo se vuelca a ayudarlos en un momento infinito de solidaridad. Duele su tragedia, duele su destino. ¿Por qué precisamente Haiti? ¿Qué tan cierta es la maldición que pesa sobre ellos? El poder de las creencias es infinito: es algo semejante a que lo que se cree hace resonancia con un campo mórfico, donde existe una información de discriminación y descalificación, que se ha repetido a través de los siglos. Entonces la resonancia de Haiti en la mala suerte (¿por ser negros?) perpetúa su desgracia. Están hechos para nunca salir adelante. Y si además la maldición (que no es otra cosa que el poder de una creencia) los condena a no salir adelante, se completa el círculo en forma perfecta. Son negros, no pueden salir adelante, están maldecidos, están condenados a vivir en la pobreza y cuál círculo vicioso estas creencias se perpetúan, generan una información que “viaja” en el tiempo y en el espacio y los negros resuenan en esta información quedándose en la desgracia. Para cortar el legado hay que salirse de él…o producirse una hecatombe que “repare” la mirada sobre ellos para producir una resonancia diferente. Ahora entonces es como si se rompiera la maldición porque la cultura los empieza a mirar de otra manera. Se los puede ayudar, es necesaria la colaboración. La solidaridad y la compasión reparan un campo mórfico de información negativa. Ahora, esperamos, deben vibrar en una resonancia distinta.Y es con hechos como estos como empieza (o continúa) el gran cambio al que el mundo está abocado y que tiene como referente al 21 de Diciembre del 2.012. El viejo mundo de la discriminación debe desaparecer. Los paradigmas que nos han sostenido tienen que modificarse. La mirada diferente hacia la raza negra, (y en general hacia todo aquello que no es igual a lo mío), habla de igualdad, de afecto, de compasión. Es un cambio de era porque es un cambio de creencias. El clima (y la tierra) nos “obligan” a pensar diferente, a tratar distinto, a renunciar a la discriminación. Todo está hablando de cambio, de evolución, de revisión de aquello en lo que hemos creído porque el caos universal es hijo de este pensamiento. Entonces no es tan descabellado el anunciado final del 2.012. En términos espirituales hay que terminar para volver a comenzar. La vida y la muerte están unidas. Estamos terminando de pensar para atrevernos a cambiar.

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